En la liturgia de este domingo, el evangelio de Juan pone en boca de Jesús: “Yo soy la puerta del redil. Y soy el buen pastor, no un mercenario. Mis ovejas me conocen, escuchan mi voz y me siguen”. Jesús nunca habló exactamente así, pero era un hombre de campo y residía en Cafarnaún, junto al lago de Galilea, y hablaba de lo que veía: labradores y semilla, pescadores y peces, pastores y ovejas. Hablaba de lo que veía para decir lo que esperaba: un mundo justo y bueno, sin hambre ni enfermedad.
Pastores y ovejas. A la jerarquía católica le encanta este
lenguaje y lo explota al máximo. “Nosotros somos los pastores, como Jesús, y
vosotros sois las ovejas. Escuchadnos, seguidnos, y os salvaréis. Lo dijo
Jesús”. No, Jesús no lo dijo. Habló, eso sí, de pastores que buscan a la oveja
perdida, y de cómo la prefieren a todas las otras, y de cómo se alegran al
encontrarla, como el padre al recuperar al hijo perdido, como la mujer al hallar
la moneda perdida, una moneda que era todo su sustento.
Jesús no imaginó ninguna iglesia del futuro, ni pudo pensar
que en ella fueran a haber pastores que mandan y ovejas que obedecen, y que
éstas nunca pudieran elegir a sus pastores. “Todos vosotros sois hermanas y
hermanos, y nadie debe estar por encima ni por debajo de nadie”, dijo Jesús. Y
así fue en las primeras generaciones de la Iglesia, en las que las comunidades
elegían a sus responsables. Nada de pastores y ovejas.
Luego cambiaron las cosas. Los pastores empezaron a
nombrarse unos a otros, y a convertir en ovejas a todos los demás. Así hasta
hoy. Y al anuncio del Evangelio, al anuncio de la esperanza sanadora y
subversiva de Jesús, lo llamaron “pastoral”, y el Evangelio se convirtió en
pastoreo, en cuestión de poder, en gestión de asuntos, siempre desde arriba,
todo en nombre del “Buen Pastor” debidamente domesticado.
Así hasta hoy. Justamente hoy, el “domingo del Buen Pastor”,
se celebra en la Iglesia católica la Jornada Mundial de oración por las
vocaciones. ¿Qué vocaciones? Vocaciones de pastor, claro está. No lo dicen así,
pues quedaría feo. Pero no hubieran designado el domingo del Buen Pastor como
día de las vocaciones, si no estuvieran pensando ante todo, o exclusivamente, en
las vocaciones de pastor. Por mucho que se adorne el lenguaje, la “pastoral
vocacional” tiene como objetivo llenar seminarios y noviciados. ¿Para qué? Para
la supervivencia del sistema eclesiástico con su clero y sus congregaciones
religiosas. Cosas del pasado milenario, de épocas agrícolas y pastoriles.
Para mantener ese pasado, será preciso que los seminarios y
noviciados se llenen de ovejas con aspiraciones de pastor, jóvenes sumisos
necesitados de reconocimiento y de poder. Es lo que observo con tristeza.
Necesitan creerse los mejores (“Sal a darlo todo”, dice el lema de hoy), aunque
nunca conocerán las penalidades del paro y del desahucio, cosas de gente común.
Mirad en qué Dios creen, a qué Iglesia aspiran, en qué mundo viven los jóvenes
seminaristas y el clero más joven y sus obispos.
“Olor a oveja” es una de las expresiones más exitosas del
papa Francisco. A mí me parece de las más desafortunadas, por bienintencionada
que sea. Quiere recalcar que los sacerdotes no han de buscar su propio provecho,
sino el de la comunidad a la que sirven, pero olvida que las ovejas siempre han
servido a los intereses del pastor y que los pastores siempre han vivido de las
ovejas. Quiere subrayar que el clero debe vivir muy pegado a los laicos, pero
refuerza y perpetúa la imagen de una Iglesia de clérigos y laicos, pegada a sus
pastores, bajo la mitra y el cayado, con olor a pastor.
Muchos gestos y palabras del papa Francisco nos han llenado
los pulmones de aire limpio y fresco, y lo agradecemos profundamente. Pero… ha
pasado un año ¿y qué vemos? Sigue intacto el sistema clerical absolutista de la
Iglesia católica y toda la teología que lo sustenta. O incluso se ha reforzado.
Nada lo ilustra mejor que la reciente ceremonia de canonización de dos papas
muertos por dos papas vivos. Demasiado papa. ¿No está creciendo la dependencia
infantil respecto del papa?
Nada cambiará en la Iglesia mientras no se invierta el
esquema, y no deje de haber ovejas y pastores. Mientras no recuperemos el
Espíritu y la libertad de Jesús.
Joxe Arregi
Publicado en el diario DEIA
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