Querido papa Francisco, le escribo esta carta, ante todo, como apoyo al extraordinario testimonio que da usted del Evangelio en medio de un Vaticano lleno de contradicciones. Su forma de lucha la encontramos en su manera de ser evangelio y buen pastor con olor de oveja. El mundo sabe reconocerse en ella y se lo manifiesta de miles maneras con sus sonrisas, sus niños, sus enfermos y muchas veces con sus lágrimas de alegría y de reconocimiento. El mundo tiene sed de la verdad, de la sensibilidad, de la ternura, de la justicia, de la humildad y de mucha misericordia. En su persona, los cristianos y cristianas de buena fe reconocen el elegido del Resucitado. Usted lo hace presente a través la alegría de su fe, de su amor y de su esperanza. SEGUIR LEYENDO
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