Convocó a los Doce apóstoles y a otros 72 discípulos. También a las
“santas mujeres”, que lo ayudaban con sus bienes. A ellas se les
apareció, resucitado, antes que a los Doce.
Jesús era un hombre carismático, que estableció pocas normas. Habló de la vocación al celibato, pero no lo impuso.
Entre los convocados estaba Simón Pedro, cuya suegra curó.
Al crecer la comunidad primitiva, se
hizo necesario establecer normas. No había Internet y las Iglesias
locales siguieron tradiciones diferentes. En el tema del celibato
podemos hablar de dos grandes áreas: la Iglesia de Occidente, centrada
en Roma, y la Iglesia de Oriente, en Constantinopla. En Oriente, la
tradición fue ordenar a hombres casados. Los que sentían la vocación de
célibes eran los monjes. En Occidente, al comienzo hubo cierta variedad,
pero desde el siglo III fue creciendo la tendencia a ordenar célibes.
Los papas y los concilios de Occidente urgieron esta obligación, que no todos cumplían.
Con la Reforma protestante se inicia otro estilo. Los pastores pueden
casarse, no sólo antes de la ordenación, como en Oriente, sino también
después. La “ordenación” adquirió diversas modalidades, algunas cercanas
a la nuestra, como la anglicana, otras más distantes. Pero el
enfrentamiento entre católicos y protestantes hizo del celibato una
bandera incuestionable, como si se tratara de un dogma de fe.
¿Podría la Iglesia modificar esta norma?
Es obvio que sí, en primer lugar porque no es una ley universal.
Aunque la mayoría de las Iglesias de Oriente integran la Iglesia
Ortodoxa, algunas se unieron al obispo de Roma, al papa. En la Argentina
tenemos a los Melquitas, Armenios, Maronitas y Ucranianos, con obispos
propios. Los sacerdotes nos presentan a su mujer y a sus hijos.
¿Desearía la Iglesia modificar esta norma? En parte, sí. Desde Pío XII,
si un pastor se hace católico y desea ser sacerdote, se lo puede
ordenar, estando casado. En los últimos años, varios centenares de
sacerdotes anglicanos ingresaron al catolicismo. El papa Benedicto
estableció un régimen especial para ellos, donde puedan conservar su
estilo tradicional.
Otra modificación fue introducida en el Concilio (1965) para la
ordenación de diáconos casados. No son sacerdotes, pero pueden predicar y
bendecir matrimonios. El papa Pablo VI tenía en estudio un proyecto
para ordenar sacerdotes a hombres casados en territorios de misión,
donde fueran necesarios.
Se han dado muchas razones para la vocación al celibato, como la
dedicación exclusiva (que se puede dar en varias profesiones), o la
consagración espiritual (que también realiza el sacerdote de Oriente).
Creo que la más fuerte es el deseo de vivir como vivió Jesús, dedicado a
los pobres y afligidos. Esto es muy personal y hay que sentir el deseo
con fuerza para emprender ese camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario