En
un encuentro con sacerdotes, Francisco volvió a romper un tabú, al
pedir que los separados y las parejas de hecho “se sientan como en casa”
en los establecimientos católicos
El papa Francisco volvió a
romper los tabúes de la Iglesia y prometió ante un grupo de sacerdotes
analizar la situación de los divorciados y las parejas no casadas para
que puedan practicar libremente el catolicismo.
Durante un encuentro con los sacerdotes
de la capital italiana en la basílica de San Gionvanni en Laterano,
ayer, el papa argentino instó a la Iglesia a buscar “otra vía, dentro de
la justicia” para las “segundas nupcias”, al referirse a los católicos divorciados que se vuelven a casar, quienes no pueden acceder al sacramento de la comunión.
Al responder a las preguntas de los sacerdotes, citadas por el diario de la diócesis de Roma,
Romasette, el Papa también recomendó que las parroquias deben ser
siempre “abiertas y acogedoras”, mientras que es importante buscar
“formas nuevas y adecuadas para las personas a las que se dirige” el mensaje pastoral.
En ese sentido, el Papa llamó a dar una “cálida bienvenida” para que
“los fieles deben sentirse como en casa”, subrayó. “Una bienvenida que
debe aplicarse también a las parejas de hecho, ante quienes, sin
embargo, será ejercida en la verdad”, propuso.
El Papa recordó que la cuestión de los matrimonios entre divorciados
era un problema heredado por su antecesor Benedicto XVI y afirmó que “el
problema no se puede reducir a si pueden tomar la comunión o no, ya que
si se pone el debate en esos términos, no se entiende lo que es el
problema real”.
Francisco ha reiterado que se trata de “un problema grave” y que
existe “la responsabilidad de la Iglesia hacia las familias que viven
esta situación”.
“La Iglesia en este momento tiene que hacer algo para resolver los problemas de la nulidad matrimonial”, continuó Jorge Bergoglio.
El Papa adelantó además que el Sínodo de Obispos, en el que el papa
Francisco hablará con ocho cardenales entre el 1 y el 3 de octubre
próximo, abordará la cuestión de la nulidad matrimonial y la situación
de los divorciados que se han acercado a la Iglesia.
Durante el vuelo de regreso de Río de Janeiro a Roma, a fines de
julio, Francisco había reconocido ante los periodistas que lo
acompañaban que quería lanzar una profunda reflexión sobre esas
situaciones tan dolorosas para los católicos.
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