“La Teología de la Liberación tiene el mérito de haber soportado el maltrato como Jesús”
Hoy tenemos el placer de conversar otra vez con nuestro amigo José
Ignacio González Faus. Teólogo jesuita con numerosas obras, ha sido
también “una de las parteras” de la nueva primavera de la Iglesia, que
ha hecho posible que Faus celebre que “determinadas reivindicaciones y
valores que antes parecían heréticos ahora son palabras del Papa”.
Preocupado siempre por la situación
social, el teólogo denuncia que “el hecho de que 30.000 personas mueran
de hambre cada día no es una noticia, es una acusación”, y reclama la
obligación de la Iglesia de llevar a cabo medidas concretas:
“Una encíclica de Juan Pablo II dice que en tiempos de crisis todos los
objetos de culto valiosos que tiene la Iglesia deben enajenarse para el
servicio de las víctimas”, recuerda.
Cree que la Teología de la Liberación, “que tiene el gran mérito de haber soportado el maltrato como lo soportó Jesús” ya no puede ser
desautorizada, pero en cambio teme que el Papa Francisco va a correr
peligros serios: “En estos momentos ya se están uniendo fariseos y
herodianos para planear cómo acabar con el Papa”, lamenta, haciendo una
comparación evangélica.
Pero termina llamando a la esperanza: “Tenemos que tener fe, pero no
la de recitar el credo, sino la de saber que las cosas pueden cambiar”.
Has estado entre la gente que ha sostenido durante años el espíritu del Vaticano II, promoviendo y provocando
Bueno, todos estos años he intentado, como tú dices, promover el
espíritu del Vaticano II, que es el del Evangelio. Actualizarlo lo
máximo posible, ponerlo al día, hacerlo visible en el mundo y en la
Iglesia… Pero también he de decir que terminaba mis días con una
sensación de fracaso. Hasta que de pronto se ha encendido una luz, que
ojalá cuaje.
Algo que he dicho bastante en alusión a estos momentos es que ojalá no
nos pase como a los apóstoles cuando la ascensión. Porque todos tenemos
cierta tendencia al mesianismo, a esperar un Mesías que nos resuelva la
vida. Esto es muy comprensible, porque hay muchas cosas que
arreglar, pero ya cuando hice mi cristología dije que el hecho de que
Jesús sea el Mesías significa que nos ha hecho mesiánicos a nosotros.
Por tanto, el nombramiento del Papa Francisco, aunque supone una
alegría, no quiere decir que ahora todo vaya a ser fácil. Y también
requiere de una responsabilidad por nuestra parte: la de hacer las cosas
con rigor y con sentido del diálogo. El cristianismo debe volver a
ocuparse del mundo y, como dice el último documento escrito por el Papa, que nuestra estructura económica y política mundial no sea una estructura asesina.
¿La apertura de horizontes en la Iglesia ha sido un milagro inesperado?
Sí. Una de las cosas que me ha enseñado la historia es que sus grandes momentos
vienen inesperadamente. El miedo que yo tenía es que de pronto viniera
el milagro y nos cogiera sin estar preparados. Y otra cosa que enseña a
historia es la paciencia: La confianza de que lo que se hace por el
Reino con amor, los talentos que se invierten, no se pierden. En la
economía se pierden muchas inversiones, pero esto es distinto.
¿Y no crees que hay que reivindicar a la gente que precisamente ha
sido paciente todo este tiempo (tanto en la jerarquía como en las
bases), sufriendo mucho, porque lo que se imponía era un modelo único?
Sí, pero bueno, eso ya está pasado. Yo no quiero reivindicarme ahora
porque me hayan condenado antes, ni mucho menos decir “ahora os
fastidiáis, porque teníamos razón”. Lo que quiero es que dialoguemos,
que entre todos, sin espíritu de victoria ni de venganza, hagamos lo que
Dios quiere, que es trabajar por un mundo mejor. Ya Pío XII en el año
52 dijo que había que rehacer el mundo “desde sus cimientos”. Pero en
lugar de rehacerlo, creo que lo hemos estropeado todavía más.
¿Se ve un cambio de tendencia claro en la nueva dinámica eclesial?
Sí, claramente. Y además se han conseguido unos puntos que no tienen
vuelta atrás: Y es que determinadas reivindicaciones y determinados
valores que antes parecían heréticos o “de poco amor a la Iglesia”,
ahora los dice el Papa. Son palabras del Papa. Y como tales, son
totalmente legítimas y ortodoxas. Es decir, que ya no se podrán
desautorizar determinadas reivindicaciones de la Teología de la
Liberación o de los que pedían otra Iglesia como si fueran heterodoxas.
Ahora tienen perfecto derecho.
Pero el problema de la Iglesia no está sólo en las autoridades. Está en
que hay una buena parte de la base (que es quizá mayoría) que es de un
catolicismo fundamentalista que cree en un Dios del miedo y en una
institución brillante, y que aunque no tiene poder, a la hora de votar,
vota. Por consiguiente, es muy importante que nos dejen expresarnos y
explicarnos y que intenten entendernos igual que nosotros queremos hacer
con ellos.
¿Es decir, que no hay venganza ninguna, pero sí una reivindicación de la pluralidad?
Eso es. Un cambio de tendencia, como decíamos antes.
¿Y ese cambio está calando en las iglesias locales? ¿Ha llegado a España?
Creo que está llegando más fuera de la Iglesia. Hay infinidad de
gente no creyente que en esta situación de mundo desesperanzado, de
repente ha oído por ahí a un señor que es una autoridad y que además
tiene esa cercanía y esa simpatía, y que aun siendo un hombre religioso
no se va por las nubes sino que dice verdades elementales… y aunque esto
no les vaya a convertir, a esa gente no creyente se le ha despertado
una esperanza. Y lo más bonito que puede hacer la Iglesia es despertar
esperanza.
Que todos encuentren en la Iglesia una razón para seguir esperando, es
fundamental desde el punto de vista litúrgico, pastoral y de la
evangelización. Porque, aunque luego las esperanzas no se cumplan, ponen
en marcha muchas cosas.
Lo que veo es que ha calado más en los no creyentes que en los
creyentes. Entre los de dentro creo que va calando… El sector eclesial
que estaba pisoteado o adormecido está ahora contentísimo, y luego me
parece que la opinión se divide: Hay gente que se deja impactar por la
bondad que tienen las palabras de este hombre, y hay otra gente que no
ve más que populismo y demagogia. Después hay un grupo que oscila.
Pero, a pesar de todo, es un momento bonito de ver.
¿La Iglesia ha sido la única institución social que ha conseguido
resucitar? ¿Puede ser ejemplo para otras instituciones (financieras,
políticas, democráticas…)?
Sí. ¡Las instituciones de nuestras democracias necesitan tanta regeneración!
¿Es la exhortación apostólica Evangelii Gaudium una especie de
programa concreto del pontificado de Francisco? ¿Deja claro lo que
quiere en esta hoja de ruta?
Sí. Lo primero que me ha llamado la atención del texto es su estilo
tan sencillo, tan poco “encíclica” y tan poco “pontificio”. Es el estilo
de un hermano que se dirige a otros hermanos, y eso es lo primero que
llama la atención. Y pienso que sólo por esto será más leída que
cualquier otra encíclica, porque está al alcance de cualquier persona.
Luego, claro que hay un programa, y lo que nos toca a todos ante él es
aparcar nuestra propia reivindicación (no pedir cada uno lo suyo), y
colaborar en lo que podamos. Cada uno verá en su campo lo que puede
hacer. Ojalá, por ejemplo, que unos cuantos economistas (unos porque
sean católicos y otros porque sean de izquierdas) repiensen la economía.
Porque hay economistas que no comulgan con el sistema pero que dicen
que lo único que se puede hacer es “gestionar este sistema”, aunque sea
injusto. Así que a ver si ahora, en vez de conformarnos con gestionar un
sistema injusto, pensamos en cómo cambiarlo. Porque si estamos
convencidos de que el sistema es injusto, no podemos quedarnos con él y
mantenerlo.
Por otro lado, la reforma de la curia y de la Iglesia es una hoja de
ruta también muy importante. Haría mucha falta también una revisión del
Derecho Canónico (porque si Dios manda muy pocas cosas… la Iglesia no
tendría por qué mandar muchas). Pero personalmente creo que esto no se
hará.
En el libro Un Concilio entre primaveras, que acabamos de editar con
Herder, tu capítulo “Apología de un Concilio modesto” hace de conclusión
final…
Sí. Realmente fue un Concilio modesto, que no dio excomuniones, que
no impuso sino que propuso… Fue un Concilio humilde, a pesar de que hizo
denuncias muy serias.
Sin embargo, luego añades un título provocador (“La Iglesia
católico-romana no es la verdadera Iglesia de Cristo”) para decir que la
Iglesia debe ser servidora de los pobres, sacramento de Salvación, etc.
¿Es eso tu propia hoja de ruta?
Sí, pero es que eso es el Vaticano II, la Iglesia de la Fe (frente a la Iglesia de la seguridad que quieren los conservadores).
¿Se puede decir que el Vaticano II se congeló durante un largo periodo de tiempo?
Sí, sí, totalmente… El Vaticano II estuvo mucho tiempo metido en el
congelador. Yo me preguntaba cuándo lo sacaríamos de ahí y lo pondríamos
al baño maría. Todos los concilios, sobre todo los grandes, han
necesitado unos 50 años para empezar a calar en la Iglesia. Trento, que
aunque en la dogmática fue muy conservador en la práctica fue muy
avanzado, tardó mucho en imponerse. Es como una lluvia mansa que poco a
poco nos va calando, así que todavía tenemos que darle tiempo.
Yo admiro mucho a Rahner, pero creo que se equivocó cuando dijo que no
perdiéramos el tiempo haciendo exégesis del Concilio. Fue demasiado
optimista al pensar que el camino ya estaba abierto. Y sí hay que hacer
exégesis. Hay que volver al Vaticano II y rescatar la intención
fundamental que tiene todo texto. También la Biblia.
En época de Pablo VI se añadían frasecitas a los textos para que todo el
mundo estuviera contento, así que hay que volver a ellos para ver qué
cosas son accidentales y cuáles son esenciales. Hay que discernir cuál
es la flecha que dispara el texto del Vaticano II, y hacerlo en análisis
de la sociedad actual. Porque han pasado 50 años ya, y muchas cosas
pueden ser distintas.
Una de las reformas que parece señalar el programa del Papa es la
descentralización de la Iglesia: la reforma del Papado y de las
conferencias episcopales. Tú mismo lo has pedido muchas veces pero, ¿es
posible esa colegialidad?
Posible es, desde luego. Y creo que el Papa lo tiene claro. Otra cosa
es lo que le dejarán hacer y lo que podrá cambiar. Juan Pablo II dijo
que el Papa es “el siervo de los siervos de Dios”. Pero estamos muy
lejos de aquello. Sin embargo, el hecho de que Francisco, cuando fue
elegido y salió al balcón, no se llamara Papa sino obispo de Roma, es
enormemente importante. Porque si el Papa es el obispo de Roma, es un
obispo que tiene la misión de crear unidad entre todas las iglesias. En
cambio, la expresión “Papa”, que significa “padre de los padres” es una
expresión totalmente vertical que quita a las iglesias locales la
autonomía que tenían en el Nuevo Testamento.
El Papa no es el obispo de todas partes, sino el que debe fomentar la
comunión entre todas las iglesias. No hay iglesias independientes, pero
como dijo un dominico, “la Iglesia universal es una Iglesia de
iglesias”. Esto tiene unas implicaciones y unas consecuencias
inmediatas, que vienen de la mejor tradición cristiana, y que yo
reivindico mucho. Lo primero es que el nombramiento de los obispos debe
recaer en parte en las iglesias locales.
¿”Ningún obispo impuesto”, como decía tu libro?
Eso es. Y hay un principio que también es aplicable a la Iglesia, que
es aquel que dice “si no vivo como pienso, acabaré pensando como vivo”.
Eso es lo que le ha pasado a la Iglesia: que no podía pensar como el
Evangelio porque no vivía evangélicamente.
¿Vamos hacia un Papa “primus inter pares”, o es demasiado decir?
Creo que nos acercaremos bastante, pero no es extraño: durante el
primer milenio el Papado fue así. San Gregorio Magno envió una carta a
un patriarca de Alejandría diciéndole “no me llaméis Papa, que el título
de pastor universal es blasfemo”. Es decir, que esto ya se
reivindicaba.
¿La colegialidad nos acercaría al diálogo ecuménico?
Claro. Hay un teólogo ortodoxo que tiene un libro que se llama “Roma
de otra manera”. Esto nos recuerda la importancia de escuchar a los
observadores que ven Roma desde fuera.
¿Y también conllevaría la recuperación de la sinodalidad?
Sí, pero bien recuperada, porque el Sínodo de Obispos hasta ahora ha
ido languideciendo. Ojalá se le dé un papel no meramente consultivo,
sino deliberativo (con poder de decisión). Eso sería poner la
colegialidad en acto.
¿Qué te parece la encuesta para preparar el Sínodo, que está llegando
con más o menos dificultades a las bases? ¿Es un paso más en este
sentido?
Sí, es un paso muy importante. El hecho de que Roma consulte a las
bases es súper cristiano. Los obispos americanos sacaron un documento
bastante bueno llamado “Justicia económica para todos”. Tardaron dos
años en hacerlo, porque fueron lanzando preguntas a las bases y
recogiendo lo que pensaban. Sin embargo, la autoridad de entonces dijo
que ése no era un procedimiento correcto. Que era competencia episcopal…
Y en cambio hoy, esta iniciativa ha surgido del Papa.
¿Todos los organismos que existían de nombre en las iglesias locales
pero que no han funcionado (como los consejos pastorales) tienen que
reactivarse ahora?
Sí, y es responsabilidad nuestra. Es muy bonito hablar de la
colegialidad, pero si luego te invitan a una reunión y no vas porque vas
a perder dos horas… los organismos languidecen, y no siempre por culpa
de arriba, sino también por culpa nuestra. Es bueno que todos los
cristianos que ahora quieran colaborar e implicarse vean que hay ciertas
instancias de sinodalidad que ya existen, pero que deben volverse
vivas, y no solamente teóricas.
¿Puede que sea ése el reto más difícil de este Papa?
Uno de los más difíciles, claro, porque conlleva cambiarnos a todos
nosotros. No basta que un señor lo arregle, tenemos que convertirnos
todos.
En el libro de Susan Georg “Otro mundo es posible si…” se van enumerando
varias condiciones (por ejemplo, si cuidamos la tierra), pero la última
de ellas es “si cada uno de nosotros lo quiere”. Porque si no, por más
que señalemos caminos, se quedarán en nada. Por eso no me cansaré de
decir a los cristianos que quieren el Evangelio y que quieren una
Iglesia cambiada que no se desanimen. Porque aunque nuestra posibilidad
de cambiar las cosas sea mínima, por pequeña que sea puede ir creando
comunidades creyentes y redes cristianas, para que la responsabilidad de
cada uno aumente por la de todos.
¿Cómo resucitar el espíritu de ilusión del post-Concilio, cuando la
Iglesia estaba en la actitud misionera que ahora pide Francisco?
En la historia todo fracasa, lo que pasa es que luego los fracasos
fructifican de otra manera. Hemos de ser muy conscientes de que lo que
hagamos no lo hacemos por triunfar, sino por estar convencidos de que la
voluntad de Dios es ésa. Porque Jesús se merece una Iglesia mejor. Y
luego, debemos ser también lo suficientemente contemplativos como para
encontrar a Dios en ese trabajo.
Luego, si en este caminar no conseguimos lo que queríamos, sepamos que
tampoco lo consiguió Jesús, y sin embargo Dios le dio la vuelta al
asunto, y empezó todo el jaleo.
Dice el Papa que la Iglesia tiene que ser casa y no aduana. ¿Juega mucho con ese tipo de imágenes?
Sí, y hasta les ha dicho a los curas que en las homilías tiene que
usar también ellos imágenes. Vivimos en una cultura de la imagen, ya sea
visible o lingüística, porque las imágenes llegan muchísimo más.
¿Qué te han parecido sus denuncias del sistema capitalista como sistema que mata y que produce esclavos?
Son denuncias muy fuertes para estar en boca de un Papa. Eso de decir
“matar es un pecado y este sistema mata” es algo directo y fortísimo. Y
el Papa lo ha dicho. Ha dicho que nuestra forma de capitalismo
neoliberal es un sistema asesino. Y aunque sea enormemente eficaz, el
fin no justifica los medios en la economía.
Jean Zietgler, un economista suizo que fue secretario de las Naciones
Unidas dijo exactamente que si hoy un niño muere de hambre no es una
desgracia, sino un crimen. El gran pecado del mundo de hoy no son la
injusticia ni el odio, sino la indiferencia.
¿El silencio de los buenos?
O de los indiferentes, o de los que se interesan más por si ha ganado
el Barça o el Atlético de Madrid. No puede ser que la noticia de que
alguien ha muerto de hambre o de frío (y esto lo dice también el Papa)
tenga el mismo nivel que una noticia deportiva, de Fernando Alonso o de
quien sea. Los medios de comunicación deberían pensar seriamente en
esto. Hay noticias que no son información, sino llamadas a un
diagnóstico. Ante un diagnóstico médico uno no se queda impasible, sino
que busca el tratamiento que tiene que tomar. Sin embargo, hay algunos
medios que dan diagnósticos como meras informaciones neutrales. Que
30.000 personas mueran de hambre cada día no es una noticia, es una
acusación.
¿Es plausible la regeneración del sistema corrupto que pide el Papa?
Es posible, como decía antes, si la mayoría comos conscientes de que
necesita ser regenerado. Me gustaría saber cuántos de nuestros políticos
de izquierdas están contentos con nuestra democracia. Porque nuestra
democracia de democracia a penas tiene las dos primeras letras. La ley
de disciplina de partido y la ley electoral no tienen nada de poder del
pueblo. El 15M tenía toda la razón cuando pedía una democracia
verdadera. Pero cuando uno está en el sistema se ve que no se da cuenta
de qué cosas no funcionan del sistema.
No sé hasta dónde llegaremos, pero está claro que si caminamos en la
buena dirección, al menos algo avanzaremos. Si caminamos en dirección
contraria o nos quedamos quietos, entonces todo se estropeará más.
¿Hay que dejar claro que la corrupción es inadmisible?
Por supuesto. Ante esto recobra gran relevancia la frase de Jesús de
que no se puede servir a Dios y al dinero. Y aunque nuestro mundo ha
ideado un sistema en el que parece que se puede adorar a los dos a la
vez, no es así. O uno o el otro. Si no, el Dios al que se invoca siempre
será un Dios falso. Un ídolo. Y eso nos ha hecho llegar hasta el
absurdo de que un presidente que es un asesino material, que hizo una
guerra en Irak por asuntos de armas y de petróleo, rezaba antes de los
Consejos de Ministros. ¡Estaban rezando a un ídolo! Y esto es muy gordo.
¿Qué salidas abiertas ves?
Veo portillos abiertos, y creo que habría que pensar en los gestos
que pueden tener más fuerza. Porque no es lo mismo abrir una puerta en
la dirección que corre el aire que abrir sólo una rendija. En este
sentido, tengo una reivindicación personal por la que me gustaría que
todos empezáramos a levantar la voz: Hay una encíclica de Juan Pablo II
que dice que, en tiempos de crisis, todos los objetos de culto valiosos
que tiene la Iglesia deben enajenarse para el servicio de las víctimas. Y
lo dice como una obligación.
En cuestiones de culto, la Iglesia española tiene la Custodia de Toledo,
la Sagrada Familia y muchas otras riquezas. Imagínate (puestos a soñar
como Luther King) que la Conferencia Episcopal Española reconoce que
esto a Dios no le da ningún culto, por bonito que sea o por muchas
perlas que tenga. En cambio, que esto se pudiera poner al servicio de
los pobres y que repercutiera en los que pasan el día sin comer, sí
sería un gran acto de culto a Dios. Además de un gran gesto. Un portillo
por donde entraría un aire que podría hacer reventar muchas cosas.
¿Otra reivindicación necesaria es la de la Teología de la Liberación?
Sí. La Teología de la Liberación tiene el gran mérito de haber
soportado el maltrato como lo soportó Jesús. Sin negar que al principio
pudiera tener sus límites o sus incoherencias, como todo lo que nace.
Pero lo que está claro es que la Teología de la Liberación tuvo una voz
tan evangélica que no se ha vuelto a oír.
Y hay muchos teólogos que sin saberlo han coincidido con la Teología de
la Liberación, porque la Teología de la Liberación es Evangelio mismo.
Dios es el Dios de los pobres.
La Teología de la Liberación sí que merecería un reconocimiento ahora. Una rehabilitación.
Una vez que en la Iglesia se inicia una nueva tendencia, como está
pasando ahora con Francisco, ¿cabe la posibilidad de que se trunque por
completo cuando termine su pontificado, o quedará el recorrido?
No lo sé, porque en la historia se truncan muchas cosas. Pero tengo
una fe última de que allá donde se ha sembrado amor, eso acaba
fecundando. Aunque parezca que fracasa.
Cuando doy ejercicios siempre digo esto: que la muerte de Jesús nos
plantea la pregunta de si una vida entregada frente a tantos obstáculos,
al servicio del hombre y contra su opresión, tiene sentido en nombre de
Dios. Jesús dijo que sí, y yo le creo y le sigo. Cómo luego funcionara
la historia ya es otra cosa, porque la historia es el resultado de
movimientos de libertades, y a las libertades no las podemos manejar
como peones.
También quiero decir que cuento con que este Papa va a correr peligros serios.
En el Evangelio de Marcos, en el capítulo 3, tras narrar el éxito
inicial de Jesús, se cuenta que cuando Jesús salió de una curación se
unieron fariseos y herodianos para ver cómo acabar con él. Fariseos y
herodianos eran los máximos enemigos entre sí entonces, pero Jesús les
molestó tanto que se unieron para ver cómo acababan con él. Y yo creo
que en estos momentos ya se están uniendo fariseos y herodianos. No sé
quiénes son. No sé si es la CÍA, Al-Qaeda, la KGB, la mafia, la curia
romana… Pero en estos momentos ya estarán pensando cómo acabar con él
(aunque no sea matándole, porque hay otras maneras). De hecho, no creo
que le maten, porque se ha ganado tanto al pueblo que en estos momentos
no pueden matarle.
¿Crees que tiene enemigos tanto fuera como dentro?
Claro, y todos pueden estar pensando malamente de este Papa. No sólo
hay que preguntarse qué estarán pensando los obispos de este Papa, sino
qué estarán pensando en Wall Street de este Papa. Porque está atacando
directamente al sistema financiero mundial.
¿Como jesuita te sientes especialmente orgulloso del Papa?
Me sentiría igual de orgulloso si fuera franciscano o si hubiera
salido de los claretianos. Me alegro de que es un Papa bueno. Que sea
jesuita es curioso, porque San Ignacio decía que los jesuitas no debían
ser obispos (yo tengo un voto hecho de no aceptar obispados), pero el
Papa tiene la última palabra. Y puede ser que a raíz de este Papa los
obispados cambien de tal manera que los jesuitas puedan aceptar ser
obispos porque de verdad sea un servicio y no un poder. Pero de momento
creo que San Ignacio tuvo una gran intuición al decir que no fuéramos
por ahí porque nos estropearíamos.
¿Crees que se irán dando pasos hacia eso, como por ejemplo suprimiendo a los nuncios?
Lo primero debería ser que desaparezcan los cardenales, y que no se
llamen príncipes de la Iglesia, porque eso es casi blasfemo. Además son
un ejemplo de cómo las cosas degeneran, porque los cardenales
aparecieron por nombramiento del Papa para evitar que las familias de
poder intervinieran en la elección del obispo de Roma. Pero si la
Iglesia es efectivamente colegial, los cardenales sobran. Al Papa le
debería elegir un cónclave en el que estuvieran los presidentes de las
diferentes conferencias episcopales, algún general de órdenes
religiosas, algunos laicos…
¿”I have a dream”?
Sí, que nos dejen soñar. Y que nos conserven al menos lo que hayamos conseguido.
Tenemos que tener fe, pero no la de recitar el credo, sino la de saber que las cosas pueden cambiar.
Algunos titulares:
-Todos tenemos cierta tendencia al mesianismo, a esperar un Mesías que nos resuelva la vida
-El cristianismo debe volver a ocuparse del mundo
-Una de las cosas que me ha enseñado la historia es que sus grandes momentos vienen inesperadamente
-En la economía se pierden muchas inversiones, pero lo que se hace por el Reino con amor no se pierde
-Reivindicaciones y valores que antes parecían heréticos ahora son palabras del Papa
-Ya no se podrán desautorizar como si fueran heterodoxas determinadas
reivindicaciones de la Teología de la Liberación o de los que pedían
otra Iglesia
-Buena parte de la base de la Iglesia es de un catolicismo
fundamentalista y cree en un Dios del miedo y en una institución
brillante
-Ojalá se le dé un papel no meramente consultivo, sino deliberativo
al Sínodo de Obispos, que hasta ahora ha ido languideciendo. Eso sería
poner la colegialidad en acto
-Que 30.000 personas mueran de hambre cada día no es una noticia, es una acusación
-Nuestro sistema apenas tiene de democracia las dos primeras letras.
La ley de disciplina de partido y la ley electoral no tienen nada de
poder del pueblo
-Una encíclica de Juan Pablo II dice que en tiempos de crisis todos
los objetos de culto valiosos que tiene la Iglesia deben enajenarse para
el servicio de las víctimas
-Los templos bonitos o las perlas no le dan ningún culto a Dios. Lo
que sería un gran acto de culto a Dios sería poner esto al servicio de
los pobres y de los que pasan el día sin comer
-La Teología de la Liberación tiene el gran mérito de haber soportado el maltrato como lo soportó Jesús
-En estos momentos ya se están uniendo fariseos y herodianos para
planear cómo acabar con el Papa. Francisco va a correr peligros serios
-No sé si será la CÍA, la mafia o la curia romana… Pero en estos
momentos ya estarán pensando cómo acabar con él, aunque no sea matándole
-Tenemos que tener fe, pero no la de recitar el credo, sino la de saber que las cosas pueden cambiar
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