Enviado a la página web de Redes Cristianas
Al cabo de 4 décadas, la crisis económica , la desafección política
de la sociedad española motivada por los sangrantes casos de corrupción
de la élite político-económica y el creciente descrédito de la
institución Monárquica han hecho revisar tales esquemas, incluida la
tesis de la supuesta reconciliación nacional propagada por la “mass media” de la época de la Transición , todavía pendiente de su finiquito legal.
Así, el grupo de trabajo de la ONU sobre
desapariciones forzadas ha concluido en su informe preliminar que “el
Estado español debería asumir la tarea de esclarecer las más de 114.000
desapariciones forzadas que se produjeron en España durante la guerra
civil y la dictadura franquista” y ha lamentado que no haya “ninguna
investigación judicial efectiva en curso ni ninguna persona condenada”,
lo que atribuyen a “una combinación de diversos factores, como la
interpretación de la Ley de Amnistía de 1977”, (conocida como Ley de la
Reconciliación en la terminología transicionista).
Parafraseando a Wright Mills en su libro “The Power Elite
(1.956), el establishment del Estado español estaría formado por las
élites financiera-empresarial,política, militar, jerarquía
católica,universitaria y mass media del Estado español que serían los
herederos naturales del legado del General Franco y que habrían
fagocitado todas las esferas de decisión (según se desprende de la
lectura del libro “Oligarquía financiera y poder político en España”
escrito por el ex-banquero Manuel Puerto Ducet), iniciando asimismo una
deriva totalitaria que habría ya convertido a la seudodemocracia
española en rehén del establishment y que tendría como objetivo último
la implementación en el próximo quinquenio del “Estado Tardofranquista”.
Asistiríamos pues a la escenificación de una lucha enconada entre un
Tribunal Supremo, devenido en garante y tabla de salvación de las élites
político-financieras del establishment inmersas en el top-ten de la
corrupción, el nepotismo y el tráfico de influencias y el Tribunal
Constitucional convertido en el último reducto de la resistencia
democrática ante la progresiva implementación del nuevo Estado
Tardofranqista.
Dicho nuevo Estado beberá de las fuentes
del centralismo jacobino francés y del paternalismo de las dictaduras
blandas y vendrá refrendado por iniciativas como la aprobación de la
nueva Ley de Educación (Lomce);el rechazo del Grupo Popular a la
proposición no de ley de IU para “sancionar penalmente los actos de
apología de la dictadura franquista así como la actividad delictiva de
los grupos de ultraderecha”, la implementación de la censura en Internet
tras el cierre decretado por la AN de la web “Ateak Ireki” y la
previsible modificación del Código Penal para constriñir hasta su nimiedad los derechos de huelga, reunión y manifestación.
Así, no sería descartable la próxima modificación de la actual Ley de
Huelga a petición de la CEOE y una nueva y agresiva reforma del Código
Penal, en la que se penalizará la resistencia a la autoridad (tanto
activa como pasiva) y la convocatoria de concentraciones violentas por
cualquier medio de comunicación, (incluido Internet y las redes sociales
como Facebook, Twitter), con el objetivo inequívoco de hacer realidad
la frase de Fraga en su etapa de Ministro de la Gobernación del régimen
franquista (“La calle es mía”), a lo que se añadirá la adopción en las
ciudades gobernadas por el PP como Madrid, de medidas anticívicas
calcadas de la Ley franquista de Buen Gobierno (1948) y la posterior
implantación en todo el Estado español de un clon de la Ley de Vagos y
Maleantes (ley nacida en la II República y adoptada por aclamación por
el régimen franquista).
Finalmente, asistiremos a la implementación de la Doctrina Aznar que
tendría como ejes principales la culminación de la “derrota
institucional de ETA para impedir que el terrorismo encuentre en sus
socios políticos el oxígeno que le permita sobrevivir a su derrota
operativa” y el mantenimiento de la “unidad indisoluble de España “, lo
que se traducirá en el finiquito de la representación institucional
lograda por EH Bildu en base al apoyo popular mediante la ilegalización
del partido abertzale Sortu (tras la remisión por UPyD a la Fiscalía del
TSJPV de una denuncia penal contra el presidente de Sortu, Hasier
Arraiz, al que acusa de “justificar y reivindicar la actuación de ETA”) y
en la prohibición de la celebración del referéndum sobre la
independencia en Cataluña, medidas que conllevarán el final de la más
larga experiencia seudodemocrática de la historia del Estado española
(35 años).
GERMÁN GORRAIZ LÓPEZ- Analista
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