
fe adulta
El evangelio se empeña en acompañarnos dándonos su punto de vista, en este caso sobre asuntos económicos: evangelio y comportamiento económico son cosas que están muy próximas, aunque no nos lo parezca.
Dice el evangelio algo en lo que casi todos estaremos de acuerdo: DONDE ESTÁ VUESTRO TESORO, ALLÍ ESTARÁ VUESTRO CORAZÓN. ¿Cómo sabemos esto? Porque si una persona, un trabajo, una afición, una tierra, están en nuestro corazón, hablamos de todo ello con ilusión, con entusiasmo, con convencimiento, con el brillo en los ojos. Tenemos ese tesoro en el fondo del corazón.
Jesús dice que podemos tener un tesoro en el cielo que nadie puede robar y que jamás se estropea. ¿Cómo es eso, siendo así que el cielo no es la isla del tesoro? El tesoro en el cielo es lo que das al frágil. Ese es el tesoro del cielo. No lo creemos así porque pensamos que, si doy, yo pierdo y el otro gana. Pero el evangelio sostiene que, si das, el otro gana y tú también ganas.
¿Creeremos al evangelio? Y si no le creemos, ¿cómo vamos a ser seguidores y seguidoras de Jesús? Por eso nos preguntamos: ¿cómo ir teniendo un tesoro en el cielo?
· Tu tesoro es el tiempo que das: no tanto el que celosamente te reservas para ti porque sigues creyendo que el tiempo es oro, algo para tu uso exclusivo.
· Tu tesoro es la escucha que ofreces: esa escucha “amante” que reconoce la dignidad del otro aun cuando esté entre sombras.
· Tu tesoro es el camino que acompañas: todo el trabajo que te das para que alguien sea incluido con todos sus derechos en la sociedad.
Es fácil que digas: esos no son mis tesoros. Lo mío es el dinero, pasarlo bien y no complicarme la vida. Puedes cambiar: puedes ir desplazándote hacia ese tesoro del cielo que es lo que das, lo que te das. Acoge la palabra de Jesús que te viene a decir que en el tesoro del cielo, el de tu generosidad, encontrarás alegría.
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