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Vox se vende como la última barrera contra la tiranía, como el único partido que defiende a España de la corrupción, del separatismo y de las “élites progres”. Sin embargo, la realidad es bien distinta: el partido de Santiago Abascal se ha convertido en un refugio de oportunistas, un «chiringuito» político donde priman los intereses personales sobre cualquier ideología. Ver noticia
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