En nuestra diócesis hay pueblos sin sacerdote. Son muchos pueblos pequeños. (Yo pondría un interrogante y dejaría sin misa a los pueblos grandes, según la línea evangélica, con celebraciones de la Palabra).
Generalmente, a esos pueblos pequeños, en una zona de montaña, van, cuando es posible un cura algún domingo. Y los demás días acuden un grupo de seglares que hacen celebraciones de la Palabra. Y hasta el domingo que viene.
La experiencia que yo percibo es que cada vez participan menos seglares. Se van desenganchando y no se sienten parte de la parroquia. Lo consideran religión de segunda categoría. Dada mi experiencia de cura rural, pienso que habría que hacer las cosas de distinta manera. Lo importante es que los seglares se reúnan y dialoguen entre ellos. Que haya encuentro en torno a temas evangélicos. En un pueblo de seis habitantes yo he tenido la experiencia de que todos los sábados nos reuníamos 12 mujeres. (Venían de la ciudad a pasar el finde). Tomábamos el mejor café y probábamos las exquisitas rosquillas. Y eso, semana tras semana, da oportunidad de revolver los temas de evangelio y de la fe cristiana. Los fieles necesitan hablar de su fe, de sus problemas como personas y como cristianos, de los acontecimientos eclesiales que salen en los medios de comunicación.
Creo que es necesario que entre semana nos hagamos presentes en los pueblos pequeños un sacerdote o un equipo de evangelizadores, no tanto para celebrar la eucaristía, sino para mantener el fuego de la fe y de la comunidad.
Conozco curas con 12 pueblos para celebrar algún domingo en ellos, pero se conocen a todos los feligreses de las casas del pueblo porque una tarde de cada semana visita, charla, comenta con las personas en sus casas y a veces organizan reuniones periódicas en un día de la semana. Me encanta cuando me toca ir a algún entierro en el que los curas conocen a cada feligrés y saben cuál es su estado, celebran algunas meriendas y tienen oportunidad para dialogar de la realidad eclesial. Los encuentros a esos feligreses enganchados a sus curas.
Podría ser cuestión de buscar voluntarios, tanto de clérigos como de laicos para este visitar las parroquias entre semana. Si se quedan solo en ir los domingos, veo que se van apagando las relaciones de familiaridad.
Para esto necesitamos curas voluntarios que puedan realizar esta misión, por estar ya jubilados o en otras misiones y buscar laicos en equipos que recorran las zonas. Si esto requiere gastos, fenomenal invertir ahí el dinero en esos quehaceres pastorales. Podemos seguir con las celebraciones de fin de semana, pero sin dejar los encuentros en otros días.
Desde ahí sería relativamente fácil el ir creando grupos de zona. Pasemos de cumplir la misa (o el rito equivalente) a hacer creyentes unidos y mensajeros del Evangelio.
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