Igual es mi edad la que me lleva a pensar así y ver la realidad desde esta perspectiva.
Siento que en la sociedad pasamos de corrida, sin profundizar, sin meternos en lo profundo del mar de la vida y sus interrogantes. Tenemos tantísimas cosas y acontecimientos que nos ocupan, que nos llenan con poquitos la vida.
Está la realidad del disfrute, del deporte, de la comida y bebida, del dinero, del bienestar o malestar. Y yo corro el peligro de no profundizar. Lo inmediato me ocupa, jugando sobre las olas de los acontecimientos. Movidos por el viento del entretenimiento.
Se me ocurren estas ideas al vivir las fiestas de San Bernabé. Al ver el programa, hay tantos acontecimientos y entretenimientos que no nos queda espacio para analizar qué significó en la historia y qué significa actualmente la fiesta. Y eso mismo lo veo en cualquiera de las múltiples fiestas religiosas o civiles.
Cuando no son los acontecimientos, es la tele, pero dedicamos poco tiempo a pensar, a encontrar el sentido de nuestra vida y de nuestro hoy. Tenemos toda la vida muy ocupada. Quizás los ancianos tenemos más tiempo libre, más oportunidades de pensar y calar, de meternos en los profundo de nuestro momento y de analizar las cosas. Los anuncios llenan la mayor parte de los medios de comunicación. Las noticias, cuanto más superficiales sean, más nos atraen.
Me asustan las votaciones de hoy. Porque ¿cuántas personas han leído el contenido de las propuestas de cada partido? ¿O votamos según el ruido de los altavoces que nos invitan?
Quizás cada vez lo religioso tiene menos peso en la sociedad, pero encuentro que cada vez funciona más por convencimiento. En minoría, pero cada vez vivimos más en profundidad el Evangelio y al Dios de Jesús. Y eso lo veo positivo.
Sin embargo aún es necesaria una invitación a calar y profundizar en nuestros ritos. Pues suenan mucho a caminar sobre los ritos y las plegarias y decimos cosas que podríamos cambiar de sentido. Cuando rezamos un rosario todo seguido, da impresión de una recitación seguida sin pensarla, sin meditarla. Y lo mismo me suena muchas veces cuando cantamos. Menos rezos y más contemplación.
Una invitación al submarinismo. Dejemos el surfismo para los deportistas de ese arte.
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