“Exige al gobierno en turno que cumpla sus responsabilidades, que se comprometa a erradicar el clima de violencia e inseguridad que padecemos, pero de nosotros depende que los hijos y los jóvenes aprendan el valor del trabajo, del sacrificio y de la solidaridad, y que no nos dejemos corromper por las dádivas gubernamentales”.
Es la petición que, pocos días después de celebradas las elecciones que dieron la predidencia de México a la candidata de Morena, Claudia Sheinbaum -la primera mujer en ostentar ese cargo en la histioria del país latinoamericano-, ha hecho el obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi, a través de una carta pastoral titulada “No todo depende del Gobierno”.
“Esperamos que los elegidos sean muy buenos gobernantes y legisladores, para el bien de todos, también de quienes no les favorecieron con su voto. Pero lamento que muchos no tuvieron en cuenta esas cualidades, sino sólo quién les puede dar mayores beneficios económicos, quién les garantiza que sigan recibiendo su apoyo en dinero cada mes o cada dos meses, con quién pueden tener algún puesto que les reditúe mejores ingresos, y no les importó la historia y la forma de vida de sus candidatos. Cuando manda el dinero, se cierran los ojos y sólo se extiende la mano. Para muchos, en esto no cuenta su fe cristiana, sino sólo su interés económico”, señala monseñor Arizmendi.
No imitar al vecino del Norte
En este sentido, y a modo de ejemplo, pero sobre todo de advertencia, el obispo emérito de la emblemática diócesis mexicana señala que “puede pasar como con los candidatos a la Presidencia en Estados Unidos. Muchos apoyan a Donald Trump, a pesar de que el Tribunal de New York lo haya condenado por 34 cargos, a pesar de haber sido infiel en su matrimonio y a pesar de su postura tan racista ante los migrantes. Sólo se fijan en que con este candidato la economía nacional y personal puede mejorar. Se amparan diciendo que él está contra el aborto, pero no toman en cuenta que promueve la industria armamentística, la que produce tanto dinero y que provoca tantas guerras y muertes, y que defiende a los vendedores de armas letales que tanto daño hacen allá y aquí con nuestros cárteles; si hubiera más restricciones para adquirir un arma, habría menos muertes de inocentes. El dinero y la economía pueden cerrar los ojos”.
Por ello, citando el Proyecto Global de Pastoral 2021+2024 de la Conferencia Episcopal Mexicana, Arizmendi señala que “a pesar de que se han destinado grandes cantidades de dinero para consolidar nuestra democracia, siendo una de las más caras del mundo, no termina de afianzarse, dejando profundamente insatisfechos a muchos ciudadanos que se sienten desilusionados por esta forma de gobierno, sobre todo por los escándalos de corrupción, los salarios estratosféricos de políticos y funcionarios, la superficialidad de las plataformas de los partidos, la manipulación del voto que juega con la pobreza de la gente y los escasos resultados que se ofrecen para una vida mejor de los pueblos”.
De ahí que, finalmente, invite a actuar dado que “los ciudadanos tendremos que saber que la democracia no termina emitiendo nuestro voto, sino que es necesario dar seguimiento a este proceso, exigir el cumplimiento de las promesas de campaña y pedir la rendición de cuentas de manera transparente, deber al que todo político está obligado”.
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