La primera sesión del Sínodo sobre la Sinodalidad se cerró con la publicación del Informe de Síntesis, encargada de resumir los trabajos de la asamblea y relanzar los contenidos considerados prioritarios para el discernimiento de las Iglesias locales y para la profundización teológica y canónica con vistas a la formulación de propuestas para la segunda sesión, más de toma de decisiones, prevista para dentro de un año.
El primer hecho que surgió con una claridad sin precedentes durante esta primera sesión fue la diversidad de contextos socioculturales, opiniones teológicas y urgencias pastorales con las que la Iglesia católica tiene que lidiar hoy, lo que dificulta la formulación de respuestas válidas en todas partes y allana el camino hacia una descentralización que lleve a pensarla como una comunión de Iglesias locales.
El segundo hecho destacado en el encuentro romano es que las reformas para que Noi Siamo Chiesa nació y ha trabajado en estas casi tres décadas (pleno reconocimiento de la igual dignidad de todos los creyentes y superación de la división entre clero y laico/as, participación de Iglesias locales al nombramiento de los obispos, apertura de los ministerios ordenados a las mujeres, derecho a celebrar la Eucaristía en múltiples formas, abolición de la obligación del celibato para los presbíteros y reintegro de los curas casados al servicio comunitario, evaluación positiva de la sexualidad – por lo tanto revisión de la exclusión de la Eucaristía de los divorciados vueltos a casar y superación de cualquier discriminación contra las personas homosexuales - compromiso ecuménico por la paz, la justicia y la defensa de la creación, justicia para las víctimas de abusos cometidos por miembros del clero, etc.), hasta hace unos años patrimonio de pequeños grupos y excluidas de la discusión en los ámbitos institucionales, ya no se pueden evitar, están en el centro del debate eclesial. A ello contribuyeron ciertamente la consulta a las Iglesias locales, el proceso de preparación y la participación, aunque numéricamente insuficiente, de lo/as bautizado/as "no obispos" en la asamblea episcopal, lo que constituye un paso fundamental hacia una Iglesia verdaderamente sinodal.
Ciertamente, el punto al que ha llegado la discusión hasta ahora parece más avanzado en algunos casos: por ejemplo. el capítulo sobre las Iglesias orientales, cuyos intentos de latinización son estigmatizados y para las que el texto propone nuevas herramientas institucionales para reconocer su dignidad; el del ministerio del obispo, para el cual se destaca la necesidad de repensar los mecanismos de elección en un sentido más participativo y se prevén formas de verificación periódica de su trabajo; el de las agrupaciones de Iglesias, que allana el camino para la recuperación de las antiguas instituciones sinodales, el desarrollo de asambleas continentales y el fortalecimiento de las Conferencias Episcopales. En otros casos es más atrasado: el de la iniciación cristiana no menciona el vínculo entre la liturgia, en particular la Eucaristía, y la vida personal, comunitaria y social; el de los pobres, aunque reafirma esta "opción preferencial", no vincula "opción por los pobres" y "sinodalidad", por lo que resulta un poco espurio; sobre el clericalismo sólo hay un pasaje (párr. 11c), por lo que el tema no se explora en profundidad; Resultan desconcertantes la ausencia de una referencia explícita a las minorías sexuales, de las que se habló bastante en la asamblea, pero a la que en el texto sólo se hacen referencias alusivas, y el silencio sobre la posibilidad de una ordenación no sólo diaconal sino también presbiteral de la mujer. La misma opción de no dedicar un párrafo específico a los abusos, sino difundir referencias en varias partes del texto, resta fuerza al tema.
En este sentido, la tarea de Somos Iglesia es hacer crecer, con actividades proprias y fortaleciendo redes con otros grupos reformadores nacionales e internacionales (como los que dieron vida al evento "Spirit Unbounded" durante los días del Sínodo) el consenso hacia las reformas, buscando el contacto con los delegados más sintonizados o disponibles y ofreciéndoles herramientas de formación sobre temas controvertidos, para que lleguen mejor preparados a la sesión del próximo año.
Si la Iglesia católica mostrara la posibilidad de afrontar juntos los desafíos que enfrenta - en particular la solución radical a la cuestión de los abusos y el pleno reconocimiento de la igualdad de dignidad y el acceso a los ministerios independientemente del género, de la orientación sexual y el estatus de vida - y lograr la "unidad en la diversidad", ofrecería un testimonio profético a un mundo que parece incapaz de resolver sus crisis y gestionar sus diferencias de forma no destructiva.
Coordinación Nacional de Noi Siamo Chiesa
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