En un mundo en el que parece que las amenazas se multiplican y el miedo se propaga y amplifica, es bueno volver al silencio de la mente para escuchar en nuestro interior la voz que dice: “No temas”.
En otro tiempo, las personas pensaban que esa voz provenía de un dios separado que, como buen “padre”, cuidaba de nosotros e iba dirigiendo la barca de nuestra existencia. Era una forma de expresarlo. Sin embargo, el cambio cultural y, en particular, la revolución cognitiva que caracteriza a nuestro tiempo, va haciendo caer aquellas imágenes, potentes en otro tiempo, pero disonantes en el nuestro.
La voz que nos invita a no tener miedo -a confiar- no viene de ningún dios ni se dirige a alguna persona «elegida». Es una voz que nos habita y que se halla disponible para nosotros en todo momento. Solo precisamos estar atentos a ella, acallando el ruido mental y permaneciendo en silencio.
No tienes que creer nada, puedes experimentarlo por ti mismo. Si en este mismo momento, tu mente entra en silencio, ¿queda algún miedo? Claro que existen amenazas objetivas de las que necesitamos protegernos. Y el miedo es una alarma valiosa que nos avisa y previene. Pero no estoy hablando de esas amenazas objetivas ni de esos miedos saludables. Me refiero al miedo enfermizo que nos hace vivir asustados y temerosos. Este miedo es creado por la mente, se alimenta a sí mismo y construye escenarios fantasmagóricos que nos terminamos creyendo y que envenenan toda nuestra existencia y nuestras relaciones.
Frente a este tipo de miedos, nuestro maestro o maestra interior nos sigue repitiendo: “No temas”. No temas, porque lo que realmente eres se halla siempr
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