El 28 de octubre ha terminado el sínodo de los obispos de la Iglesia Católica y tendremos que esperar a la segunda sesión que se celebrará también en Roma el próximo mes de octubre para que el Papa tome la decisión final. De la primera nos ha llegado un documento de 41 páginas que trata de sintetizar los temas que se trataron entre los 460 participantes que eran de diversa índole. Hay que indicar que es la primera vez que cerca de 50 mujeres, no sólo pudieron participar en las discusiones, sino que tuvieron voto. La verdad es que aparte de la novedad es una cifra bastante pequeña si tenemos en consideración que la mayoría de los fieles en la Iglesia Católica son mujeres, que las catequistas son mujeres, que el porcentaje de personas consagradas femeninas es mucho más alto que el de varones, que las mujeres sostienen los templos y que no son sacerdotes, aunque algunas lo desearan, porque lo tienen prohibido.
Pienso que al Papa le interesaba el tema de la sinodalidad, de reunir juntos a católicos de todos los extremos del mundo en diferentes lugares, ministerios y oficios y para conseguirlo se crearon mesitas redondas donde todos los participantes podían opinar. Hay que reconocer que el formato fue un éxito rotundo ya que estuvieron que escucharse unos a otros y ponerse de acuerdo en presentar el documento discutido en cada mesa al conjunto. Me imagino que todos tuvieron que aprender, escuchar y renunciar a las ideas que traían de casa.
Creo también que ha quedado bien claro que la Iglesia africana hoy en día tiene mucho más poder que la occidental lo que no me extraña porque es una semilla de vocaciones sacerdotales y porque Europa y su civilización están perdiendo peso en el mundo entero. Llego a esta conclusión porque se habló de los matrimonios polígamos, pero no quisieron introducir, ni de paso, el tema LGBT declarándolo una ideología. Pero es que tampoco se planteó en el documento final.
También pudo la Iglesia africana contra una iglesia, más pequeña y marginada, que es la de la Amazonia que propusieron la aceptación de mujeres diáconos. Para algunos, dado que eran los signos de los tiempos y la Iglesia no se puede mover por estas cadencias, la negativa era absoluta, una idea a la que a la que se sumaban los partidarios de la tradición. Por el otro lado, se situaban los que defendían que las mujeres habían sido diáconos en la primitiva Iglesia y que de hecho estaban ejerciendo este ministerio en algunos lugares dada la carencia de sacerdotes.
Por otro lado, el texto afirma que hubo gran interés en la asamblea de que las contribuciones de las mujeres fueran reconocidas y valoradas y que su liderazgo pastoral se incrementará en algunas áreas. Lo más curioso del tema es que cuando se votaron estos párrafos en el documento final casi un 20% de participantes votaron en contra. A las mujeres en algunos lugares del mundo católico, “ni pan ni agua”.
Era el momento de demostrar lo que una comunidad de iguales supone, pero las discusiones sujetas a confidencialidad y tras puertas cerradas no ayudan en ese sentido. El sínodo era un ejemplo de una Iglesia que rezaba junta y en la que todos tenían absoluta libertad de opinión y de palabra ¿Qué motivo había para mantenerlo secreto? El magisterio, que siempre había hablado entre ellos, mientras que el pueblo recibíamos pasivamente los mandatos se veía obligado a andar juntos, a discernir entre todos los deseos del Espíritu Santo, aunque retuvieran la mayoría del voto y eso era positivo para mostrar al mundo entero.
Todos vamos hacia una meta común pero no discurrimos por la misma senda que es muy ancha y dependemos de nuestra cultura. De aquí que unos vayamos por la izquierda, otros por la derecha y la mayoría por el centro. Eso sí, también hay que pensar que unos van más deprisa que otros. Creo que el sínodo ha dejado bien claro este camino pues trajo comunión, escucha y comprensión desde los diferentes lugares y culturas del mundo en los que hay católicos. Es lo que quería el Papa una Iglesia unida de iguales, aunque este último apartado vaya a tardar mucho tiempo en realizarse. Veremos lo que aporta el sínodo el próximo año.
Isabel Gómez Acebo
Religión Digital - 05.11.2023
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