Este documento es como Francisco describió a Santa Teresita hace un mes: esencial y de síntesis.
Francisco y el futuro de la teología
El Papa ha reformado la Pontificia Academia de Teología mediante la Carta Apostólica “Ad theologiam promovendam" para adecuar su misión a la época actual y esto sirva como referencia para la teología en general. No es un simple deseo o una prédica almibarada, sino que … “ordena que tenga valor estable y duradero, a pesar de cualquier disposición en contrario”.
Es una expresión poco común en Francisco, lo que demuestra la importancia que él, asumiendo su rol de Pedro con "las sandalias puestas”, quiere para el desarrollo teológico. Frente a tanta charlatanería siniestra dando vuelta, Francisco quiere orientar el pensamiento teológico que sustenta el obrar pastoral.
No es que la Pontificia Academia de Teología sea una fabricante de dogmas. Es uno de estos organismos que, más que decir “la última palabra definitiva” sobre su área, lo que intenta es promover, estimular, ser crítica, etc. El Papa vuelve hacia ella para ponerla al servicio de una Iglesia sinodal y en salida.
Francisco, con su larga experiencia intelectual y pastoral, un hombre acostumbrado a la complejidad del pensamiento, que se deja permear por la realidad y no tanto por ideas fijas, se ha dado cuenta que si no cambia la teología, no cambian las ideas y si estas siguen igual, lo mismo sucederá con la Iglesia
Afrontar profundas transformaciones culturales
El documento quiere promover la teología en la línea de una tradición de dos mil años. No es una innovación “comunista” ni “peronista”, como les gusta desacreditar a Francisco sus enemigos.
Desde el nacimiento del cristianismo, los seguidores de Jesús vieron la necesidad de confrontar la novedad del Señor con la realidad en la que vivían. También para defenderse de críticas como aquellas que decían que eran “ateos” o cosas peores.
Al Dios que se encarnó en la historia y en un pueblo, solo podemos seguirlo en la realidad. Esto requiere reflexionar la historia cambiante a la luz de la Revelación. No basta la mera “repetición de fórmulas abstractas del pasado". El poliedro de la historia se enriquece continuamente con el pensamiento complejo del hombre de fe que dialoga con el mundo y está a su servicio. Es el cambio expresado por el Concilio Vaticano II en la relación Iglesia-mundo.
Francisco contrapone la teología de escritorio y la teología de la vida real. Solo se capta la realidad viviendo en ella, no en un limbo de correctas bibliotecas de escritos y autores autorreferenciales. Un conocimiento que termina siendo insípido, perdido en océanos de citas que no aportan nada a la vida. Son ausentes con aviso “En el corazón de las masas” (R. Voillaume).
Jesús se mezclaba con la gente, comía con ellos, se interesaba de verdad por sus vidas, escuchaba, reía, entendía preocupaciones y dolencias…no desde el podio del burócrata (el que gobierna desde el escritorio, “bureau”) sino desde el compartir y comprometerse con las situaciones particulares, que eran ocasión para iluminar las realidades humanas que aún nos interpelan.
El Papa pide una teología encarnada, al servicio de la Iglesia y del mundo, que amplíe sus fines. Que “huela a pueblo y a camino, y con sus reflexiones vierta aceite y vino sobre las heridas del hombre». Una teología para “interpretar el Evangelio en las condiciones en que viven diariamente los hombres y mujeres, en diferentes ambientes geográficos, sociales y culturales y teniendo como arquetipo la Encarnación del Logos eterno, su entrada en la cultura, en la visión del mundo, en la tradición religiosa de un pueblo”.
Francisco ha llegado a la Academia… para “hacer lío” y “cambiar” la teología.
El Papa pide un cambio de paradigma en la teología. Esto significa que los motivos que la animaban hasta ahora, tienen que ser revisados para ponerla al servicio de otra cosa. La teología, así como está, no sirve para mucho y es usada como sostén de ortodoxias y ortopraxis incorrectas.
El Papa requiere una “inflexión”, no simplemente un “mejoramiento”, “algunas correcciones” …para que todo siga igual. De este modo va a las causas del pensamiento teológico, no se conforma con retocar algunas formas externas. Habla de una actitud profética, de una «revolución cultural valiente».
Francisco ha llegado a la Academia… para “hacer lío”. Para “traer fuego” No pretendamos que esto pase sin pena ni gloria. Los grandes teólogos que dejaron huella en el pensamiento cristiano no fueron aburguesados amanuenses cómplices del establishment de su tiempo. Ellos revolucionaron el pensamiento desde el Evangelio, interpretaron, metabolizaron, cribaron… y tuvieron una palabra para iluminar los gozos y esperanzas, los sufrimientos de la gente de su época.
El teólogo tiene una misión profética dice Francisco. Y el profeta está destinado al martirio, a la persecución, incluso por “aquellos que los maten pensando que está prestando un servicio a Dios (Jn 16,2). Esta teología tiene algo de Quijote, “no puede reducirse a una actitud “táctica”, adaptando extrínsecamente contenidos”. La actitud táctica sirve para que “El Príncipe” se adueñe del poder, no para que el Evangelio redima desde la cruz pascual.
Este documento es un varapalo para quienes en estos años han sido repetidores de dogmas mal interpretados y se han puesto al servicio de fundamentalismos políticos, económicos, etc. que alientan de teologías de la prosperidad, negacionismos de todo tipo, justificaciones de las guerras, falsas meritocracias explotadoras de los pobres, paraísos fiscales y toleran un cuarto de la población mundial con hambre, un planeta amenazado y la mayor desigualdad injusta y evitable que ha conocido la humanidad.
Método inductivo y dialogal
Este es el método que dialoga “entre diferentes tradiciones y diferentes saberes, diferentes confesiones cristianas y diferentes religiones, comprometiéndose abiertamente con todos, creyentes y no creyentes”. La Iglesia que, en otro momento histórico, con menos saberes, fue un poco ambigua con la incipiente ciencia, hoy es su adecuada defensora frente a los fundamentalismos posmodernos que cautivan a multitudes desencantadas con un “racionalismo” por el que se sienten estafados.
Francisco dice que, “sin oponer teoría y práctica”, la teología debe seguir u método inductivo, que parta de situaciones concretas y así discernir los “signos de los tiempos” para anunciar a Cristo. Amar a la humanidad a partir del prójimo concreto.
Teología del Pueblo y sinodal
Rescata al Pueblo como sujeto hermenéutico, valorando su sentido común, “para que la fe se convierta en cultura, es decir, ethos sabio del pueblo de Dios, propuesta de belleza humana y humanizadora para todos”.
La teología que el Pueblo de Dios necesita muchas veces no es la que actualmente se hace. Porque es una teología clerical producida para justificar el poder de la estructura eclesiástica en nombre de Dios…sino no habría tantos abusos de todo tipo, empezando por los de la pederastia, que no se asumen ni en sus consecuencias ni en sus causas.
En la última Asamblea Sinodal latinoamericana se afirma «El clericalismo comienza a formarse desde el ingreso al Seminario ...Constatamos que la doctrina del Concilio Vaticano ha sido recibida de un modo incompleto y, las Normas de formación de los seminaristas, prácticamente olvidada.” (J. Costadoat, RD, 26.09.2023)
Allí reciben un pobre bagaje racional catecismero, crítico solo para chismorrear sobre internas eclesiásticas. Un mero entrenamiento en “tácticas” proselitismo perimido para copar espacios de poder y prestigio. Como “Ya se sabe todo”, no se dialoga, se repite "lo de toda la vida".
“Apartados, segregados y alejados del pueblo, porque el pueblo es pecado, mientras que el clero…, es el santo…parte importante de las “fuerzas vivas de la localidad” y referente -ahora frustrado- de ética y moralidad, más por sus ornamentos raros, misteriosos y mágicos, sermones y homilías, que en la realidad de sus vidas familiar, social y convivencial”. (A. Aradillas, RD, 02.11.2023)
Cambiar la “Autorreferencialidad” por la “Transdisciplinariedad”
La teología a la que llama Francisco “no se encierra en una autorreferencialidad que conduce al aislamiento y a la insignificancia, sino a percibirse inserta en una red de relaciones, en primer lugar con otras disciplinas y otros saberes”. Tenemos que escuchar al mundo y discernir sus progresos, allí también está presente la Palabra de Dios. El Espíritu Santo no está encerrado en los templos clericales, sino que sopla en el santuario del mundo llevando el aire fresco de la Misericordia divina.
La teología debe estar abierta al “diálogo transdisciplinario con otros saberes científicos, filosóficos, humanísticos y artísticos, con creyentes y no creyentes, con hombres y mujeres” … de diferentes confesiones, y desde la comunidad académica “tejer redes con otras instituciones formativas” … y “penetrar, …con originalidad en los lugares existenciales donde se elaboran conocimientos profesiones y comunidades cristianas”.
Sinodalidad y misión
La Iglesia ha dado el salto a la participación sinodal como acontecimiento más importante de los últimos pontificados. Ésta compromete a los teólogos a escuchar, dialogar, discernir e integrar propuestas. No pueden pasar de largo.
La teología ha de colocarse al servicio de la evangelización de la Iglesia y de la transmisión de la fe, para que la fe se convierta en cultura, es decir, ethos sabio del pueblo de Dios, propuesta de belleza humana y humanizadora para todos...una teología “popular” dirigida misericordiosamente a las heridas abiertas de la humanidad.
Guillermo Jesús Kowalski
Religión Digital
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