Mt 25, 1-13
«Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron»
¡Carpe diem! —había dicho Horacio—, aprovecha el momento, no malgastes tu vida, porque se acaba y sólo se vive una vez… ¡Despertad! —nos dice Jesús—, que estáis adormilados y os estáis perdiendo lo mejor de la vida. Estad alerta, aprovechad el tiempo, haced rendir vuestros talentos, obrad siempre mirando al final. No olvidéis que esto es camino, que nuestra tarea aquí no es instalarnos en una posada confortable, sino caminar hacia el destino que Dios nos ha preparado…
Sí. Jesús era muy radical y nosotros muy templados. En este pasaje, y otros muchos del evangelio, es de notar la radicalidad con la que Jesús nos urge a replantearnos la vida. A la mayoría de nosotros, la fe en Jesús nos lleva a moderar un poco nuestro modo de vivir, a compartir algo más, a consumir algo menos... Hemos hecho el milagro de compaginar el seguimiento de Jesús con la sociedad de consumo, pero Jesús vive solamente para el Reino, para servir, para salvar, y nos urge a hacer del Reino el centro de nuestra vida; nos urge a ocuparnos de los hijos de Dios que sufren en el mundo.
Ruiz de Galarreta desarrolló en su día la idea de la urgencia con la fuerza y la lucidez que le eran características, y nos van a permitir incluir aquí lo que decía:
«La urgencia es que millones de hermanos míos se mueren de hambre. La urgencia es que millones de niños son prostituidos. La urgencia es que millones personas no pueden creer en Abbá porque no ven en su vida nada de hermandad, ni han tenido nunca cariño. La urgencia es que tampoco en nosotros ven amor y solidaridad, y lo que sí ven es que no damos soluciones a los problemas del mundo. La urgencia es que nos preocupamos más de invertir bien nuestro dinero que de dar de comer al hambriento.».
«La urgencia es que nosotros la Iglesia nos preocupamos mucho más de nuestros problemas internos que de la explotación de los miserables. La urgencia es que, por todo eso y por mucho más, no creen en nosotros la Iglesia, y así no pueden creer que Dios les quiere… La urgencia es que la frase terrible de Jesús a los escribas y fariseos «¡ay de vosotros que ni entráis ni dejáis entrar!», nos concierne de lleno».
«Hay muchas personas, seguidoras de Jesús, que hacen presente por todo el mundo el amor del Padre trabajando heroicamente por sus hijos. Pero entre nosotros, la magnífica Iglesia del primer mundo, somos más los que dormimos con las lámparas apagadas. Y ésa es nuestra propia y personal urgencia. Nosotros nos estamos perdiendo la fiesta, nosotros no esperamos al Novio, nosotros tenemos poco que ver con el Reino… Ésa es nuestra urgencia personal» …
Termino. Nosotros la Iglesia, que deberíamos ser semilla revolucionaria poderosa dinamizadora de la transformación de la sociedad, vivimos adormilados o sumidos en estériles intelectualismos para iniciados, y ya va siendo hora que dejemos de mirarnos el ombligo y comencemos a mirar a nuestro alrededor.
Miguel Ángel Munárriz Casajús
Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo sobre este evangelio, pinche aquí
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