Fue durante la JMJ en Río de Janeiro, en 2013, cuando el Papa Francisco dijo a los jóvenes argentinos en un encuentro en la catedral de San Sebastián "¡Hagan lio!... Quiero lío en las diócesis, quiero que la Iglesia salga a la calle!" Hacía poco que Francisco había sido elegido Papa. Pronto causó admiración y sorpresa entre los fieles, y en el mundo en general por su talante, sus gestos y su proximidad con la gente. Su viaje a Lampedusa el 8 de julio de 2013 y su discurso constante de una Iglesia hacia las periferias comenzaron a cuestionar la manera de entender la fe de muchos católicos y la manera de afrontar, a nivel de sociedad mundial, la realidad de los más pobres del planeta.
Diez años después, el grito de Francisco en la JMJ de Lisboa ha sido el de " Todos, todos, todos", refiriéndose a que en la Iglesia nadie puede ni debe quedar excluido. Una alusión clara y directa a las católicas y católicos con una orientación sexual diferente. Seguro que la JMJ de Río fue un revulsivo y un punto de arranque en cuanto a vivencia de la fe y de compromiso para muchos jóvenes, tanto a nivel personal, como también de grupo, a nivel de parroquias, asociaciones, movimientos, etc.
Sin embargo, tengo mis reticencias a la hora de valorar como positivas algunas de las iniciativas evangelizadoras juveniles surgidas entonces y en pleno auge de expansión en estos momentos. Para no dar pábulo a hipótesis sobre cuáles podrían ser, me permito citar directamente una: Hakuna. No seré yo quien haga un juicio sobre el contenido y los métodos utilizados por los propios jóvenes, tutelados por algunos adultos y por su fundador principalmente. Tengo la impresión de que en todo ello abunda el sentimiento y la sensación, que también son importantes y necesarios, sólo faltaba!, por encima de la razón, como sinónimo de reflexión y de crítica. Me preocupa, o no veo claro, para ser más exactos, que la adoración, y más concretamente el tipo de la misma, la manera de hacerla y las circunstancias externas que la rodean, sea la manera más propicio e idónea para ayudar a crecer y madurar la fe de los jóvenes y ayudarlos a afrontar un compromiso de verdadera transformación social del entorno más próximo y más alejado.
No sé si el Papa Francisco iba por ahí cuando dijo entonces "¡hagan lío!". Yo diría que no. Sobre todo, después de leer sus encíclicas, documentos y escuchar los mensajes que, de manera constante, dirige a la gente que se congrega para escucharlo. Pero lo que más me preocupa es que a lo mejor "le estén colando un gol por la escuadra" y él sin enterarse. Y no, precisamente, porque no quiera o no sea capaz de darse cuenta; sino porque los eclesiásticos que le rodean, también algunos de los obispos por él nombrados, tratan de ocultarle una realidad con la cual ellos se sienten muy a gusto y del todo auto complacidos.
Espero que estos eclesiásticos no hagan lo que puedan y esté en sus manos para descafeinar, o, peor aún, tergiversar o adaptar a la "moral" por ellos interpretada, el "todos, todos, todos" de Lisboa 2023. Porque podría llegar a suceder, parafraseando a Mafalda, que pudiéramos llegar a quedarnos en "todos, todos, todos, pero unos todos más que otros".
Juan Zapatero Ballesteros
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