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jueves, 27 de julio de 2023

TRANSITOLANDIA. ISLA DE LA TRANSICIÓN


col francisco garcia

 Pasados los 80 apremia el tiempo y nace el deseo de desafiarle con la mejor opción de la que uno dispone: vivir en permanente tránsito transformador de la realidad presente y de la del futuro. 

Si la Realidad presente -cambio de época- es la gran incomprendida, ni la Inteligencia Artificial la entiende, la futura, que roza los niveles del misterio, lo es mucho más. Entonces ¿cómo pasar de la ignorancia de lo que somos a la conciencia de lo que queremos ser? 

¿De la inseguridad, la incertidumbre, la duda, a la seguridad y a la certeza que ansiamos poseer? ¿Del miedo, ira, agresividad, odio y sentimientos débiles, a la fortaleza del Amor y la Responsabilidad?   

¿De la Nada al Todo?  ¿De la vida que vivimos, a la Vida que esperamos? ¿De la muerte a la inmortalidad? 

Buscamos el tránsito del mundo anárquico y desalmado a un mundo armónico y con alma. Queremos el cambio del necio, al culto; del ignorante, al sabio; del orgulloso, al contento; del humano robot, al simplemente humano; del mentiroso, al verdadero; del maniqueo doble, al de un solo amor; del superviviente, al que viva con alguna dignidad. 

“Findelmundismocatastrofismofatalismo”, son palabras demoledoras. “Nihilismo, edadismo, futurismo”, no lo son menos. ¿Qué hacer? 

La comprensión de estas realidades nos lleva a la convicción de que solo en el amor y en el dolor podremos encontrar la transformación.  S. Agustín. Se precisa agradecimiento y reconocimiento de lo que somos y el de lo que podemos ser, ese por-venir que está a las puertas. La escucha del mensaje del cosmos y de nuestra propia conciencia obliga a seguir aprendiendo el lenguaje certero de la vida, de la realidad del presente, que no entendemos, y de la futura que ignoramos. Esforzarse por interpretar los acontecimientos y la realidad de cada día es vivir nuestra grandeza espiritual o nuestra pequeñez humana. Significa vivir en “tránsito transformador”. Vivir el aquí y el ahora.    

El vacío, la soledad, el desierto, las tinieblas, las falsas creencias y demás limitaciones humanas, nos están reclamando plenitud, luz, agua, verdad, fe, fenómenos que suponen largos tiempos para llegar a procesarlos y conseguir su transformación. El paso hacia el futuro será cuestión de esperar y ser pacientes viviendo la nueva mentalidad.  

Quienes han tenido experiencias próximas a la muerte hablan del “túnel de luz”, por donde caminaban muy a gusto, hasta que se vieron obligados a regresar a la tierra de los mortales para vivir el día a día. Otros lo entendieron con la sencillez del poeta: “al andar se hace camino / se hace camino al andar”, y, en ese caminar, encontraban la transformación. No faltan quienes lo hacen viviendo entre el cielo, la tierra y el mar. Pensar en palabras como Reencarnación, Renacimiento, Regeneración, Resiliencia o simplemente Cambio, hablan de procesos y tránsitos lentos de transformación. Pero la expresión más trágica, y no por eso menos poética, es comparar ese momento del camino con una matanza: “matando muerte en vida la has trocado”. Fue la explicación sanjuanista del tránsito transformador del alma  en una nueva vida. “Amada en el Amado transformada”. Es Jesús, con su Vida-Muerte-Resurrección-, “lleno del espíritu divino”, quien explica la verdadera transformación e invita, asímismo,  a hacer el tránsito a la transcendencia. Son el “más acá”, el camino a recorrer, y el “más allá,” la meta a conseguir, que no percibimos con los sentidos, pero que resultan ser lo realmente real, como la vida misma.  

La realidad, como la vida o la muerte, con todo lo bueno y lo malo que acarrean consigo, se vuelven hermosas cuando sabemos qué hacer con ellas. Lo que, a primera vista, parece incomprensible, y la muerte y la vida lo son, con el paso del tiempo y los años, nos descubren el sentido de la vida y de la muerte, a la vez que nos enseñan a aceptarlas con amorosa benevolencia.  

Vivir en Transitolandia quiere decir seguir lo que nos dice la conciencia en el momento presente, y realizar nuestro tránsito de cada día... 

¡Vivir plenamente el Presente es encontrar la Eternidad que se esconde en el Aquí y el Ahora del presente con con-ciencia y con paciencia!  Hoy día los seres humanos sabemos muchas cosas. Sabemos que somos peregrinantes, caminantes, viajeros del mundo. Sabemos de dónde venimos, pero, ¿sabemos por qué estamos aquí y a dónde vamos?  

En mi infancia le oía decir a mi madre:  

Peregrinos somos y al cielo vamos. 

Pronto llegaremos. No nos detengamos. 

Sucede que nos despreocupamos de ese destino a cada paso. Ignoramos lo que somos, qué es lo que nos mueve, lo que sentimos, la conciencia que tenemos, si está en nuestro cerebro o en la punta de los pies, y, por eso, caminamos por el mundo, en ocasiones, al abrazo del hermano, y otras, pisoteándole sin compasión. Confundimos egoísmos con realidad. Conciencia con deber. 

Si pasados los 80, -en mi caso 85- ese monstruo invisible que llamamos tiempo, es nuestro desafío o nuestro enemigo a derrotar, “matar el tiempo”, solo nos queda salir de él, o “darle vida”, entrando en el mundo cuántico o espiritual, donde todo es atemporal y donde podrá realizarse la auténtica transformación y tránsito a la trascendencia.  

En la década de los 80 hay algo que nadie puede eludir: el tránsito transformador como seres libres buscando la verdad, ya que sin ella, no habría ni siquiera libertad. 

Quizá la única explicación razonable de ese momento sublime que llamamos tránsito, sean el gozo, la paz y la valiente aceptación en la manera de vivirlo. Por ley de vida, todo envejece y, “dentro de 100 años…, también nosotros nos convertiremos en recuerdo, aunque no sepamos el día ni la hora. 

Las huellas de nuestro tránsito por este mundo serán el signo inequívoco de la sensibilidad o el amor que hayamos dejado a nuestro paso.  

Al fin, somos semillas que, enterradas, unas mueren y otras florecen, dando sus frutos a su debido tiempo.  

Tiempo al tiempo”.

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