fe adulta
En este hermoso relato, seguramente creado por el autor del evangelio, se pone en boca de Jesús una afirmación sorprendente: ofrece un agua que apaga la sed de modo definitivo. ¿Qué agua es esa?
Como sabemos, la sed habla del anhelo humano -el humano es un ser anhelante- y el agua se refiere a la plenitud que puede saciarlo y, también, al modo de alcanzarla.
La enseñanza religiosa cristiana ha entendido que la plenitud se alcanzaba gracias a la fe en Jesús. Él sería el único salvador y el portador de aquella agua “que salta hasta la vida eterna”. Lo cual encaja bien con una creencia humana bastante generalizada, sobre todo en la época en que se escribe el evangelio, según la cual, la respuesta a nuestro anhelo debemos buscarla fuera, en un dios que nos salve. Creencia que conecta de modo inmediato con lo que es la experiencia infantil.
Sin embargo, parece claro que no hay “algo” -ningún objeto, ni siquiera divino- que sacie nuestro anhelo y mucho menos que venga de “fuera” (¿de dónde?). Nuestra plenitud no es algo ni viene del exterior. Nuestra plenitud consiste en ser lo que somos y el camino para verla es la comprensión.
Lo que apaga la sed de modo definitivo es la comprensión experiencial de lo que somos. Una vez comprendido, todo se ilumina, ya estamos en casa. Luego habrá de continuar nuestra existencia cotidiana, con todas las limitaciones que conlleva, pero habrá cambiado algo decisivo.
A falta de esa comprensión, vivimos entre brumas de creencias, atados en todo caso a la suerte del yo, con el que nos habíamos identificado. La comprensión nos permite caer en la cuenta de que no somos el yo -otro objeto más dentro del campo de la consciencia-, sino la consciencia misma, siempre a salvo.
Seguiremos viendo cómo el yo -nuestro cuerpo, mente y psiquismo- sigue sintiéndose afectado por lo que nos sucede: somos seres sintientes. Pero estaremos capacitados para vivirlo desde la comprensión que nos desvela que nuestra verdadera identidad -una con la vida y con la Totalidad- es inafectada. La comprensión nos habrá regalado plenitud y la clave para vivir con acierto.
¿Dónde busco la respuesta a mi anhelo profundo?
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