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Francisco, Reformador por la Cuarta Vía. Ni restauración, ni ruptura, ni solo renovación, sino reforma
De Benedicto a Bendecido
Hace diez años titulé De Benedicto a Bendecido el primer gesto del nuevo obispo de Roma: jesuita argentino con nombre franciscano invita a rezar en silencio. Esperábamos bendición papal, pero él pide primero que el Espíritu nos bendiga. El gesto clave de hermandad universal auguraba bendiciones, cumplidas año tras año con gestos, palabras y silencios, retratos de un estilo pastoral de misericordia evangélica, discernimiento espiritual y comunión de caminantes en el Espíritu. Así promueve la “conversión del Papado” y la “conversión pastoral” de una iglesia que deje de hablar “más de la ley que de la gracia, más de ella misma que de Jesucristo, más del Papa que de la Palabra de Dios (“Evangelii Gaudium”, EG, 32-38). El poliédrico Francisco (EG 236): discierne como san Ignacio, para reformar, compadece, como san Francisco, para sanar ; escucha y acompaña, como san Alfonso Ligorio, para reconciliar.
No caben aquí recopilaciones. Me limito a un tema: la audacia de Francisco para ir por el “Camino de en medio” (que no el “punto medio”, sino “la cuarta Vía” de conversión continua y reforma evangélica por camino sinodal (EG. 217-237). Lectores/as de este blog disculparán lo repetitivo de la cantilena sobre la “la cuarta vía” (Cf. numerosos posts de estos diez años en RD sobre Papa Francisco y moral).
Ni restauración, ni ruptura, ni renovación cosmética, sino reforma por el Espíritu
Más allá de la restauración conservadora y del reformismo progresista; también más allá del “punto medio” de compromiso diplomático “a la vaticana”, el “camino de en medio” de Francisco no es postura intermedia de “pseudo-centro”, sino cuarta opción para que caminen juntas las divergencias hacia una convergencia que requiere tiempo y sufrimiento, manteniendo equilibrios inestables con la ayuda del Espíritu Santo.
Lo ilustraría con un cable extendido sobre la plaza de san Pedro: Francisco se balancea, báculo-pértiga en la izquierda y mano derecha bendiciendo hacia las periferias. El pueblo reza y aplaude mientras él entona coplas de utopía, aunque no estén de moda, ni siquiera entre fieles seguidores.
Para la reforma eclesial, el Papa Francisco camina por la vía media o camino de en medio; pero prefiero llamarle cuarta vía, para evitar la confusión con el simple “punto medio inmovilista entre dos extremos”.
No basta la renovación cosmética
Al revisar la tradición y recrearla con fidelidad, se dan tres actitudes estáticas y un cuarto estilo dinámico de creer, pensar y actuar para reformar.
Tres actitudes estáticas:
1) tradicionalismo a ultranza 2) ruptura radical 3) renovación cosmética moderada mediante “documentos de compromiso en el punto medio”, sin acabar de salir del inmovilismo.
Ejemplos de la “tercera postura”: la Declaración sobre el Cuidado Pastoral de Personas Homosexuales (CDF, 1986) o el Responsum sobre la bendición del enlace de personas del mismo sexo (CDF, 2021). Estos intentos timoratos aparentan ser mediación, pero no asumen la necesidad de que evolucionen las doctrinas. Tampoco bastan para superar la triple crisis que confronta la Iglesia hoy: 1) crisis de las formas de transmisión de la fe que pueden y deben evolucionar y cambiar; 2) crisis de fe y alejamiento de creyentes en situaciones de marginación dentro de la comunidad; 3) crisis sistémica en la cumbre y estratos dirigentes de la iglesia institucional.
Contrastando con estas tres actitudes, la “cuarta vía” propone el camino de en medio: conversión perenne, diálogo crítico y creativo, camino sinodal de posturas divergentes que se escuchan mutuamente a la vez que escuchan al Espíritu y siguen caminando hacia una futura convergencia, viviendo con esperanza y compasión mutua los dolores de parto de la evolución de las doctrinas.
¿Bendecir el enlace de parejas del mismo sexo?
Un ejemplo concreto. Cuando Francisco se opone a las legislaciones que tratan la homosexualidad como delito o cuando admite el enlace civil de parejas del mismo sexo surgen diferentes reacciones por parte de las tres posturas mencionadas.
Ejemplos: a) a un obispo de la “primera vía” tradicionalista le parece que el Papa está pensando y actuando en contra de la doctrina de la iglesia. Este obispo sufre porque no asume la necesidad de evolución en la interpretación de las doctrinas;
b) a un obispo de la “segunda vía”, más liberal, que acompaña a minorías marginadas en la sociedad y en la iglesia, le parecen insuficientes los gestos papales de acogida, respeto y discernimiento, porque percibe en carne viva la necesidad de romper con siglos de inmovilismo. Este obispo sufre impotente al ver dentro de la iglesia la causa sistémica de muchos alejamientos y pérdidas de fe;
c) un tercer obispo, de escuela "ratzingeriana", le sugiere al Papa un “punto medio” (que en realidad es “una ultraderecha disfrazada de centro”). “Publiquemos, dice, un documento que insista en no discriminar, en acoger a las personas y respetar sus derechos; admitamos incluso ciertos actos discretos de acogida comunitaria, pero dejando claro que no se cambia nada de lo que dice el Catecismo sobre castidad y pecado, que no hay cambio en la interpretación tradicional del “procread y multiplicaos”, de la Moral sexual tradicional o de la ley natural etc.
Al primero de estos tres obispos le dice Francisco que tiene que convertirse.
Al segundo le dice que está de acuerdo, pero que a esa reforma no se debe llegar por decreto, sino por camino sinodal.
Ante el tercero... Francisco lo pasa mal y se queda perplejo, siente que le meterán el gol de tener que firmar (por el momento) con su visto bueno una declaración de CDF, a sabiendas de que esa tercera vía no soluciona nada. Pero al mismo tiempo prosigue repitiendo los gestos que anuncian la cuarta vía y animando a proseguir por el camino sinodal,...
Luz verde a agentes de pastoral y docentes de moral teológica
En la década del Papa Francisco, tanto en la práctica pastoral como en la enseñanza de la teología, se puede practicar la cuarta vía evangélica para acoger, en vez de condenar; bendecir, en vez de demonizar; ayudar a discernir en conciencia soluciones pastorales a situaciones canónicamente calificadas como irregulares y doctrinalmente pendientes de evolución y reforma. Se puede hacer esto, no solo con la conciencia tranquila, sino también sin temer que algún inquisidor ponga en el punto de mira al presunto disidente.
Clave de “la cuarta vía”: misericordia evangélica, discernimiento responsable y comunión itinerante (sinodal). (EG 20-39, 217-237)
¿Qué ocurre cuando se afrontan con esta actitud algunos temas controvertidos, por ejemplo, situaciones matrimoniales llamadas eufemísticamente “irregulares”, o el criterio de evaluación moral del comportamiento sexual humano, o no confundir delito penal con injusticia o pecado, etc... ?
En tiempos de Juan Pablo y Benedicto, un sacerdote o agente pastoral o un profesor de moral que creyera, pensase y actuase según esa cuarta vía tenía que admitir que su postura es incompatible con lo que oficialmente dicen documentos eclesiásticos como, p.e., Homosexualitatis problema (1986) o el Nuevo Catecismo (1992) y el Nuevo derecho canónico (1983) , - por cierto, ninguno de los dos “nuevo”, sino repetidor de lo que tenía que reformarse, pero solamente se había renovado tímida y vaticanamente, según la “tercera alternativa”: más de lo mismo...
Tarea pendiente en la era post-Ratzinger
Al conmemorarse el cincuentenario del Concilio Vaticano II, Ratzinger recomendó releer el Catecismo y el Derecho canónico, poniéndolos al mismo nivel que los documentos del Concilio, aunque ambos contienen muchos puntos de retroceso y desacuerdo con la reforma conciliar. El famoso discurso de Ratzinger sobre la interpretación del Concilio en términos de renovación y no de reforma explica las reticencias que él abrigaba contra Gaudium et spes (1965).
Hoy, en cambio, a quien se le presenta ese problema es al mismo Francisco, porque le achacarán sus objetores que su reforma es incompatible con la doctrina tradicional de la iglesia.
Cuando preguntan hoy sobre la bendición eclesial del enlace civil de parejas del mismo sexo, la cuestión no es si concuerda con la doctrina tradicional de la iglesia, sino cómo ha evolucionado y tiene que seguir evolucionando esta doctrina. Y esta es la gran tarea pendiente para la que no le da tiempo a Francisco, aunque llegue a centenario (¿le dará tiempo a su sucesor?).
(Continuará en próximos posts sobre evolución de las doctrinas)
Juan Masiá, teólogo jesuita
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