fe adulta
En todos mis artículos hasta el presente, siempre he manifestado que una persona que ejerza la Caridad, debe hacerlo siempre; porque los pobres comen todos los días y ustedes, no deben suspender la ayuda por ningún motivo. Es por ello que hoy quiero felicitar a los hermanos que en un huequito en el NW de Miami, entregan comida a sus hermanos en necesidad.
Hace muchos años que muchos compañeros han dado su tiempo, como voluntarios para hacer entrega de los alimentos, físicamente, siempre cerca de la iglesia católica Nuestra Señora de la Altagracia en el 1779 NW 28 Calle, Miami. Allí, en un cuartico en el patio, se encuentra la Conferencia Radio Paz, Sociedad San Vicente de Paul, concedido por el padre José Luis, Pastor de la Iglesia del Corpus Christie. En ese tiempo, miles de ayudas han sido recibidas, desde que se fundó hace 25 años. Se han entregado multitud de alimentos, juguetes y otras muchas cosas encaminadas ayudar al pobre.
Este personal voluntario cuenta en estos momentos con Rebeca Cuesta, Haydee Musiet, Maorí Álvarez, José Fuentes, Antonio Polier, y algunos más que no recuerdo sus nombres.
A muchos de estos voluntarios no les gusta que aparezca su nombre ya que ellos lo hacen por compasión y brota de sus corazones el hacerlo, subrayando lo que siempre digo: “La Caridad no es un ministerio de la iglesia, es una vocación y ésta es para toda la vida”. En este caso quiero hablar de ellos porque han permanecido allí durante toda la Pandemia entregando comida, cara a cara, a todos los que se acercaban a pedir alimentos. Tenían claro que cumplían la misión y cuando les pregunté: ¿Nunca tuvieron miedo de enfermarse con el virus? La respuesta aun ahora me da temblores: Jamás; porque veíamos en ese pobre la figura de Jesucristo.
¿No creen ustedes que debemos felicitar y admirar a aquellos que dejan la comodidad de su hogar, a su familia y dedican su tiempo a descargar alimentos, ponerlos en bolsas y entregarlos a la cola interminable de personas con necesidad?
Y no solamente entregar comida en aquel local; también visitarlos en su casa para llevarles alimentos, ver sus necesidades, conversar con ellos, ver los errores que cometen… Involucrémonos en una sola familia y cuando lo hayamos hecho, verán que mejora su calidad de vida. Eso sí, no los visiten si van a criticar, acusar o sentirse superiores. Es importante que sean delicados, no traten de forzarlos, no hieran sus sentimientos, al contrario, rían, ábranse, den amor, recuerden a quien tienen presente. Al más pobre de todos los pobres: JESÚS.
Y no quiero olvidarme también de otros lugares que hacen algo muy distinto. Algunos políticos van a llevarle su pollito o pavito a los envejecientes, algunas veces en el año, y yo les pregunto: ¿Acaso, una familia que tiene falta de alimentos, todos los días, debe esperar por esas miserias de regalos ocasionales? Todos debemos comprender que debemos buscarles mejores trabajos, escuelas nocturnas, transportes y alguna ayuda monetaria, que el gobierno puede ofrecer, quizás reduciendo los gastos innecesarios y superfluos que mantienen los gobiernos estatales y federales.
Yo creo que si todos formamos una gran red de Caridad, no vamos acabar con la pobreza; pero vamos a eliminarla un poco de la faz de la tierra.
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