fe adulta
La otra noche nos dieron una charla estupenda sobre el cambio climático, sus causas, situación y futuro… Al salir de la charla se me acercó un señor y me dijo “qué interesante puede resultar para pasar desde ahí a anunciar el Evangelio”.
Estamos en la Iglesia muchas personas sintiendo la necesidad de anunciar el evangelio, en vistas a que haya personas que descubran a Jesús y se unan a la comunidad de creyentes. Lo que resulta es muy difícil descubrir dónde y cómo evangelizar. Las personas no sienten necesidad de ir a misa, de participar en reuniones de formación, de celebrar catequesis. ¿Cómo podemos anunciar a Jesucristo entonces?
Hay unas ocasiones serias que son para poder aprovecharlas. Así, por ejemplo, cuando los novios piden matrimonio, cuando los padres traen sus hijos a bautizar, en los funerales, cuando los jóvenes quieren recibir la Confirmación… podemos aprovechar esas oportunidades para dar Mensaje Evangélico. Es una pena si lo desaprovechamos. Algo a preparar y trabajarlo. Es cierto que en todos esos momentos hay mucho despiste, porque las personas están más atentas a lo social del momento que al Mensaje que se transmite.
Tengo alguna experiencia de celebrar los funerales en pequeño grupo, cuasi familiar, y en esa intimidad escuchan, acogen, viven, se quedan interrogados y abiertos al evangelio. Cada vez creo y experimento más que los grupos pequeños pueden ayudar a las personas a interrogarse y a crecer en la fe. Con constancia y dando un mensaje interesante, acomodado a su situación. Hay que tener muy en cuenta no quedarnos en lo que las personas oyeron en su infancia sino dar una fe adulta.
Pienso que hay que trabajar en grupos que faciliten la interacción. Aprovechar cualquier oportunidad para una catequesis cercana, con participación de los asistentes. Es cuestión de crear esas oportunidades y experiencias de fe asequibles y que creen ganas de Jesús.
Voy empezando a repartir al final de los funerales unas tarjetitas con mi nombre y móvil por si hay personas que se han sentido llamadas y con ganas de profundizar y responder a sus interrogantes.
Otra forma de acercarnos a los hombres y mujeres es con una “hoja parroquial” pero que no trate de informar de los actos de la parroquia, sino que trate temas con meollo y que hagan pensar. Lo voy haciendo muchos años y eso veo que sirve.
Y una forma sencilla de transmitir valores de evangelio: cartas al director del periódico dando una visión cristiana de un problema actual, o llamadas desde el teléfono. Lo que me mueve es parecido a lo de san Pablo: “ay de mí si no evangelizara”.
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