Antoni Ferret
Redes Cristianas
Las personas más ricas del mundo, y de cada una de las sociedades, que, excepto casos especiales, han llegado a esta situación robando, normalmente son ladronas en tres ocasiones, dentro de cada una de sus “operaciones”.
Primero suelen robar al estafar a los trabajadores/as, en algunos casos más bien podríamos decir al estrangularlos, cuando la operación se lleva a cabo en zonas más desprotegidas, como Asia del sur o África. Con esta actitud, acostumbran a acumular grandes fortunas, que les permiten asumir operaciones todavía más amplias.
En un segundo momento, inmediato, roban a la administración pública del país donde han realizado aquella “operación”, cuando, de este dinero ganado, no pagan los impuestos debidos. O bien porque, desde la misma operación, ya van a parar directamente a un banco de un país que se presta a esconderlos y no cobrar impuestos, o muy pequeños, o bien porque, con trampas legales o con ingeniería fiscal, sus abogados engañan al gobierno local. A veces, este gobierno, corrupto, también facilita el engaño.
Y, a menudo, en un tercer momento, en vez de invertir los nuevos capitales en nuevas empresas, o ampliarlas, para crear más puestos de trabajo, porque mucha gente no tiene, los retiran y los dedican a operaciones mucho más rentables, aunque sean delictivas (tráfico de drogas, tráfico de armas, tráfico de personas). Entonces, este dinero, mal obtenidos y mal invertidos, se roba a la población que no tiene trabajo, y que necesita de nuevas inversiones para poder trabajar, o bien se tiene que jugar la vida viajando a través de un mar peligroso.
Son los peores ladrones, y no lo parece, porque, no es que paguen un salario insuficiente, es que dejan mucha gente en la miseria absoluta.
Así tenemos las tres maneras de robar, una tras otra. Pero eso no es todo, el drama inhumano no se acaba ahí. La traca final viene cuando estos ladrones son recibidos por autoridades, otros empresarios o negociantes, o bien se habla públicamente de ellos… y, en vez de tratarlos como merecerían, son denominados con términos como por ejemplo “inversores”, “emprendedores”, “dirigentes”, en el fondo términos elogiosos, que no se merecen lo más mínimo. Y para mí, este detalle final todavía es más odioso.
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