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miércoles, 11 de diciembre de 2019

¿Por qué, obispos y empresarios, tienen tanto miedo a la alianza PSOE-Unidas Podemos?

Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara
Redes Cristianas
Hoy he encontrado en Religión Digital (RD) dos artículos cuya lectura recomiendo a los que, entre mis lectores, pueden entrar fácil y cómodamente en este portal cristiano. Uno es de Rosa María Artal, y lleva por título “Portugal no tiene un arzobispo como Cañizares”, y el otro es de Jesús Cintora, y está titulado “Cañizares, vox y voto”. Y tengo que reconocer que no me ha llamado nada la atención que los dos articulistas hayan coincidido, después de la lectura de una pastoral del arzobispo-cardenal de Valencia, en la casi totalidad del contenido de sus dos artículos que, por otra parte, son eminentemente periodísticos, muy bien informados, y muy bien escritos.
Ambos insisten en la tremenda presión que los políticos de los dos partidos que han ofrecido unan alianza están soportando, una presión casi insufrible. Y tanto ellos como yo nos preguntamos, ¿Por qué tanto miedo? Que una mayoría de nuestros obispos se adhiere claramente, y con suma e irresponsable facilidad a la derecha política de nuestro país, que no es sino una parte de la feligresía de la Iglesia, es algo notorio y palpable. Pero que después del subidón de la extrema derecha de VOX, los empresarios, las otras derechas, y los obispos se asusten de una alianza de dos partidos que acatan los valores constitucionales, y no hacen las declaraciones contra esos valores aceptados hace tiempo por la mayoría de los ciudadanos españoles, que el partido de la extrema derecha rechaza varias veces por día, achacando los avances sociales españoles a una “conspiración progre”, que ¡esto suceda!, a mí, y a millones de ciudadanos, y en menor número, pero también a millones de católicos, muchos de ellos verdaderos cristianos, nos sorprende, nos disgusta, nos escandaliza, y nos preocupa. Que los obispos tengan algo que ver, y una empatía no eclesial, sino política y social, con la extrema derecha, es un verdadero escándalo, casi un sacrilegio. Y conviene que nuestros obispos lo oigan, y lo sepan.
Incluso circulan listas de ciertos obispos, adalides de la aceptación acrítica, escandalosa y antievangélica, de VOX, al que, por cierto, cuando estoy completando lo que faltaba a mi artículo, hoy, en Religión Digital (RD) con fecha de 9/12/19, ha aparecido la noticia de que L’Osservatore romano ha catalogado a dicho partido como “extrema derecha”. Es decir, los obispos se asustan de la alianza PSOE-Unidas podemos, sobre todo, por la tendencia, insistente, del partido de Pablo Iglesias de conseguir, de una vez por todas, en un estado aconfesional, como el del Estado español, la anulación de los convenios pre-constitucionales con la “¡mal llamada!” Santa Sede, algo que, por cierto, ya va siendo hora que se realice. Porque estamos seguros que este tipo de convenios no responden ni a la letra, ni mucho menos, al Espíritu del Evangelio. Y es claro que la anulación de esos convenios eliminaría, de golpe, todos los privilegios, ¡sí, privilegios!, de los que goza la Iglesia en España. Decir “la Iglesia” es una inexactitud, la misma en que suele incurrir nuestra prensa: en identificar Iglesia con una parte de la misma, como es la Jerarquía, que es la principal, si no única, usuaria de las concesiones que el Estado está empujado a acometer, como consecuencia de esos tratados con el Vaticano.
Otra cosa, y otros son los motivos, por los que los empresarios, sobre todo los dueños y accionistas de las grandes empresas, están acongojados, por decirlo de modo aceptable y respetuoso, con la posibilidad de un “Gobierno progresista, constituido y gestionado únicamente por las izquierdas”, pues ellos piensan que los van a asar a impuestos, y van a dificultar notablemente la posibilidad de desvíos de sus rentas a paraísos fiscales.

Que a los empresarios no les guste, ni quieran preguntarse si esas, y otras medidas, son, o no lo son, beneficiosas para el conjunto de la ciudadanía, lo entendemos, con tal que de que ellos no hagan gala de su catolicismo, que de cualquier modo sería un catolicismo no cristiano, algo que deberían denunciar los obispos, (como hizo en su tiempo el obispo de Málaga Buxarrais, por lo que se vio obligado a exilarse a África, ante la mínima señal de empatía y de defensa por parte de sus hermanos en el Episcopado), que para eso son los pastores de su rebaño, al que deben cuidar, y, en casos cada vez más frecuentes, defender. Mi opinión es que, de siempre, y sin vacilaciones, se ha aceptado en una mínima, pero diáfana teoría social, que antes, y ¡siempre!, es el todo social que las minorías privilegiadas. Y esta situación de injusticia, que en poco tiempo han denunciado los episcopados de Alemania, de Francia, de Holanda, de los Estados Unidos de Norte América, y hasta los de Inglaterra, nos gustaría también que lo hicieran nuestros obispos españoles. Pero su silencio, en estos temas sociales, de una injusticia flagrante, ¡es clamoroso!.

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