Redes Cristianas
Prof. Emmanuel Pino Quinteros
En los últimos días he escuchado a muchos predicadores católicos y protestantes hablar mal contra el movimiento social latinoamericano. Son muchas las situaciones, el golpe de Estado en Bolivia, el despertar de Chile y Colombia, las elecciones en Argentina, la resistencia al neofacismo en Brasil, etc. Estos fanáticos religiosos aseguran que lo que está pasando en América Latina es favorecido por el comunismo o el socialismo. Ante lo cual, me veo en la obligación ética de decir y explicar y refutar argumentos sin razón ni sentido:
Tanto las tendencias marxistas y capitalistas han sido condenadas por la Iglesia Católica, es decir, no aconsejadas para la construcción de una sociedad con valores cristianos. Puesto que, ambos pertenecen a miradas materialistas de la realidad. Sacando al sujeto, que para los cristianos, mereció el amor y la muerte de todo un Dios entregado en la cruz. No podemos sólo hablar mal de una tendencia que muestra a la sociedad en una completa lucha de clases, también debemos denunciar y combatir al capitalismo que perpetúa la agresión sistemática a los más pobres.
No es una tendencia marxista el exigir derechos. Es la búsqueda de garantizar a cada hombre y mujer una vida digna. Y como ciudadanos estamos muy consientes de que los derechos tienen aparejados muchos deberes. Así como la libertad, es elegir y renunciar al resto de opciones.
Este movimiento social no es de izquierda ni derechas, no podemos – como cristianos – ver el mundo de manera maniquea (ya san Agustín nos advertía), puesto que, “la cizaña y la espiga crecen juntas”. Por tanto, cualquier solución que se proponga en la política, los cristianos estamos llamados a mirarla críticamente y aportar desde los valores profundamente humanos que nos habla el Evangelio.
La lucha de la izquierda no es implementar una agenda de género, ni quitar todas las creencias de América Latina. Es una bandera de lucha de la sociedad en conjunto, reconocer los grandes aportes de los distintos géneros en la sociedad. A su vez, en nuestra región hemos tenidos hermosas experiencias de movimientos de izquierda completamente cristianos que han trabajado por construir una sociedad más justa. No así, los grupos de derecha que se dicen católicos, que han perpetuado abusos desde la misma invasión española, pasando por gobiernos autoritarios, dictaduras, violaciones sistemáticas a los derechos humanos en pleno estado de derecho. La derecha latinoamericana tiene las manos manchadas con sangre, sangre no sólo de adultos, sino de niños, que en momentos terribles de nuestra historia, han matado por orden de estos “católicos” en el vientre materno. También la izquierda ha tenido sus días negros cuando ha justificado en la lucha, la muerte de inocentes, desfigurando el rostro humanizado del mensaje de Jesús el Cristo.
Los cristianos no estamos llamados a sólo rezar, sino que también, a construir, a luchar, a protestar, a combatir las estructuras de pecado social, fruto de muchos pecados individuales de quienes detentan el poder político y económico.
Los cristianos somos responsables de construir y aportar, desde los valores del Evangelio, a la contrucción de una sociedad en donde la dignidad humana (defendida por Jesús hasta en la cruz) sea nuestra bandera de lucha. No se puede salvar sólo para la vida eterna. Debemos entregar las herramientas, para que cada persona conozca y viva la vida con plena libertad, y esta libertad sólo es plena cuando el Estado – representando la voluntad soberana del pueblo – protege los derechos mínimos del ser humano. Así propondremos como cristianos una salvación integral de la persona humana.
Los cristianos estamos llamados a meternos de lleno en la política y dejar de defender estructuras añejas, llenas de vicios y pecados contra el pueblo. No podemos quedarnos indiferentes cuando muchos se toman el poder en nombre de Dios y justifican, en su nombre, la muerte de miles de hermanos de nuestro continente. No podemos permitir de que en nombre de Dios se sigan matando de hambre e ignorancia a los niños y jóvenes más pobres de nuestros países. No podemos permitir que presidentes digan el nombre de Dios cuando sus manos están manchadas de sangre de miles de inocentes y justifican a toda costa la violencia del Estado por mantenerse en el poder.
Como cristianos estamos llamados a informamos, leer, debatir y no creer lo que nos dicen muchos predicadores fanáticos. Por que, posiblemente ellos ven en el capitalismo que vive nuestra región, una seguridad que la democracia con el respeto a la diversidad, no da a los fanáticos.
LEA, RECE Y LUCHE!
Que Dios y nuestra Madre del Tepeyac nos acompañe en la liberación de nuestro pueblo. Para que un día, podamos hacer vida el Reino de Jesús, en nuestra región tan sufrida, por el pecado de los poderosos.
Su hermano;
Prof. Emmanuel Pino.
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