Inmatriculaciones. Empieza, o mejor, sigue la batalla. A ver de quién son ciertos inmuebles de la iglesia.
No estoy preparado para dilucidarlo, no tengo preparación ni legal ni histórica. Pero me gustaría que este tema se enfoque desde principios humanos y cristianos. Resuena aquella invitación a Jesús “si quieres seguirme, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, y luego sígueme”.
Este me parece un principio fundamental: que todos los bienes sirvan para el bien común y muy en especial para los más empobrecidos. La respuesta del Papa Francisco fue clara: “Esta es una pregunta fácil. No son los tesoros de la Iglesia, sino que son los tesoros de la humanidad. Por ejemplo, si yo mañana digo que La Piedad de Miguel Ángel sea subastada no se podría hacer porque no es propiedad de la Iglesia. Está en una iglesia, pero es de la humanidad. Esto vale para todos los tesoros de la Iglesia”.
Me choca mucho cuando veo tesoros dados a una virgen o a un santo .Y siempre me pregunto o: ¿es que María o el santo necesitan esos tesoros? Sería muy positivo discernir con la Palabra qué bienes conviene mantener y cuales dar a los más empobrecidos, sobre todo a nivel de crear alternativas de puestos de trabajo.
“¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo muere de hambre? Da primero de comer al hambriento y luego, con lo que te sobre, adornarás la mesa de Cristo. ¿Quieres hacer ofrenda de vasos de oro y no eres capaz de dar un vaso de agua? Y, ¿de qué serviría recubrir el altar con lienzos bordados de oro, cuando niegas al mismo Señor el vestido necesario para cubrir su desnudez? ¿Qué ganas con ello?” (San Juan Crisóstomo).
Me gustaría adelantarnos a las exigencias del gobierno y hacer que “todos” los bienes que tenemos sirvan para las personas. Estoy convencido que las riquezas no son buen camino para evangelizar. Ojalá seamos capaces de compartir y hacer que lleguen y sirvan.
Podemos entrar en juicios y pleitos para ver de quién esa cada propiedad. Pero qué bonita ocasión para quedarnos en la pobreza, tal como nos la plantea Jesús. Y anunciaremos con la fuerza del Evangelio, con la persona de Jesús, que no tiene ni donde reclinar la cabeza. Las propiedades vinieron más tarde, pero no han sido nunca camino de auténtica evangelización.
Esfuerzo sí, pero para intentar que los bienes sirvan a los necesitados.
Tengo la experiencia de que los templos, imágenes… de las parroquias rurales se mantienen y se conservan a base de la colaboración-donativos- de las personas y a veces de la administración. Si esos bienes pasan a la administración, no va a llegar a atenderlos y se irán derribando. Menudo problema tenemos con los cientos de templos que se están cayendo. Y eso que va habiendo un dialogo y una colaboración buena entre iglesia y administración.
Otra realidad la encontramos en cálices, copones, coronas… que hay en gran cantidad en muchos templos. ¿Qué hacer con ellos? Sí que hay “otros tesoros” rosarios, mantos…” que pudieran ser elemento de compartir su valor para bien de los empobrecidos. Sobre todo, tesoros que están dormidos en vitrinas y que solo sirven para enseñarlos. Cómo me gustaría una valentía de los cristianos para hacerlos servir al bien común.
Porque hasta ahora no sirven más que como tesoros guardados sin ninguna utilidad. Solo para enseñarlos. Y a veces ni eso (porque los templos están cerrados). Me imagino una cristiandad convertida al Evangelio y que entregase todos esos tesoros para juntos crear alternativas a la miseria en viviendas, luz, calor, trabajo...
Sí, creo que se puede hacer una buena revisión y que la fe no va disminuir al privarnos de ciertas joyas, tesoros… Con el papa siempre defiendo que esos tesoros nos son de propiedad particular, sino que son del pueblo y que la propiedad eclesial –reformada– en general puede ser una forma de que el pueblo los use y los disfrute. Más que preguntarme ¿de quién son? me pregunto ¿cómo servir al pueblo, a todo el pueblo, a toda la humanidad?
No hay comentarios:
Publicar un comentario