Lectura del Libro del Exodo 16, 2-4. 12-15 Sal. 77, 3 y 4bc. 23-24. 25 y 54 Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 4, 17. 20-24 Lectura del santo Evangelio según San Juan 6, 24-35
Pedro Hernández, sdb
(Salesiano Don Bosco)
Las lecturas de hoy tienen un claro tinte eucarístico y sacramental. La acción nos va a llevar desde las tierras del desierto con Moisés y Aarón hasta las orillas de Galilea junto a Jesús y la predicación de Pablo a los primeros cristianos de Éfeso.
Evocar: hacer memoria Hoy vivimos inmersos en lo digital y en las prisas, pero durante mucho tiempo nuestra cultura ha sido narrativa y aún hoy los mayores siguen contando batallitas e historias de cuando eran jóvenes (ojo que instagram y twitter y facebook es otra forma de contar historias pero en tiempo real). El salmo nos invitaba a hacer memoria, un rasgo muy claro de la cultura semita. Hacer memoria es más que recordar simplemente, es actualizar lo vivido.
Y eso es lo que hacía el pueblo judío cada Pascua, volver a hacer presente lo vivido por sus antepasados en el desierto, volver a experimentar a un Dios providente que dio el maná del cielo y alimento en mitad de la necesidad. Es lo mismo que hacemos cada domingo en la eucaristía. Recordar los gestos y las palabras de Jesús nos conectan con esos primeros discípulos y también con los miles, millones de cristianos que a lo largo de la historia celebran o han celebrado la eucaristía. Pensad por un momento que en este mismo instante alguien está repitiendo en algún lugar del mundo los mismos gestos que vamos a hacer y eso, de alguna manera, nos une a ellos.
Convocar: una comunidad reunida Esta conciencia de estar unidos a una comunidad universal y mayor que nuestro pequeño pueblo o parroquia, es algo de lo que empezaron a vivir los primeros discípulos, algo de lo que intuían aquellos que se acercaban a Jesús a las orillas del lago, en Cafarnaun, sin tener muy claro quién era ese Jesús que habla de un Padre bueno, de amarse, de perdonar,…
Piensa por un momento en todas aquellas personas con las que a lo alrgo de la vida has compartido la fe, has celebrado la eucaristía. Algunos están aquí, sentadas en el banco de al lado, os lleváis viendo toda la vida… con algunos tendrás en común, a aotros los conoceras más… pero a todos te une un mismo Señor y una misma fe… y la misma invitación de Jesús: creer en el Padre, creer en Jesús y saciar así todo el hambre y sed de sentido que tiene nuestra vida.
Provocar: hombres y mujeres nuevos
Y para concluir no quiero olvidarme de las palabras de Pablo a los Efesios. La memoria evocada, el sacramento celebrado en comunidad, no se agota en este ratito del domingo, sino que debe de trasladarse y transmitirse a toda la semana. Nuestra vida ha de hacerse eucaristía, pan que se parte y se reparte. Como nos dice el Apostol, estamos llamados a ser personas nuevas, a revestirnos de paz y de justicia… Piensa en esta semana que puede haber de nuevo en tu vida que sea capaz de trasparentar ese Jesús que llevas y ahora recibes.
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