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lunes, 8 de enero de 2018

La familia, más que la escasez de sacerdotes, cuestiona el celibato obligatorio

Edgard R. Beltrán, desde USA
Cuando se quiso impulsar hace un tiempo el apostolado de los “laicos”, inicialmente se esgrimió el argumento de la escasez de sacerdotes. Pronto este argumento sólo mostró el aspecto de urgencia. Se redescubrió que la verdadera razón de que un laico sea apóstol es su bautismo. Aunque hubiese cien sacerdotes por un laico, este bautizado inalienablemente siempre tiene la vocación, la misión, el honor, el privilegio, la responsabilidad de ser un apóstol.
Ahora se comienza a cuestionar, por fin y con insistencia, la soltería obligatoria del sacerdote, el llamado celibato obligatorio. Y la razón que se está esgrimiendo repetidamente es la escasez de sacerdotes. Pero esta no es la razón esencial. Cierto que hay escasez. No sólo en las selvas, como en la Amazonía, donde hay diócesis de miles de kilómetros cuadrados con sólo una veintena de sacerdotes solteros extranjeros.
También en sectores rurales de países cómodamente desarrollados se cierran parroquias porque no hay sacerdotes solteros que las atiendan. Grandes ciudades tampoco se escapan de este mismo fenómeno. Esto es mundial y es muy grave. Es además estructuralmente desafiante para una institución modelada desde Constantino en un “clericalismo” (que al Papa Francisco le duele como un cáncer) a base de esos “jefes intermedios excluyentes”, para quienes el “Pueblo” son ovejas que han sido y son domesticadas cada día para que sólo obedezcan, recen y paguen las abundantes ofrendas de ritos y rituales.
Esto ya no tiene futuro. La urgencia exige rápidamente acabar con la estructura de este clericalismo, uno de cuyos ingredientes es la soltería obligatoria. El futuro irremplazable es una Iglesia con un Pueblo Santo de Dios bien formado y consciente, dentro del cual se incluyan sacerdotes sin clericalismo y sin soltería obligatoria. Esta es la urgencia. Pero no es de ninguna manera la razón esencial que cuestiona la soltería obligatoria.
Lo que cuestiona esencial y primordialmente la soltería obligatoria del sacerdote, -el celibato obligatorio-, es la FAMILIA, algo que tiene valor divino, según la Biblia. Lo priva de ella increíblemente de por vida y bajo pecado. ¿Cómo puede obligarse o condicionar a una persona a no recibir tan divino regalo? La unión de dos personas en un solo ser por amor es la copia más perfecta de esa otra unión maravillosa y divina del Dios revelado por Jesús, el Dios Comunión de amor, Padre, Hijo, Espíritu Santo, el Dios Trinitario.
La pareja es la cumbre de la obra inicial del Creador. “Serán los dos una sola carne” (Génesis 2:24) Es una entrega mutua, completa e integral por amor. No se trata de estar juntos o al lado, sino ser uno solo. “Y vio que eso es muy bueno” (Génesis 1, 31). Esta maravilla es obra divina, es inventada y creada por Dios. Según la narración bíblica, pues, la primera finalidad de esta creación, es ser copia de la unión divina por amor. No es pareja para “no quemarse”, según la desafortunada expresión de Pablo(1Cor.7,9).
Y algo muy necesario de resaltar es cómo aparece la figura maravillosa de la mujer. Son -ish e ishah-, varón y varona. Los dos son igualmente maravillosos. La mujer es una ayuda para el hombre, pero es una “ayuda cualificada”, –ezer- es la palabra reservada en la Biblia no para inferiores sino muy a menudo para Dios mismo, que es el “ayudador” de Israel. Qué bendición y regalo tan grande es la mujer. Ella es ternura, fortaleza, perseverancia, paciencia, apoyo, valor, es roca y es flor. “Ella es quien transmite la fe a sus hijos y nietos y lo hace en su idioma y su dialecto”, dijo el Papa Francisco por experiencia propia con su abuelita. Y agregó que “el Pueblo de Dios ha ido adelante gracias a la fuerza de tantas mujeres buenas que han transmitido la fe a sus hijos” (Homilía del 4 de noviembre, 2017).
“No es bueno que el hombre esté solo”, afirmó quien inventó la pareja. Qué peligroso es querer corregirlo. ¿Cómo ha podido la humanidad tergiversar esta maravillosa figura divina de mujer? Algunos pensadores cristianos importantes se refirieron a ella horriblemente. Por ser solteros que heredaron culturas machistas y patriarcales preferían demonizarla falsamente para justificar el alejarla, como ya ocurría en otros pueblos y religiones. Ojalá se le pida hoy perdón a la mujer por afirmaciones que quedaron escritas en la historia. Qué peligroso es que el hombre esté solo. “Y se unirán y serán dos en una misma carne”. Por ejemplo, la continencia conyugal del sacerdote casado antes de administrar los sacramentos, pedida por el Papa Ciricio (384-98), era un comienzo de confusión contra esta divina realidad.
Se comenzaba a enmendar al Creador su obra por influencias extrañas al mensaje del Creador y de Jesús. Qué obra tan maravillosa es ella y lo es más cuando se une con él en una sola carne por amor, a imagen del Dios Comunión. Hay otra maravilla. Esta comunión de personas tiene el potencial de generar vida humana y así producir la familia. Ser dos en una sola carne por amor es ser copia de Dios Comunión de amor y es además la forma divina de procrear la vida, la otra maravilla inventada por el Creador. Todos somos hijos de ese momento sublime de amor, de allí todos tenemos nuestro origen. Ser padres por amor es ser copia de Dios Padre y Madre que nos cuida con amor.
Por tanto, la razón esencial para abandonar la soltería obligatoria –el celibato obligatorio- del sacerdote católico es recuperar esa maravilla divina, la obra del Creador de la pareja y de los hijos, la FAMILIA. No es sólo por escasez de sacerdotes, ni por concesión y lástima para que “no se quemen”. NO. Es para recuperar la FAMILIA, esa maravillosa obra del Creador.
Al recobrar la familia, hay que abandonar necesariamente el clericalismo de privilegios, títulos, uniformes con colores, distinciones. Hay que abandonar el estilo constantiniano de la pirámide eclesial y recobrar la dimensión comunitaria de igualdad en el amor. Recobrar la familia y abandonar la soltería obligatoria vale para obispos, sacerdotes y diáconos. El Papa San Hormisdas (514-523) fue Papa, casado y santo, y su hijo también fue Papa, casado y santo, San Silverio (536-537).
Juan Pablo II aprobó el Canon 375 de la Iglesia Católica Oriental que honra al sacerdocio casado. La Iglesia y la Sociedad necesitan modelos de familia. Mucho daño se ha causado abandonando la Familia. Todos ganaremos recuperando la FAMILIA. El Creador tiene razón: “es bueno que el hombre no esté sólo”. Dice Isaías en 62,5: “Como se goza el esposo con su esposa, así tu Dios se gozará contigo (Jerusalén)”. Dios asemeja su amor con Israel al amor con la esposa, en Oseas (2, 18 y 21) “Aquel día me llamarás ‘Mi marido’ y no me llamarás ‘Mi propietario’. Te desposaré conmigo para siempre, te desposaré en amor y ternura.”

Recuperar la FAMILIA, -y no sólo la urgente escasez de sacerdotes-, es lo que cuestiona esencialmente, prioritariamente y urgentemente la soltería obligatoria, -el celibato obligatorio- del obispo y del sacerdote en la Iglesia Católica Romana de Occidente. 

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