"Feliz cumpleaños, Papa Francisco". Un inmenso cartel presidía la plaza de San Pedro antes del comienzo del Angelus. Decenas de miles de fieles, muchos de ellos niños (con sus Jesusitos del pesebre, pues hoy era el día de la bendición de estas figuras), quisieron acompañar a Bergoglio en su 81 cumpleaños.
Antes del Angelus, el Papa quiso celebrar su onomástica con los niños del Dispensario de Santa Marta, que le regalaron villancicos, canciones y una 'torta' especial: una pizza margarita de tres metros de diámetro preparada para la ocasión por un maestro pizzero napolitano.
Tras pedir a los pequeños que no se olviden de sonreír, de hablar con sus abuelos y de escuchar la voz de Dios, Francisco salió al balcón de la plaza de San Pedro. Desde hacía varios minutos, los chicos ensayaban felicitaciones por su cumpleaños. El Papa, feliz, sonrió y saludó a todos.
En su reflexión sobre este tercer domingo de Adviento, Francisco invitó a "recibir al Espíritu" mediante tres actitudes: "La alegría constante, la alegría perseverante y la continua acción de gracias".
"Permaneced siempre alegres, también cuando las cosas no van según nuestros deseos", pidió el Papa. "Conservad la paz", porque "las angustias, dificultades y sufrimientos atraviesan la vida de cada uno, todos las conocemos. Muchas veces, la realidad es tan inhóspita y árida como el desierto".
Pero, también, "nuestra alegría se basa en una certeza: el desierto está habitado. En medio de nosotros, hay uno que no conocemos. Se trata de Jesús, el enviado del Padre, que viene a traer el anuncio feliz a los pobres, a proclamar la liberad de los esclavos y a promulgar la gracia del Señor", reclamó Francisco. Y es que la misión de Jesús "es liberarnos del pecado y de la esclavitud personal y social que esto produce".
La alegría, añadió el Santo Padre, se basa en la oración perseverante." San Pablo pide que recemos ininterrumpidamente", ya que "por medio de la oración podemos entrar en una relación estable con el Señor, la fuente de la alegría". "La alegría del cristiano no se compra: viene de la fe y del encuentro con Jesucristo, razón de nuestra felicidad".
"Cuando más estamos en Cristo, tanto más reencontraremos la serenidad interior", aseguró el Papa. "Por ello, el cristiano, habiendo encontrado a Jesús, no puede ser un profeta de desventura, sino un testigo y heraldo de la alegría".
Finalmente, la acción de gracias, el reconocimiento del amor de Dios. "Él es muy generoso con nosotros, y estamos invitados a reconocer sus beneficios, viviendo en un incesante agradecimiento", señaló el Papa. "Alegría, oración y gratitud", gritó Francisco, pidiendo, hasta en tres ocasiones, que todos lo repitieran.
Tras el rezo del Angelus, el Papa pidió la liberación de las seis hermanas del Corazón Eucarístico de Cristo desaparecidas en Nigeria desde hace ya un mes, y saludó a los niños venidos de toda Italia para la bendición de los niños Jesús del pesebre. Y se fijó en un cartel, que rezaba 'Siempre hay un lugar para ti'.
"Cuando recen en sus casas, delante del pesebre con sus familiares, déjense atraer por la ternura de Jesús niño, nacido pobre y frágil en medio de nosotros. Esta es la verdadera Navidad. Si quitamos a Jesús, ¿qué es la Navidad? Una fiesta vacía. Jesús es la verdadera Navidad".
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