Son la otra cara de la campaña electoral. De 'cada' campaña electoral. Los pobres, los sin papeles, procedentes de distintos países, los que nada tienen más que dignidad, en huelga de hambre contra su invisibilización en la parroquia de Santa Anna de Barcelona.
Contra esa 'cultura del descarte' que tanto ha denunciado el Papa Francisco. Han afirmado que se mantendrán encerrados hasta el 23 de diciembre, víspera de Nochebuena. Y es que la historia se repite: el niño Dios continúa viniendo, y nadie quiere acogerle.
Varias decenas de inmigrantes han encontrado un lugar abierto en la parroquia de Santa Anna. El templo barcelonés, abierto las 24 horas, cumple a rajatabla la máxima por la que nació. Lo dice el Papa, el mismo que hoy cumple 81 años: "Prefiero una Iglesia abierta, herida y manchada, que una iglesia cerrada".
Los "sin nada" piden una mejora de acceso a la documentación, y están dispuestos a dejar de alimentarse... porque la vida merece la pena ser vivida con dignidad. Mientras, los candidatos para las elecciones en Cataluña que, recordemos, se celebran este jueves, siguen sin pronunciar una sola palabra sobre políticas sociales, enfrascados en esa inútil guerra que no resuelve nada.
"Papeles para todos y todas", reza la pancarta que exhiben los 'encerrados' en una parroquia 'abierta'. Allí, pertrechados con sacos de dormir, colchonetas y litros de agua pretenden pasar una semana encerrados en demanda de la obtención de permisos de residencia y trabajo y la posibilidad de acceder a la nacionalidad española sin necesidad de hacer un examen de conocimientos. El Niño Dios también nació sin papeles, sin nadie que quisiera saber de él, olvidado y marginado por aquellos que, siempre, miran hacia otro lado.
Dado que este acto coincide con el final de la campaña electoral y la celebración de las elecciones el próximo día 21, los organizadores de esta protesta han invitado a las diferentes candidaturas a que acudan a la iglesia para poder explicar sus propuestas de migración y refugio, incluidas en los programas electorales. ¿Irán los candidatos a ofrecer respuestas, o seguirán enfangados con sus banderas, con sus barreras, con nuestras miserias?
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