La Palabra es medio de comunicación y medio de Creación. Dios “dice y crea”, pero no de una vez para siempre, sino que en esa comunicación con lo creado se va desarrollando el fascinante universo en el que habitamos.
La Palabra cada vez es más nítida, más clara. Anuncia y denuncia porque el propósito de la Creación es la armonía entre todos los seres, el disfrute de las cosas bellas, la vida en plenitud. Sin embargo, la codicia, el orgullo, el miedo a que no haya suficiente para todos hace que los más fuertes opriman a los más débiles, que se marquen diferencias entre razas, pueblos, incluso entre religiones.
La Palabra es el medio por el que Dios se ha comunicado con su pueblo desde nuestros primeros padres y madres. Es la que sedujo a Jeremías a seguir hablando a pesar de las burlas y malos tratos. Suena fuerte la palabra pero sí, le sedujo porque la palabra no es un vocablo, es Alguien vivo, que quema en las entrañas como fuego ardiente, que aunque intentes contenerla no puedes, como dice el profeta.
La Palabra es la búsqueda del corazón humano. Con ansia, con pasión, con sed, con deseo. Si no es así no es búsqueda de verdad. Nuestra expresión verbal siempre se queda corta cuando quiere describir lo que albergamos por dentro porque es todo nuestro ser el que desea: la mente, el corazón y todo nuestro cuerpo. Desea la plenitud para la que fuimos creados, desea a Dios.
No entiende quien se para ante las contradicciones, quien busca la lógica en un lenguaje que no se atiene a las reglas establecidas. “No os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente”, dice Pablo en la carta a los Romanos. Estad atentos, escuchad con el corazón y viviréis.
La Palabra se hace uno de nosotr@s en Jesús. Muy pronto su vida se convierte en denuncia como la de los profetas. Y Él tiene que vencer no sólo su miedo a perder la vida sino también el miedo de los que le siguen. Ellos no quieren cambiar su mentalidad, en el fondo se buscan a sí mismos, no a Dios. La Palabra no ha calado en sus corazones y piensan como “todo el mundo”.
La Palabra intenta hacerse un hueco entre nosotr@s hoy después de veinte siglos. Esa Palabra sigue diciendo y creando; por nuestro lado la búsqueda y la sed están ahí como parte de nuestra identidad. Estamos sedientos de vida con sentido, de plenitud de creación, de Palabra hecha vida.
“Decir y crear” es nuestra tarea. En la comunicación con lo creado se va desarrollando el fascinante universo en el que habitamos.
Carmen Notario
www.espiritualidadintegradoracristiana.es
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