Hay clérigos corruptos, hay malos directores espirituales y hay imanes muy peligrosos. Por ejemplo, el imán de Ripoll, fallecido en la explosión que hubo en el chalet de Alcanar, y según todos los indicios el cerebro gris (por decir algo, porque su cerebro debía ser muy oscuro) que ha adoctrinado a los jóvenes terroristas de Barcelona y Cambrils. Se han de regular muchos temas: para ser imán no se le pidió un certificado de penales (que hubiera comprobado que había estado en la cárcel por tráfico de drogas), ni qué formación tenía.
El fanatismo de este clérigo musulmán es una buena ocasión para recordar que las religiones y sus textos sagrados no son intolerantes. Los intolerantes han sido algunos de sus clérigos, que han arrastrado a los fieles, como este imán arrastró a los jóvenes terroristas. Los textos de referencia de las religiones (por muchos motivos) tienen necesidad de ser interpretados. Surgen entonces las grandes preguntas: ¿quién y cómo interpreta, con qué presupuestos, prejuicios, intereses? Cualquier interpretación de no sea “a favor” de la dignidad humana es una mala interpretación. Porque si los textos supuestamente revelados no están a favor del ser humano, no estamos ante un “Dios de los hombres”. Y un Dios que no es de los hombres y no digamos un Dios “contra los hombres”, no interesa.
Por suerte, la mayoría de los fieles suelen darse cuenta de los extremismos de sus dirigentes, como ha quedado claro con los musulmanes, entre ellos amigos y familiares de los terroristas, que se han manifestado en Barcelona, dejando claro que “somos musulmanes, somos catalanes, y no somos terroristas”. En esta misma línea se ha expresado un representante de las 34 mezquitas que hay en Mallorca, condenando sin paliativos los recientes actos terroristas y convocando a los musulmanes de la isla a una manifestación, el próximo viernes, en la plaza de España de Palma. Este portavoz musulmán ha dicho, además, algo sumamente interesante: que cuando viene un nuevo imán a alguna mezquita de Mallorca, ellos avisan a la policía, por si tuviera antecedentes que hicieran aconsejable su no venida. La comunidad religiosa (musulmana en este caso), por su propio bien, tiene derecho a controlar a sus dirigentes.
A los dioses no hay que temerlos. Hay que temer a algunos de sus intérpretes. Pues la religión no se da en abstracto. Siempre se la encuentra vivida en personas concretas. Los cristianos, en todo caso, estamos llamados a vivir el cristianismo en y desde el amor. ¡Ojalá los fieles de todas las religiones cobren conciencia de esta verdad fundamental!: no hay fe religiosa si no se traduce en amor. Este es el criterio de interpretación de todos los textos sagrados, aunque es verdad que tales textos permiten interpretaciones fundamentalistas, cuando no se es consciente de su historicidad, y no se tiene en cuenta la globalidad del texto y su línea religiosa de fondo.
Martín Gelabert
Dominicos
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