Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara
Una foto muy oportuna: la del cardenal Osoro con Martín Velasco y Marciano Vidal
No tenemos una foto así con el cardenal Rouco Varela, que, más bien, arrinconó a esos dos pensadores cristianos, e hizo que toda la conferencia Episcopal Española (CEE) lanzara sobre ellos la sospecha si no de herejía, que casi, de sujetos peligrosos para los fieles. Algo que también alcanzó a José Antonio Pagola, en aquel episodio injusto y miserable de retirar hasta el “nihil obstat” de su legítimo prelado, monseñor Uriarte, y ordenar la retirada de su libro, “Jesús, aproximación histórica” de las librerías.
Parece mentira que nuestros obispos hayan olvidado el gracejo irónico con el que Iriarte y Samaniego se atizaban mutuamente, hasta llegar al sarcasmo de asegurar con sarcasmo que “… tus obras no son leídas aunque sean prohibidas por la Santa Inquisición”. Dicho y hecho: la obra de Pagola comenzó a editarse, a traducirse, y a venderse de modo sorprendente, demostrando que una de las mejores propagandas para ciertas obras de pensadores en la frontera intelectual es, justamente, la censura eclesiástica. Pero la CEE no se movió, ni reconoció su error, aun después de que el entonces secretario de la Congregación vaticana de la que dependen los asuntos culturales, cardenal Gianfranco Ravasi, afirmara que el libro de Pagola era uno de los mejores que se habían escrito sobre la historicidad de Jesús en los últimos cuarenta años (sic). Recuerdo cómo el padre Arregui respondió al entonces portavoz de la CEE, monseñor Martínez Camino, a la acusación de que las tesis de Pagola eran arrianas, que el obispo, Camino, estaba más cerca del monofisismo que el teólogo donostiarra del arrianismo.
Reconozco que el estilo de Pagola, ameno, claro y pastoral, muy poco clerical, y bastante evangélico, pueda sorprender a algunos eclesiásticos que tienen un concepción hierática del Dogma, como algo que se formuló hace casi dos milenios, y que no tienen ningún posible recorrido, si no es la repetición “ad nauseam”, lo que hace de la Teología una pseudo-ciencia, fija e inamovible “per secula seculorum”. Pero es más sorprendente, todavía, que todos los grandes teólogos españoles contemporáneos estén todos bajo sospecha, cuando es posible que sea esta generación de teólogos dogmáticos, moralistas, o biblistas, la más brillante y preparada de toda la Historia del pensamiento cristiano español. Es una pena que nuestros obispos no sepan, o no quieran, reconocer esta realidad. Por eso resulta reconfortante la foto, publicada en Religión Digital (RD) del Cardenal Osoro con dos hombres de Iglesia, que tienen como punto de referencia, ¡porque eso se ve en la vida!, y no hace falta información especial, el Evangelio de Jesús. Y al afirmar que Martín Velasco y Marciano Vidal son dos hombre de Iglesia no quiero decir que sean eclesiásticos que busquen ante todo el prestigio y el poder de la Iglesia-Institución, como se suele entender esa expresión, sino que son testigos y anunciadores de la Iglesia-Misterio, que los hace, y a todos los que amemos y sirvamos a esta Iglesia, hombres libres, diáfanos, comprometidos con la verdad, y sin subterfugios eclesiásticos.
Aprovecho estas líneas para protestar con toda la energía que puedo de la tremenda injusticia que ha cometido, o está cometiendo, porque todavía tiene remedio y solución fraterna, el señor obispo de Vitoria, monseñor Juan Carlos Elizalde Espinal, navarro, nacido en Mezquíriz. Leyendo su currículo no se ven síntomas de persona rancia, intolerante, o poco flexible. Así que no somos pocos los que suponemos que esta acción de negar el doctorado “honoris causa” y prohibir una conferencia de Pagola en su diócesis no son de su estricta iniciativa, sino que, como afirmaba el otro día del caso del obispo de Almería con la profesora de Religión expulsada de la docencia por haberse casado por lo civil, y con ocho sentencias a su favor hasta llegar al Constitucional y al Supremo, también favorables, da la impresión de que desde la CEE coordinan este tipo de actuaciones. No es coincidencia, o no nos lo parece, que se trate de situaciones resueltas no al “modo Francisco”, sino más bien al contrario. Así que yo me pregunto quien, de verdad, rige la actual Conferencia Episcopal Española, si los que aparecen con sus respetivos cargos, o alguien que mueve los hilos hasta tejer una trama que, a muchos que amamos a la Iglesia, la servimos, y la defendemos, nos sonroja.
Bien, pues, y ¡bravo!, por D. Carlos, ¡Carlos para los amigos!, que lo conocemos desde su época de simple presbítero en Santander. Efectivamente, hay fotos que valen más que cien discursos.
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