J. Jaime Hernández
La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados
Unidos ha envalentonado a los racistas y a los supremacistas blancos que
mantuvieron a raya sus peores instintos durante la presidencia de Barack
Obama.
Como el congresista republicano por Iowa, Steve King, que, en las
últimas horas, ha dado rienda suelta a su conocida vena anti inmigrante al
sugerir, a través de su cuenta de twitter, que la sociedad estadounidense “no
puede restaurarse con los recién nacidos de otros”.
Es decir, con los recién
nacidos de los musulmanes, de los hispanos, de los negros o los asiáticos.
Las palabras de King, uno de los más fervientes simpatizantes de Donald
Trump, han vuelto a generar las mismas reacciones de indignación e indulgencia
entre esos miembros del partido republicano acostumbrados a convivir con el odio
de los racistas y las voces de esos moderados cada vez más arrinconados.
Así, mientras unos aseguran que las palabras de King sólo pueden ser
consideradas como el punto de vista de una minoría irrelevante en el partido,
otros como el congresista hispano, Carlos Curbelo, de origen cubano, se ha
tomado muy en serio las palabras de King:
¿“Qué es exactamente lo que quisiste decir?… ¿Califico yo como el recién
nacido de otros?”, le respondió Curbelo a King a través de su cuenta de
twitter.
Pero la respuesta de King a la pregunta de Curbelo resulta innecesaria. Entre
otras cosas porque todo el mundo sabe que Steve King es un racista redomado. A
manera de muestra, la infame acusación que lanzó en julio de 2013, cuando
aseguró que muchos de los hijos de indocumentados que llegaron a Estados Unidos,
cruzaban la frontera llevando a cuestas cargamentos drogas.
Es decir, eran las mulas de los carteles del narcotráfico.
Poco después, en septiembre de 2015, King acusó al presidente Barack Obama de
intentar un drástico cambio de la cultura y la política en EU mediante el cambio
de paisaje demográfico a favor de las minorías.
“¿Cuánto tiempo va a pasar antes de que veamos un cambio radical de la
cultura estadounidense?”, se preguntó King en alusión a ese temor de los
radicales blancos que favorecen o justifican las redadas y las deportaciones
masivas de inmigrantes de México, Centroamérica, Oriente Medio o Asia.
El hecho de que personajes como Steve King se hayan descarado aún más desde
que asumió el poder Donald Trump, habla de una preocupante tendencia en Estados
Unidos, donde los ciudadanos de terceras naciones se enfrentan a interrogatorios
“a cara de perro” con los agentes de inmigración y aduanas cuando llegan a
Estados Unidos.
Las versiones de agentes emboscados de inmigración, controlando las rutas
nacionales de numerosas aerolíneas, ha disparado la señal de alarma entre
distintas organizaciones defensoras de los derechos civiles por la sistemática
práctica del “racial profiling” (las detenciones e interrogatorios dirigidas
sólo a personas de ascendencia hispana o árabe) que ven con preocupación un
ambiente de persecución sin precedentes.
Al mismo tiempo, los ataques contra inmigrantes que son residentes o
ciudadanos, se han multiplicado por doquier. Las amenazas contra templos judíos
o musulmanes, se han disparado de costa a costa, para dejar constancia de ese
ambiente de odio racista que parece haber llegado para quedarse bajo la
presidencia de Donald Trump:
Tan sólo en 2016, según las cifras del Southern Law Poverty Center, los
grupos de odio operando en Estados Unidos se han multiplicado hasta alcanzar la
cifra récord de 918:
“2016 fue un año sin precedentes para los ataques de odio”, aseguró Mark
Potok, investigador principal y editor del informe de inteligencia del Southern
Paw Poverty Center presentado el pasado 15 de febrero.
“El país ha experimentado el resurgimiento del nacionalismo blanco que pone
en peligro el avance de la tolerancia racial que hemos alcanzado. Esto ha
coincidido con la elección de un presidente cuyas políticas reflejan los valores
de los nacionalistas blancos. Pero, también, con la llegada de Steve Bannon, el
principal asesor del presidente Trump, al que estos extremistas ven como un
aliado”, aseguró Potok.
Fuente: Red Mundial de Comunidades Eclesiales
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