(ZENIT
– Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha invitado una vez más a
trabajar para construir una verdadera cultura del encuentro que venza la
cultura de la indiferencia. Así lo ha hecho durante la homilía de este
martes en Santa Marta, a la vez que ha reflexionado sobre el encuentro
de Dios con su pueblo y ha advertido sobre las malas costumbres que,
también en la familia, nos distraen de la escucha del otro.
De este
modo, el Pontífice ha observado que la Palabra de Dios hoy hace
reflexionar sobre un encuentro. Por eso, ha señalado que, a menudo, las
personas “se cruzan entre ellas, pero no se encuentran”. Cada uno –ha
añadido– piensa en sí mismo, ve pero no mira, oye pero no escucha.
Y lo ha
explicado así: “El encuentro es otra cosa, es lo que el Evangelio de hoy
nos anuncia: un encuentro; un encuentro entre un hombre y una mujer,
entre un hijo único vivo y un hijo único muerto; entre una multitud
feliz, porque había encontrado a Jesús y lo seguía, y un grupo de gente,
llorando, que acompañaba a esa mujer, que salía de una puerta de la
ciudad; encuentro entre esa puerta de salida y la puerta de entrada. El
redil. Un encuentro que nos hace reflexionar sobre el modo de
encontrarnos entre nosotros”.
En el
Evangelio se lee que el Señor sintió lástima. Esta compasión “no es lo
mismo que nosotros hacemos cuando vamos por la calle” y vemos una cosa
triste. Jesús, ha asegurado Francisco, no pasa de largo, sino que siente
lástima. “Se acerca a la mujer, la encuentra de verdad y después hace
el milagro”, ha explicado.
Al respecto,
el Pontífice ha indicado que aquí vemos no solo la ternura sino también
“la fecundidad del encuentro”. Cada encuentro –ha precisado– es
fecundo. Cada encuentro restituye a las personas y a las cosas a su
sitio.
De este
modo, el Santo Padre ha observado que “nosotros estamos acostumbrados a
una cultura de la indiferencia y debemos trabajar y pedir la gracia de
hacer una cultura del encuentro, de este encuentro fecundo, de este
encuentro que restituya a cada persona la propia dignidad de hijo de
Dios, la dignidad de viviente. Asimismo ha advertido que estamos
acostumbrados a esta indiferencia cuando vemos las calamidades de este
mundo y las pequeñas cosas. Por eso ha asegurado que si no nos paramos a
mirar, no solo ‘a ver’, si no “toco” si no “hablo”, no podemos hacer un
encuentro y no podemos ayudar a hacer una cultura del encuentro.
En esta
misma línea ha señalado que la gente de este pasaje del Evangelio “tenía
miedo y glorificaban a Dios, porque habían hecho el encuentro entre
Dios y su pueblo”. Así, el Santo Padre ha reconocido que le “gusta ver
también aquí el encuentro de todos los días entre Jesús y su esposa”, la
Iglesia, que espera su regreso.
Finalmente,
el Santo Padre ha advertido del peligro que en la familia, cuando se
está a la mesa, se coma, se vea la televisión o se escriban mensajes en
el móvil. “Cada uno es indiferentes a ese encuentro. También
precisamente en el centro de la sociedad, que es la familia, no hay
encuentro”, ha advertido.
Por esta
razón ha pedido que esto “nos ayude a trabajar por esta cultura del
encuentro, tal y como ha hecho Jesús”. Francisco ha invitado a “no solo
ver: mirar. No solo oír: escuchar. No solo cruzarse: pararse. No solo
decir ‘pobre gente’, sino dejarse llevar por la compasión. Y después
acercarse, tocar y decir en la lengua que a cada uno le viene en ese
momento, la lengua del corazón: ‘no llores’, y dar al menos una gota de
vida”.
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