Matilde Moreno, Religiosa del Sagrado Corazón (Haití)
Cuando se vive desde el corazón, se escucha con paciencia, se mira
con complicidad, se toca con ternura, se sufre con fortaleza, se asume
el riesgo con naturalidad, se mezcla la vida con la de otros y se avanza
en comunidad de proyectos solidarios.
Isa Sola (religiosa de Jesús y María), nuestra amiga y compañera de sueños, proyectos y lucha, vivía desde el corazón y contagiaba la fuerza poderosa de su amor y de su entrega a quienes tuvimos el privilegio de conocerla y compartir un cachito del camino.
Nos conocimos en 2008, cuando vino a Haití, llena de empuje y necesidad de servir donde hiciese falta. Su condición de maestra y enfermera le abrieron muchas puertas. Desde el principio vimos que compartir búsquedas, alegrías y fracasos, nos impulsaba a las dos a seguir adelante, al servicio de este pueblo tan querido.
Isa Sola (religiosa de Jesús y María), nuestra amiga y compañera de sueños, proyectos y lucha, vivía desde el corazón y contagiaba la fuerza poderosa de su amor y de su entrega a quienes tuvimos el privilegio de conocerla y compartir un cachito del camino.
Nos conocimos en 2008, cuando vino a Haití, llena de empuje y necesidad de servir donde hiciese falta. Su condición de maestra y enfermera le abrieron muchas puertas. Desde el principio vimos que compartir búsquedas, alegrías y fracasos, nos impulsaba a las dos a seguir adelante, al servicio de este pueblo tan querido.
En esa época yo llevaba seis años en Haití y el trabajar en Fe y
Alegría me había abierto a muchos conocimientos y contactos. Isa se hizo
muy pronto con toda la red de recursos que necesitaba para ayudar a la
reconstrucción y formación del profesorado de unas escuelitas rurales,
realmente necesitadas, en una zona cercana a Balan, donde estaba la
primera escuela de Fe y Alegría en Haití.
Más tarde, el terremoto de 2010, fue un gran punto de inflexión en su
vida, como lo fue en muchas personas que, a la vista de la muerte de
tanta gente querida, nos preguntamos: ¿Para qué se me regala la vida de
nuevo?
Su trabajo por ayudar a las víctimas del desastre fue indescriptible. Ella misma lo dio a conocer en su momento. En los primeros días trabajó en el hospital amputando y recomponiendo lo imposible. Después puso en marcha un taller de prótesis para remediar, en lo posible, las pérdidas de tantos lisiados. El taller ya está en manos haitianas y esta es su esperanza de supervivencia. Al cabo de un tiempo organizó una clínica móvil que recorre los rincones más alejados del país, donde la atención médica no llega. Este trabajo no lo hace sola, le acompañan un grupo de Hermanas del Corazón de María y otro de excelentes colaboradores, profesionales haitianos, que comparten su espíritu misionero: la Familia de Jesús María.
Su trabajo por ayudar a las víctimas del desastre fue indescriptible. Ella misma lo dio a conocer en su momento. En los primeros días trabajó en el hospital amputando y recomponiendo lo imposible. Después puso en marcha un taller de prótesis para remediar, en lo posible, las pérdidas de tantos lisiados. El taller ya está en manos haitianas y esta es su esperanza de supervivencia. Al cabo de un tiempo organizó una clínica móvil que recorre los rincones más alejados del país, donde la atención médica no llega. Este trabajo no lo hace sola, le acompañan un grupo de Hermanas del Corazón de María y otro de excelentes colaboradores, profesionales haitianos, que comparten su espíritu misionero: la Familia de Jesús María.
En estos últimos años surgió un nuevo sueño: la construcción y
organización de una escuela que, bajo su dirección, formaría parte de la
red de Fe y Alegría, junto con un dispensario que llevarían las
hermanas del Corazón de María. La zona elegida, Onaville, está habitada,
en su gran mayoría, por familias que lo perdieron todo en el terremoto y
que han construido ahí sus chabolas.
Detrás de estas cuatro pinceladas sobre la vida de Isa, quiero
subrayar algo que ella se enfadaría si no lo hago y que en justicia
debemos al pueblo haitiano. Isa fue asesinada, cierto, pero esto no
quiere decir que el pueblo haitiano sea un pueblo de asesinos. Nada más
lejos de la realidad. En el pueblo haitiano hay gente de todas clases
como en todas partes del mundo. Yo quiero testimoniar lo que en mis 14
años de vida eh Haití he aprendido. El pueblo haitiano es un pueblo que
ha pagado muy caro el haber sido el primer pueblo esclavo que logra su
independencia. Aquí están muchas de las causas de su pobreza, de su vida
política y social frágil y convulsa. Es un pueblo luchador, acogedor,
valiente, noble y resiliente. Un pueblo que merece todos los esfuerzos
que cualquier persona de buena voluntad, haitiana o extranjera, pueda
hacer por el crecimiento de la dignidad, la paz y la justicia en esta
sociedad maltrecha.
Este servicio lúcido y consciente al pueblo haitiano, es lo que a Isa
le hizo ir dando su vida día a día, es lo que a tantas personas nos
impulsa a dar nuestra vida día a día.
El 2 de septiembre, Isa terminó de dar su vida, que ya había sido entregada y gastada por amor a un pueblo que fue su patria durante estos últimos años.
El 2 de septiembre, Isa terminó de dar su vida, que ya había sido entregada y gastada por amor a un pueblo que fue su patria durante estos últimos años.
Isa, durante toda su vida, corrió al encuentro de Aquel a quien
seguimos y por quién vivimos: el Resucitado, el Vencedor de la muerte,
El Cómplice, el Compañero, el Dios del Corazón roto, Jesús de Nazaret,
el Hombre del Pueblo que va delante de nosotros: “No temáis, yo he
vencido a la muerte”. “Lo que hacéis por uno de estos mis hermanos más
pequeños…”
Gracias Isa, por seguir siendo amiga y compañera. Amén, Aleluya, Ayibobo.
Gracias Isa, por seguir siendo amiga y compañera. Amén, Aleluya, Ayibobo.
Haití 10 de septiembre de 2016
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