Enviado a la página web de Redes Cristianas
Acaba de entrar una parroquiana en este despacho desde el que escribo mi blog, y en el que hago casi todo el trabajo que exige el uso del ordenador e internet, como los boletines litúrgicos, catequéticos, etc. Se trata de una parroquiana muy comprometida, sobre todo en la acción social. Ya se ha retirado, pero todavía estoy impresionado con la expresión contraída y tensa de su rostro, tan elocuente de su estado de ánimo como sus palabras. Se quejaba del contenido, el estilo, y el tono de la homilía que el Cardenal de Madrid, D. Antonio María Rouco Varela, había pronunciado anteayer, décimo aniversario del 11-M madrileño, en el funeral por las víctimas, celebrado en la catedral de la Almudena. Me ha pillado un poco fuera de órbita, porque no había leído mucho sobre el acontecimiento, y no escucho la radio.
El párrafo que más provocaba su ira, sin ocultar que nada de la homilía le había gustado, era el siguiente:
“De un sencillo análisis de lo ocurrido se desprende una primera respuesta: murieron, sufrieron y sufrimos porque hubo alguien, hubo personas, que con una premeditación escalofriante estaban dispuestas a matar a inocentes, a fin de conseguir oscuros objetivos de poder; porque hay individuos y grupos, sin escrúpulo alguno, que desprecian el valor de la vida humana y su carácter inviolable, subordinándolo a la obtención de sus intereses económicos, sociales y políticos”.
Mi interlocutora, que me ha obligado casi a buscar en Internet el texto completo de la homilía, se ha fijado, sobre todo, en el párrafo que he reproducido, y dentro de él, en las frases que he señalado con negrita. Me ha afirmado que es la mejor comprobación de que nuestro Arzobispo “siempre ha creído, y aun cree, en la teoría de la conspiración”, y que es la prueba evidente de que el tipo de información, sobre ese particular, y otros asuntos, de la Cope, que yo he criticado con frecuencia en este blog, “respondía fielmente a las ideas del Cardenal” (sic). He intentado disuadirla, por lo menos de la drasticidad de su opinión, pero me ha sido imposible.
A mí me cuesta mucho admitir que un arzobispo de la Iglesia, y Rouco, como buen gallego, se suele caracterizar por ser cauto y prudente, adopte y asuma públicamente una versión partidista, y política, de los acontecimientos terroristas que asolaron Madrid, en lo que sería una inequívoca coincidencia con la versión del PP, por lo menos en los primeros tiempos después del Atentado, y de sus medios de Comunicación afines. Y, lo que sería más triste, en un día en el que todos, políticos, víctimas y medios, oficiaron la ceremonia de la concordia y de la unidad, -sincera en el corazón, o no, no lo sabemos, solo Dios lo sabe-, constituiría verdaderamente un escándalo que tan solo el pastor de los católicos madrileños, continuara con la versión más siniestra y dolorosa del atentado.
A mí me cuesta tanto creerlo que prefiero que me tilden de ingenuo y de cándido a pensar de mi obispo algo tan fuera de lugar, y, en el fondo, y en la forma, tan despiadado. Las palabras, muchas veces, nos traicionan, sobre todo cuando hablamos movidos por una fuerte emoción, o impresionados por unos resultados dramáticos, como los que resultaron de la vesania terrorista. Prefiero creer en esta explicación, a la hora de interpretar, pues no quiero emitir un verdadero juicio, juzgar la intención, las palabras de nuestro Arzobispo.
Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara, (párroco de Nª Sª de la Piedad, Vicaría IV de la diócesis de Madrid).
(Con mi agradecimiento por vuestra generosidad al publicar colaboraciones. Gracias)
Artículo del blog “El guardián del Areópago”
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