Enviado a la página web de Redes Cristianas
Con el cariño y la sencilla espontaneidad de Carlitos, me dirijo a ti,
Papa Francisco, como un sencillo católico de a pie. Te trato como traté a
mi papá, con amor y confianza. Carlitos es ese niño que se acercó a
ti, se agarró a tu vestidura y se sentó en tu silla, la de Pedro. Aquel
niño es colombiano como yo, pues nací en Bogotá. Vivo en Estados
Unidos, pues vine invitado en los 70s para trabajar en familia, como
galileos en la Roma de hoy, con los más pobres, los indocumentados, los
enfermos sin seguro. Estamos preocupados porque trabajas sin descanso.
Te queremos mucho, somos solidarios
contigo, eres un regalo de AMOR, el Dios revelado por Jesús. Casi toda
la humanidad está feliz contigo, y la casi totalidad de los católicos no
nos cambiamos ahora por nadie. Hermanos de otras iglesias ya te llaman
su Papa. Los pobres se saben preferidos por ti. El planeta tierra, eso
tan pequeño en el universo, que es nuestra casita y que ya casi lo
exterminamos, está como una madre abandonada que ahora toma de nuevo su
función y su belleza, gracias, en mucho, a tu compromiso decidido,
público y eficaz.
Por este amor y por la histórica labor en la que estás empeñado, te
pedimos que tomes unas vacaciones. Nos preocupa tu salud. Serían
vacaciones de dos a tres semanas, por lo menos. Esto debe ser pronto,
antes de la Cuaresma o al comienzo. Sabemos que no irías a
Castelgaldolfo.
Quisiéramos atrevernos a proponerte que tus vacaciones sean entre los
más pobres, en un país del África donde están muriendo miles de niños
cada día por falta de un pan, donde sus padres y sus madres están
muriendo por el Sida. Tu imagen y tu voz desde allí serían el respaldo
con acción a tu inspirada oración para pedir el fin del hambre y para
convertirnos a amar al pobre.
Quisiéramos que la humanidad cambie al ver tu blanca vestidura
manchada de sangre de la madre que por llevar cuatro días sin comer,
sólo tiene sangre en vez de leche en su maternal pecho para alimentar a
su bebé. Que vean tu limpia vestidura, ensuciada por el barro de la
tierra que se abre para recibir los cuerpecitos de esos niños muertos, a
quienes la sociedad les robó el mínimo alimento y ahora la madre tierra
los abraza en su seno. Cambiarían también los que le exigen a la madre
parir o ir a la cárcel, y luego indiferentes dan la espalda al futuro
de ese niño. Muchos construirían “una vida digna de toda la familia
global”, como pedimos con tu oración.
Tu diario mensaje visual en esa dolorosa realidad sería una “rugido”
irresistible hacia Jefes de Estado, Legisladores y políticos, cuyas
manos tienen mucho para la solución del hambre.
Con esta imagen tuya, dolorida y activa en construir soluciones y
erradicar el hambre y la pobreza, los católicos nos sentiríamos más
comprometidos en acciones reales. Los queridos hermanos de otras
Iglesias te seguirían con cercanía y aprobación solidaria. La presidenta
de la Iglesia Luterana en América, la obispa Elizabeth Eaton, ha pedido
orar para el fin del hambre, rezando tu misma oración. Unos amigos de
otra denominación me han dicho que este es su Papa. Miembros de todas
las religiones que también buscan servir al prójimo, y también mucha
gente de buena voluntad sin religión, unirían sus esfuerzos en obras
comunes con todos los demás, logrando soluciones eficaces que
terminarían con el hambre. Porque lo cierto es que tenemos hoy los
medios para terminar con el hambre.
Tu presencia y tu homilía de cada mañana en la Eucaristía seguirían
difundiéndose. Las recibiríamos al estilo de la que celebraste en
Lampedusa, Italia, con inmigrantes indocumentados. Te acompañaríamos por
TV en tu celebración en un barrio pobre, con la participación de
pobres. Ojala sin mitra, símbolo de poder, que ante los pobres sobra,
recuerdo del dios Mitreo que los generales persas inventaron mucho antes
de Cristo. Sin monseñores con uniformes de colores. Con personas
pobres, cercanas al altar.
Personas de color negro, las más cercanas al origen de la humanidad.
No echarías de menos las celebraciones en San Pedro en Roma. En Roma,
seguro, echarías de menos la celebración con el africano pobre, que hace
más presente a Jesús que nosotros los demás. Si estando allí te sientes
más obispo universal, y siempre obispo de Roma desde allá, ten una
larga permanencia ahí. Así te sería más fácil el invitarnos al reino
del amor y el mostrar en ti la Iglesia samaritana que ve a la víctima,
se conmueve y actúa. Entonces, pídenos a toda la humanidad, con total
autoridad, hacer otro tanto. Como Jesús y como el Concilio cuando pide
el ver, juzgar y actuar.
El mensaje y la bendición dominical nos los seguirías ofreciendo
desde tu nuevo balcón a ras de tierra, rodeado del pobre que ya no te
abandona. Tu bendición, que tanto nos conforta y la necesitamos, nos
llegaría desde allí. Lo mismo te llegaría nuestra oración y bendición
que sin cesar nos pides y que nosotros como sacerdotes por bautismo te
ofrecemos.
Tendrías, obviamente, que dar vacaciones a todo el personal de la
“curia vaticana” (nombre militar constantiniano). Vayan donde quieran, a
otros aires afuera y lejos de la “curia vaticana”. Tal vez algunos
buscarían algún lugar para estar con el pobre que transmite energía de
Evangelio. Todo el personal del vaticano saldría a vacaciones, mientras
el obispo de Roma esté en el África. Lo contrario ha dejado serias
consecuencias. Son vacaciones, no cambiar el escritorio de sitio. Claro
que la guardia suiza y la gendarmería quedarían en su servicio. Tu
obispo ayudante en atender a los pobres de Roma sí se quedaría. Lo único
abierto sería la Basílica de San Pedro. Lo otro único que quedaría
abierto serían los Museos Vaticanos, tesoro de la humanidad en manos del
obispo de Roma. Vale la pena un viaje desde el fin del mundo para
contemplar “La Creación” de Miguel Ángel, en la Capilla Sixtina.
No irías sólo. Tampoco con una corte de coloridos monseñores, cuyo
oficio tal vez hoy te incomoda. Atender en su recámara al “Sumo
Pontífice Romano” ya no se usa. Como están por todo el mundo, no llegan
de lejos a tu recámara, y como son miles, no caben en ella. Sólo
introducen otra casta en el clericalismo que aborreces, contradiciendo
la enfática enseñanza de la comunidad igualitaria de Jesús y
fortaleciendo la antievangélica y dañina pirámide constantiniana de 16
siglos de retraso, unos arriba y otros debajo. Su nombre original viene
de la corte de Francia en Versalles. Uno que de esto conocía, rechazó
tal “honor”.
Irías con tu médico personal y buenas medicinas. Tendrías buen cuidado con tu alimentación.
¿Por qué no invitas a un amigo? ¿Tal vez a un franciscano capuchino
pobre? ¿Qué tal a tu amigo Seán O’Malley? También amigo mío personal
desde hace muchos años. Buen Pastor como obispo en Boston. Cardenal del
grupo de tus ocho asesores. Él iría con su hábito pobre de franciscano
capuchino, como siempre anda, sin uniforme cardenalicio. Habla inglés
para el África y para muchos, habla español tan bien como nosotros, y
habla portugués mejor que nosotros. Bondadoso, te haría buena compañía
entre los pobres y no desafinaría mucho junto a ti. Su vida de pobre se
ve aún en la sencillez de sus sandalias, tan pobres y usadas como tus
zapatos. Te colaboraría en tu ininterrumpida conexión con el resto de la
Iglesia y del mundo. Tú, en tus vacaciones, jamás te distanciarías del
mundo ni de la hermandad universal. Te necesitamos y nos necesitas. Tu
ministerio petrino, como obispo de Roma, continuaría, pero con un marco
más convincente y más cercano a JESÚS en la frescura de sus campos
galileos. Juan XXIII te envidiaría.
El Concilio Vaticano II te seguiría acompañando para vivir su
eclesiología. Te asemejarías más a aquellos obispos de América Latina,
de los 60s y los 70s, constructores de la corta, pero histórica
“epifanía posconciliar”, verdaderos Padres de la Iglesia Universal.
Con ellos conviví ocho años, durante mi colaboración en el
Departamento de Pastoral de Conjunto del CELAM, por invitación del
obispo Larraín de Chile, Presidente del mismo organismo episcopal.
Participé desde la preparación para Medellín. En Medellín participó ese
cristiano ejemplar y jesuita gigante ante la historia y como Iglesia en
compañía de Jesús, Pedro Arrupe. Una foto de los dos me ha acompañado
siempre y la conservo dentro de mi libro de documentos del Vaticano II.
Concilio de fugaz implementación por exigir “conversión eclesial”, pero
siempre presente en las bases. Ahora es recobrado con fuerza, con ayuda
de tu compromiso. En Buenos Aires laboré varias veces, como en la
totalidad de los países de América Latina, con los equipos del CELAM
para profundizar y difundir las orientaciones del Vaticano II y
contribuir en sus implementaciones locales y continentales.
Después de la reunión del CELAM en Santa Cruz, Bolivia, fui invitado
oficialmente por la Conferencia Nacional de Obispos de Estados Unidos,
en los años 70s, por medio de su Presidente el inolvidable Cardenal
Bernardin, y el obispo Rausch, Secretario General. Me pidieron colaborar
en todo el país, en el desarrollo de los Hispanos, como fermento hacia
el resto de la Iglesia y de la sociedad estadounidense, en nuestra
sencilla calidad de galileos dentro de esta Roma de hoy. Después de 16
años de proceso y tres Encuentros Nacionales, con miles de
participantes, ofrecimos el Objetivo del Plan Pastoral: construir un
“Modelo de Iglesia”, para hoy, calcado en el Evangelio de Jesús y en el
Vaticano II. Lo vivimos y ofrecimos desde el pobre, nosotros, muchas
veces despreciados por racismo. Pero ricos con la herencia de nuestras
abuelitas, como tu abuelita que tanto te influyó y cuyo recuerdo escrito
conservas en tu breviario. Abuelitas que desde 1848, -cuando fue la
absorción de todo el norte de México por el águila estadounidense-,
defendieron y nos heredaron para siempre los tres grandes tesoros que
nos dan la vida y no son negociables: la cultura, el idioma español, y
la fe católica romana.
Todos estos años, en Estados Unidos desde los 70s, AMOR MISERICORDIA,
el Dios de Jesús, me ayuda con mi familia a contribuir en la
construcción de la Iglesia, como fermento del reino de Dios en la
sociedad. Este es el Modelo de Iglesia del Plan Pastoral Hispano en
Estados Unidos. Iglesia siempre en el Pueblo de Dios y desde el pobre,
presencia del Padre misericordioso. Por todo esto nos sentimos muy
identificados contigo. Todos ya te necesitábamos con urgencia. Gracias
por ser como eres. Que AMOR cuide tu salud y tú también te cuides.
Así que a ir de vacaciones a lo más pobre de esa África querida. Pronto.
edgard r. Beltrán- Illinois, Estados Unidos de América. 1-1-14 eibelt@aol.com
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