El movimiento feminista llegó a todos los sectores del mundo
civilizado durante el siglo pasado, pero las comunidades y los credos
que se basan en la tradición, tienen problemas para asumir las
exigencias igualitarias de las mujeres. Es algo normal ya que en su
tradición el sexo femenino se ha pensado y se ha movido siempre en
papeles subordinados. El caso del reciente libro de la diócesis de
Granada con el título provocativo de Cásate y sé sumisa es un ejemplo
patente pues se puede apoyar en la Biblia y en muchos autores cristianos
para fundamentar su tesis. La teología católica se enfrenta a este reto
de un cambio difícil de anclar en el pasado y con la carga de una
reflexión previa que se ha quedado desfasada y anacrónica. Estoy
pensando en algunas declaraciones papales relativamente recientes.
El papa Francisco ha expresado varias
veces el deseo de ampliar las posibilidades para que exista una mayor
presencia femenina en la Iglesia pero le va a resultar difícil conseguir
su propósito. Las mujeres han estado en los hospitales, en los
colegios, en la catequesis, en misiones… en un número mayor que los
varones y recientemente han dirigido esos centros. Donde se nota su
falta es en el altar y en los órganos directivos de la comunidad
católica pero si éstos están reservados a los varones ordenados ¿cómo se
puede resolver el problema? A la corta le veo poca solución.
La Iglesia es mujer y madre nos dice Francisco con entusiasmo porque
valora lo que significa la maternidad de las mujeres, algo que se ha
considerado siempre quizás con exceso. El problema es que las mujeres
quieren ser algo más que
madres. La vida biológica se ha extendido y da tiempo para hacer muchas
cosas más que engendrar, parir y educar, aparte que hay mujeres que no
son madres porque no quieren o no pueden.
También aboga el pontífice por el desarrollo de una profunda teología
de la mujer y mi pregunta es ¿hecha por varones o por mujeres? La
primera es responsable de esa larga historia sobre la mujer madre, reina del hogar, sumisa y servidora pero hay que
pensar que muchos varones actuales no piensan así, pero no se puede
bajar la guardia pues ejemplos como el de Granada los hay por todas
partes. Y lo peor es que muchas veces son las propias mujeres las que se
enfrentan a las que piden mayor igualdad ¿no se consideran preparadas?
¿Prefieren el status de minoría de edad? Siempre me lo ha preguntado y
no he sabido responder.
La teología feminista ha hecho un gran papel desmantelando muchos de
los planteamientos teológicos que fundamentaban en la Biblia y en Dios
la subordinación de las mujeres. Ha descubierto los frutos espirituales,
intelectuales y pastorales de muchas mujeres a lo largo de los siglos
pero creo que en estos momentos debe de dar un paso más. Tras la
protesta y los hallazgos hemos visto que el pensamiento femenino es muy
variado pues depende, como toda reflexión, del lugar y del momento. No
piensa lo mismo una católica en Asia, en África, en América o en Europa y
también influye en su razonamiento su raza o su nivel intelectual. Hoy
no se pueden sacar muchos denominadores comunes del pensamiento
teológico femenino lo que a mi manera de ver es positivo.
Siempre me ha molestado que haya días dedicados a la mujer porque no
somos un sub género de la raza humana. Por eso creo que ha llegado el
momento dentro de la Iglesia de hablar de una teología laical pues, a
ese nivel, todos somos miembros iguales gracias a nuestro bautismo.
Desde ahí esa teología tendrá que explorar todos los campos en los que
varones y mujeres podemos colaborar ofreciendo nuestros valores y sin
pensar que somos diferentes. Creo que es el camino que busca nuestro
papa actual y que de alguna forma será responsable de la desclerización
de la Iglesia por la apertura a los laicos de funciones que siempre han
estado reservadas a los sacerdotes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario