PIETR PISKOZUB, ha muerto de hambre ayer miércoles en Sevilla, en un albergue municipal. Pietr tenía 23 años, era polaco. Había sido dado de alta el día anterior en el Hospital Virgen del Rocío de la ciudad. Y al darle el alta se encontró sólo y sin dinero
y enfermo y a punto de morirse (¡qué ojo clínico el de los médicos para
dar altas de ahorro presupuestario y definitivo, muerte por medio!).
Se murió en el albergue municipal, en un
sofá, Se dieron cuenta porque pasaba tiempo y había que irse. Lo
taparon con una chaqueta y al depósito para esperar la identificación si
es posible y si no lo enterrarán, como se decía antes, por pobre de
solemnidad.
Tenemos un alcalde de derechas, exmagistrado, predicador de sus
bondades y prometedor de futuros perfectos. Pero se le ha muerto en
dependencias municipales un hombre de 23 años, de ¡inanición! De hambre.
Magnifico, señor alcalde de Sevilla. Una honra.
Tenemos un gobierno autonómico de izquierdas, una coalición de PSOE e
IU. Iban a garantizar desde los tiempos del ido Griñán los derechos
sociales y sanitarios. Pero dejaron en la calle desde el Hospital Virgen
del Rocío a un hombre de 23 años, enfermo del tó, que se ha muerto al
día siguiente de inanición. ¡De hambre! ¿Qué va a decir ahora la
presidenta del gobierno andaluz? ¿Qué va a decir el vicepresidente del
gobierno andaluz?
Tenemos un gobierno de España de derechas de toda la vida.
Una ministra de Sanidad que cuenta el relato de los siete cabritos y su
mamá que cosió al lobo en un hospital público para ponerle piedras y
ahorrar, como en Andalucía con Pietr. Ministra que se benefició de los
trapicheos políticos de familiares pero que considera que la ética le
permite ahorrar en salud para que los extranjeros mueran de inanición dados de alta en un hospital público, siguiendo el ejemplo del lobo y sus piedras. Lo que ocurre es que Pietr no era un lobo.
Tenemos una ciudad católica expositiva de sus devociones. Un
arzobispo que se sube en escaleras con sayas medievales a coronar con
oro a imágenes de madera de la Madre de Dios
–que parió en un pesebre a un niño desnudo cuyo reino no es de este
mundo y maldita la falta que le hacen las coronas de oro a su madre
bendita– y un obispo auxiliar. La noticia de ayer era que una hermandad,
la de La Lanzada, no dejaba entrar en su templo a otra hermandad, la de
Montesino porque cuesta mucho que la imagen de la Virgen se aloje allí.
Ejemplar. Y el arzobispo mudo, como Tomás de Aquino. Y su auxiliar
inhabilitado y multado por el Audiencia Nacional a causa de sus penosas
gestiones en una entidad de crédito.
Y Nuestro Señor muerto en la cruz, paseándose por Sevilla para ver si
encuentra a Pietr Piskozub para darle aliento y calor, Pero está muerto
porque los médicos del Virgen del Rocío, la gerencia del hospital, los
trabajadores sociales, los empleados municipales han cumplido con sus
obligaciones, y el arzobispo, su auxiliar y las hermandades con las
suyas. Pietr se ha muerto de hambre en Sevilla, con sesenta y seis mil
cofrades y las entradas de turistas en la Catedral aumentando un 8% para
gozo y prez de los canónigos y de Palacio.
Seguro que a alguien se le ocurre organizar la celebración de una
misa por el muchacho muerto, ya que era polaco y por tanto debía ser
católico. Por las calles de Sevilla la voz del profeta bíblico grita:
¡¡¡¡¡Misericordia quiero y no sacrificio!!!!!.
Alberto Revuelta es abogado de Sevilla comprometido toda su vida en la defensa de los derechos de los refugiados e inmigrantes
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