La Iglesia católica beatifica a 522 “mártires de la persecución religiosa” muertos en la Guerra Civil e ignora a los curas asesinados por el bando franquista
“Es llamativo que se acuerden de unos y no de otros”, señala el historiador Iñaki Goiogana
“La beatificación es un acto político”, denuncia Emilio Silva,
presidente de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica
104 obispos, 1.400 sacerdotes, 14.000
sillas, 25.000 personas. La Iglesia católica ultima el despliegue para
la macrobeatificación que celebrará este domingo en Tarragona, una
“fiesta religiosa” en palabras del arzobispo metropolitano de Tarragona,
Jaume Pujol, en la que 522 nuevos mártires pasarán a engrosar el
listado de 1.001 personas que ya han sido beatificadas en España en el
último siglo.
Hasta el momento han confirmado su asistencia al acto el presidente
de la Generalitat, Artur Mas; el presidente del Congreso, Jesús Posada;
los ministros de Justicia e Interior, Gallardón y Fernández Díaz, y más
de 80 alcaldes. Pero no todos están conformes con la celebración del
acto: víctimas del franquismo e historiadores denuncian el carácter
político de la beatificación.
Por ejemplo, el diputado de la CUP, Quim Arrufat, ha afirmado que la
celebración representa a la Iglesia “más casposa y reaccionaria”, la que
“apoyó el golpe de Estado de
1936″, y la Plataforma por una Comisión de la Verdad ha remitido una
carta al papa Francisco solicitándole la disculpa de la Iglesia por
“apoyar” el golpe y la suspensión de un acto “de afirmación franquista,
que ensalza a unas víctimas y olvida, como siempre, a las víctimas de la
dictadura”.
Los ignorados por la Iglesia
¿Pero quiénes son los curas muertos a los que
la Iglesia no reconoce? El caso más evidente es el de los 16 sacerdotes
vascos asesinados por el bando franquista. “Eran personas muy conocidas
durante la República por su ligazón al vasquismo y el movimiento
sindicalista”, explica el historiador Iñaki Goiogana, vinculado a la
Fundación Sabino Arana.
Goiogana explica que el grupo de curas vascos, liderados por Aitzol,
“se caracterizó por reivindicar el euskera, la cultura vasca, y por
buscar el acuerdo entre la izquierda y la derecha”, y que en ningún caso
renunciaron a su condición de sacerdotes, al igual que los religiosos
beatificados por la Iglesia católica. ¿La diferencia? Los 16 fueron
muertos por orden del bando nacional.
“No estamos en contra de la canonización”, explica Goiogana, “pero
molesta que se acuerden de uno y no de otros, es llamativo”. El único
reconocimiento que recibió el grupo fue la misa celebrada por Juan María
Uriarte al dejar el arzobispado de San Sebastián en homenaje a 14 de
ellos. Ese acto, dice Goiogana citando a fuentes conocedoras de la jerarquía eclesiástica española, “no sentó nada bien”.
En este mismo sentido, Emilio Silva, presidente de la Asociación para
la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) añade que España es el único país
en el que ha habido un módulo carcelario dedicado a religiosos, que
existió en la cárcel de Zamora. De esos religiosos, dice, tampoco se
acuerda la jerarquía eclesiástica. “La Iglesia fue uno de los grandes
soportes de la dictadura y muchos religiosos que no comulgaban con el
régimen se marcharon exiliados”, sostiene. En referencia al acto de este
domingo, Silvia dice que se trata de una celebración de carácter
“político”.
“Evitar suspicacias”
Por su parte, la Iglesia insiste en que el acto es “puramente
religioso”, aseguró el arzobispo de la diócesis de Tarragona, Jaume
Pujol, y que no se trata de ir en contra de nadie, sino de efectuar “una
llamada a la generosidad y a la reconciliación”, dijo el portavoz de la
Conferencia Episcopal Española, Juan Antonio Martínez Camino, que
aprovechó la ocasión para pedir “comprensión entre todos los sectores
ideológicos”.
El portavoz de los obispos también precisó que los nuevos mártires lo
son “del siglo XX” y no “de la Guerra Civil”. ¿El motivo? “Apuntar a la
razón de la persecución de los años treinta en España, es decir, las
ideologías totalitarias, tanto las revolucionarias marxistas como las
nacionalsocialistas, que quisieron acabar con la Iglesia y la fe”, dijo.
Entre los 522 nuevos mártires, 520 murieron durante la Guerra Civil
–ninguno de ellos por orden del bando franquista– y dos más lo hicieron
en 1934. La Conferencia Episcopal insiste en que “no fueron caídos de
una guerra, sino que murieron por no renegar de su fe”. Dentro de la
propia Iglesia, sectores como los Cristianos de Base de Madrid sostienen
que con este acto la jerarquía católica insiste en ignorar “a los miles
de republicanos asesinados por los franquistas”.
“La fecha y el lugar elegidos para la beatificación tienen curiosas
resonancias de Nacionalcatolicismo”, insisten los Cristianos de Base.
Algo con lo que coincide Silva: “Celebrar el acto en Cataluña y justo un
día después del Día de la Hispanidad también tiene un claro mensaje”.
Una intencionalidad política y no de reconciliación y memoria, concluye.
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