Las actuales políticas aplicadas en España y en el conjunto de Europa no ofrecen una respuesta a la actual crisis, ya que, a pesar de una mayor estabilidad a nivel global, las cosas están peor ahora que hace cinco años, según afirma Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía de 2001, quien advierte de que si no hay cambios “no hay luz al final del túnel”.
“Todos los túneles tienen un final. Espero que Europa cambie. Pero cualquiera que analice las cosas correctamente diría que hoy estamos peor que hace cinco años. No hay base para decir que estamos más cerca del fin de la crisis”, señala el economista estadounidense en una entrevista a la revista ‘Capital’ que recoge Europa Press.
“Si las actuales políticas siguen siendo las mismas, y no solo en España sino en Europa en general, creo que no hay luz al final del túnel”, advierte el Nobel de Economía de 2001 y uno de los principales críticos de los planes de austeridad recetados a las economías europeas en dificultades.
De hecho, el Nobel advierte de que, a pesar de que reformas como la armonización fiscal, la mutualización de deudas y la unión bancaria pueden salvaguardar el futuro del euro, se aprecia “escasa voluntad política”, ya que los políticos europeos “no entienden el rol de los bancos y no saben lo que hacen”.
Así, el economista estadounidense advierte de que cuanto más tarde Europa en solventar sus problemas, más débil será el sistema financiero español y más necesaria será la ayuda para España, donde considera que “el futuro es muy preocupante”, particularmente por el desempleo juvenil.
A este respecto, Siglitz reitera la dificultad de reducir el desempleo con las actuales políticas, aunque apunta que si la economía vuelve a crecer, se recuperará parte del empleo perdido.
“Por eso me preocupa que Europa y Alemania estén poniendo en peligro el futuro de España”, afirma el Nobel de Economía, quien señala que “incluso el éxito de España a partir del año 2000, era un reflejo del fracaso del euro”.
“El euro estaba basado en la hipótesis de que los mercados son eficientes y estables. Todas las evidencias de los últimos 200 años de capitalismo apuntan en la dirección contraria”, explica.
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