Éxodo 115 (octubre 2012)
Evaristo Villar
Este tema Espiritualidad y política en tiempos de turbación que presentamos hoy en la revista Éxodo tiene, a mi modo de ver, una gran actualidad en los tiempos turbulentos que estamos atravesando. En su elaboración hemos contado, por orden de aparición, con firmas de reconocido prestigio como las de José María Vigil, Manuel Fraijó, Marià Corbí, Johann Baptist Metz, José María Castillo, Víctor Codina, Ángels Canadell, Ana María Schlüter, Gregorio Ubierna, Luis Sandalio, Koldo Alday y Jerónimo Aguado. En el siguiente editorial dejamos reflejado nuestro punto de vista sobre este importante asunto.
Espiritualidad y política marchan, al menos en el mundo capitalista, por caminos diferentes. Viajeras erráticas, avanzan, entre el general descrédito, al desencuentro. ¿Cabe soñar con un día en que rectifiquen de rumbo y se descubran como los pies necesarios para que el ser humano pueda seguir caminando? Desde Éxodo acariciamos abiertamente este sueño.
El actual descrédito de la política, como vienen señalando implacablemente los sondeos del CIS, se ha instalado en la conciencia de la ciudadanía. Una calificación que la política se ha ido ganando a pulso: por su desvinculación del pueblo al que dice representar y al que está dejando tirado al borde del camino; por su complicidad y sumisión a los mercados y al omnipotente club de los banqueros y financieros; por su sectarismo, su corrupción y la utilización del engaño como método; por el secuestro y utilización de los medios públicos de información… Imposible reconocer en la actual imagen de la política el menor atisbo de espiritualidad.
Por su parte la espiritualidad, desvinculada voluntariamente de la política, tampoco está superando la banalidad que expresa la cultura del capitalismo neoliberal. Subsumida desde muy temprano por las religiones, éstas la han ido desligando sectariamente del mundo profano hasta convertirla en gueto de profesionales. Es cierto que este matrimonio con las religiones ha ido reduciendo a la espiritualidad a los estrechos márgenes de un credo o un rito, pero también le ha ayudado, pensamos, a descubrir su verticalidad. Pero de lo que no cabe duda es que su divorcio del mundo político ha dejado a éste abandonado a su propia suerte o bien, en sentido contrario, se ha hecho frecuentemente cómplice de su injusticia. Por todo esto, tampoco la espiritualidad se libra de la sospecha y el descrédito.
El encuentro entre espiritualidad y política es hoy, a nuestro juicio, más necesario y urgente que nunca. Se trata de un patrimonio de toda la humanidad que afecta directamente al bienestar y a la convivencia entre los pueblos diversos y culturas y que es demasiado importante como para dejarlo en manos de profesionales. Este encuentro nos va a exigir algunos movimientos que brevemente enumeramos:
En primer lugar, un esfuerzo para rescatar espiritualidad y política de su actual secuestro y volver a resituarlas en su verdadero suelo, como elementos esenciales que definen la propia identidad del ser humano, que por el mero hecho de serlo es espiritual y político: desgajar de él estas dos dimensiones y mantenerlas separadas nos está situando al borde de la esquizofrenia.
Necesitamos luego contextualizarlas porque somos seres en proceso a quienes nos afectan de modo determinante tanto el espacio como el tiempo donde vivimos.
Y finalmente, no podemos olvidar que espiritualidad y política son también dos actividades destinadas a hacer la tierra más habitable. Olvidar este destino será poner en peligro no solo la convivencia, sino también la misma tierra como casa común.
La portada del número 115 de Éxodo puede verse aquí:Espiritualidad y política (1)
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