Redes Cristianas
Como grupo de curas en opción por las y los pobres nos hemos reunido en nuestro encuentro anual. Curas de distintas partes del país queremos renovar las palabras del maravilloso poema de José Martí en Guantanamera: “Con los pobres de la tierra / quiero yo mi suerte echar”. Y sabemos que echar nuestra suerte con los pobres de la tierra implica insultos, desprecios, críticas y persecuciones.
En la vida cotidiana, y especialmente en tiempos electorales, se presentan a grandes rasgos proyectos distintos de Patria. Proyectos de individualismo, de crueldad e indiferencia y proyectos de justicia social, de paz y de verdadera libertad.
Nos reunimos convocados por la necesidad de ser “honrados con lo real”. La realidad es dura, es compleja, y es indispensable mirarla sin disimulos y, a veces, en su dramatismo. Pero a su vez, la vida es una esperanza común; la lucha popular y comunitaria en pos de un proyecto de pueblo.
Este modelo de ganancia excesiva de unos pocos genera un empobrecimiento creciente de cada vez más personas. Desde hace años afirmamos que “estas políticas no cierran sin represión”, y, además, que “este modelo, ¡mata!”, utilizando una frase del Papa Francisco. La crueldad se hace patente y se ensaña con personas con discapacidad, infancias, jubilados, la salud y la educación públicas…
En este contexto, no nos olvidamos que Milagro Sala sigue siendo presa política y el poder judicial exhibe una doble vara injusta de toda injusticia. Además, Cristina Fernández de Kirchner, la principal lideresa política es encarcelada y proscripta en una farsa de juicio, mientras se blindan judicial y mediáticamente a funcionarios del gobierno, incluyendo a la hermana del presidente.
En el orden internacional, el gobierno calla de un modo cómplice ante el genocidio en Gaza y avala a un criminal de guerra, Benjamín Netanyahu reclamado por la corte penal internacional. Acepta colonialmente, un embajador que nos dice con quién debemos comerciar y a quién debemos votar.
Creemos que es indispensable la necesidad de conversión de nuestra dirigencia: de quienes esperamos que escuchen y aprendan de trabajadores y trabajadoras de los territorios, reconociéndolos como sujetos políticos del bien común que se juega en lo cotidiano.
Empezamos a preparar los 50 años de memoria de momentos también duros. Momentos donde el genocidio, hoy negado, campeaba en el terrorismo de Estado. La muerte, la desaparición forzada, la tortura mostraba a todos el cruel rostro del horror; el cambio de la identidad de niños, que todavía hoy, adultos, ignoran, en gran número, su historia y su sangre. Pero esa memoria, con verdad y justicia nos manifiesta, a su vez, un camino, un rumbo de pueblo. Y, en la Iglesia, no podemos callar las decenas de testigos: obispos, curas, religiosos y religiosas y gran cantidad de laicos, en su mayoría anónimos, mártires que marcan rumbos y nos revelan que también otra Iglesia es posible.
Ser honrados con lo real nos invita a mirar a la cara la injusticia y denunciar el pecado, y, a su vez, conocer una hoja de ruta para que vuelva la alegría y caminemos con esperanza.

No hay comentarios:
Publicar un comentario