fe adulta

Seguimos de camino con Jesús a través del evangelio de Lucas y, este domingo, nos encontramos con dos mujeres, hermanas, aparentemente en tensión y diferentes. Jesús está de camino y entra en una aldea donde una mujer llamada Marta le da alojamiento. Allí vivía también su hermana María y parece que se relacionan con él de manera diferente. Quizá no muy acertadamente se ha interpretado que detrás de estas mujeres nacen dos formas de seguir a Jesús; la vida activa, con un compromiso de proyección más social, activista y la vida contemplativa desde una dimensión más espiritual. Y nada más lejos de lo que entraña este texto, aunque tendría su coherencia desde otras claves.
El protagonismo de las mujeres en la vida de Jesús no es una moda que ahora se rescata. Cualquier persona que se acerca a su vida, narrada en los Evangelios y en los inicios del cristianismo, enseguida percibe una clara intención de liberar a la mujer y reconocer su dignidad en público, abiertamente, aunque suponga una ruptura con las tradiciones judías. Y uno de esos ejemplos es el evangelio que nos ocupa. Jesús se muestra libre y acepta la hospitalidad que le ofrecen dos mujeres que no parecen encajar en los roles de las mujeres del judaísmo.
En esta escena, como ya se ha indicado, Jesús entra en casa de una mujer llamada Marta. Si recurrimos al significado de los nombres bíblicos, Marta significa “señora” lo que podría llevarnos a pensar que es la dueña-señora de la casa y la que puede tener una actitud de hospitalidad con Jesús. De hecho, el texto dice explícitamente que esta mujer le dio alojamiento. No es la primera vez que Lucas habla de esta actitud de las mujeres con Jesús. En Lc 8, 2-3 se narra que había mujeres que acompañaban a Jesús y lo servían con sus bienes. Y hay que subrayar que es tremendamente revolucionario porque las mujeres judías no podían disponer de bienes, administrarlos y mucho menos decidir con quién compartirlos.
Pero hay otra mujer, llamada María, hermana de Marta, es decir, unidas por un vínculo sororal y que tiene otra forma de relacionarse con Jesús. María no habla, está sentada a los pies de Jesús escuchando. Dice el texto que Marta se queja porque no tiene ayuda de su hermana a lo que Jesús responde que es María quien ha elegido la mejor parte. Da por supuesto que María sí ha tomado la decisión de situarse así frente a Jesús. La queja de Marta, la tensión que expresa, conlleva un grito silencioso por sentirse condenada como mujer al servicio que le impone la presión de las creencias sociales, religiosas y patriarcales, aunque sea la dueña de la casa. Es lógico que se sienta sola, incómoda, porque el clima generado por Jesús es un espejo en el que se ve reflejado lo que supone elegir con libertad aquello que es esencial y no dejarse llevar por lo que otros y otras, la sociedad, la cultura, la religión, espera de las mujeres.
María se sitúa como una auténtica discípula, actitud subversiva y claramente provocadora. Las mujeres no podían participar en la sinagoga y mucho menos recibir las enseñanzas de la Torá. No podían ser discípulas como lo eran los varones. Los rabinos nunca enseñaban a las mujeres porque la ley no lo permitía. María se muestra con una actitud de escucha radical y activa; está a los pies de Jesús, es decir, no hay nada que pueda interferir entre la Palabra de Jesús y su conciencia, no necesita mediadores, ni ritos, ni palabras mágicas para vincularse al Maestro. No se sitúa como una esclava que hace cosas compulsivamente y mendiga un poco de ayuda y reconocimiento. No. Es una persona que puede tomar decisiones por sí misma ya que, saber escuchar con toda atención y profundidad, es la madre de la libertad, el elemento primero para discernir y poder seguir la voz esencial, aquella que nos conecta con nuestra verdadera dignidad y nos permite avanzar con firmeza. Una vez más la palabra de Jesús es liberadora.
Casi nadie ya duda de que estamos asomándonos a una nueva era, a un cambio muy profundo en la humanidad, en la visión del ser humano, de la sociedad, de la economía, de la cultura, de la religión; se habla ya de un cambio de conciencia que no es sólo de visión sino de sistemas de referencias, incluso de sistema de funcionamiento cerebral. Casi nada ya se sostiene con los parámetros que han regulado la evolución humana. Estas dos mujeres, de la mano de Jesús, nos invitan a estar alertas, a no caer en un laberinto sin salida en el que los quehaceres propios de la humanidad llena de retos, nos aboque a una tierra de nadie donde salga lo peor de nuestra condición humana.
Se hace necesario estar alertas para que la dignidad que nos iguala a todos los seres humanos no sea enterrada bajo los escombros de una vida superficial y violenta. Nuestro momento histórico necesita de una sana sincronización entre la inteligencia artificial y el despertar de la inteligencia espiritual. Nuestras Martas y Marías. Y sí, claro que hay hambre de profundidad, de interioridad, de trascendencia, de escucha, de elegir la mejor parte como dice Jesús. Será, sin duda, esta dimensión profunda, bien vivida, la que nos libere de la ansiedad de nuestro ego y nos conecte con el anhelo de la vida auténtica de nuestro ser. Ojalá el cristianismo no pierda este tren y, como hizo Jesús de Nazaret, seamos cocreadores, cocreadoras, de una nueva humanidad donde las noticias sean que, por fin, hemos entendido que la dignidad humana es siempre una prioridad.
FELIZ DOMINGO
Rosario Ramos
20 de julio de 2025
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