
Como presidente de la CEE, entiendo que se manifiesta en nombre de todo el episcopado que usted representa. Lo digo porque varios titulares de prensa informan que “Los obispos respaldan la petición de elecciones anticipadas de Argüello”. ¿Se puede entender que todos los obispos que no se han pronunciado públicamente están de acuerdo con su declaración institucional para que el presidente del gobierno convoque elecciones? Al menos el arzobispo de Tarragona se ha desmarcado abiertamente de su declaración.
No hay que olvidarse que, durante la Transición, la Iglesia jugó un papel destacado en favor de la reconciliación entre diferentes. Bajo el liderazgo del cardenal Enrique y Tarancón, la CEE se desmarcó del nacionalcatolicismo franquista para alinearse claramente con los principios democráticos desde una posición pastoral firme. Recuerdo la posición de monseñor Añoveros apoyado por Pablo VI, de excomulgar a quienes pretendían desde la política expulsarle de la diócesis de Bilbao; y allí se mantuvo, prestigiando lo que representa nuestra Iglesia.
Fue bajo la presidencia del cardenal Rouco Varela cuando la Iglesia institucional adoptó una postura combativa y afín a la nostalgia de una Iglesia oficial consorte de la dictadura. En 2012, la CEE aprobó, sin unanimidad, un documento a favor de la unidad de España, al que los obispos catalanes reivindicaron de inmediato la legitimidad moral de todas las opciones políticas democráticas. Algo similar ocurrió en los años del Procés.
En esta ocasión, su propuesta, monseñor, chirría porque la conveniencia o no del adelanto electoral no es asunto en el que la jerarquía episcopal tenga nada que decir de manera oficial. Su declaración oficial se escuda en la corrupción existente cuando es ahí donde pierde toda su legitimidad moral. Existen, ahora mismo, más de 30 causas abiertas por corrupción en el principal partido de la oposición, algunas muy graves, como la sentencia que tumbó el gobierno de M. Rajoy, o la llamada “policía política”. De las responsabilidades de Mazón, ni palabra. Vox acaba de ser condenado con casi un millón de euros por financiación ilegal, y usted participando en un acto público, precisamente de Vox, presentando un libro.
Le recuerdo que su secretario y portavoz de los obispos ha enfatizado que “la corrupción es uno de los cánceres de una democracia, porque, sea del color que sea, mina los pilares de una democracia entendida como el gobierno del pueblo”. Sea del color que sea, dice el portavoz Magán… Se vino arriba al afirmar seguidamente que “Hay que buscar el bien común de la sociedad para salvar el sistema”, cuando la manera de gestionar la pederastia eclesial sigue siendo un ejemplo nefasto de credibilidad, humildad, perdón y reparación a las víctimas. ¿Se da cuenta, monseñor Argüello, del daño que hacen con estas declaraciones grandilocuentes? ¿Ha medido en clave de convivencia y espíritu cristiano las consecuencias en quinees las escuchan? Porque, eso de que, quien calla otorga, no es un axioma; el que calla, calla, pero tiene opinión.
No es la primera vez que usted marca el paso en una dirección poco misericordiosa. Se manifestó de acuerdo con aplicar terapias a los homosexuales, aunque añadiendo que la cuestión médica no es competencia de la Iglesia. Es doloroso que la Iglesia mantenga el estigma al colectivo homosexual por serlo (pecado), y al mismo tiempo se muestre favorable a las terapias de conversión (enfermedad). Según la lógica legalista, o pecado o enfermedad, monseñor. Lo cierto es que dichas terapias ya cuentan con el registro parlamentario de una ley que castiga dicha actividad terapéutica (?) con penas de cárcel.
Jesús de Nazaret entró en política, y por eso le mataron. Pero no entró en una política partidista, ni inconsecuente, que es lo que ha ocurrido cuando usted se ha pronunciado sobre el adelanto electoral. Que por algo condenaron al PP como partido corrupto, hasta ahora el único en democracia, y nada se dijo desde su sede en Añastro. Seguro que no fue fácil para José ni para Daniel vivir envueltos en gobiernos paganos, pero ambos supieron mantener su integridad y dar testimonio de su fe con coherencia, libres de servidumbres en medio de incertidumbres y corrupciones; por poner un ejemplo bíblico.
La iglesia es mucho más que la institución eclesial, es Pueblo de Dios llamado a proclamar el Evangelio como la mejor Noticia. Y usted debería tener más cuidado cuando se refiere institucionalmente, velando al menos por la coherencia.
Lo cierto es que usted no es el único culpable. Al haberse decidido por una declaración institucional, en lugar de por una opinión personal a la que tiene derecho, ha comprometido a todos los miembros de la CEE. Y de la misma manera que el arzobispo Joan Planellas se ha desmarcado de su opinión -"La Iglesia no debe entrar en política partidista"- otros que puedan pensar y sentir como él deberían seguir el mismo camino; más que nada pensando en las feligresías a las que se deben. ¿Cobardía? ¿Prudencia? ¿Sumisión? ¿Aguante? ¿Duda? ¿A quién le beneficia o le perjudica este silencio?
Acabo, monseñor. Parece no darse cuenta de lo fácil que resulta escandalizar cuando la incongruencia de las actitudes supera la credibilidad del ministerio que les ha sido conferido. Y quien más sufre la credibilidad, más que la de ustedes, es la de del Mensaje. Esto es lo más grave.
Por favor se lo pido, recapacite, que lo que necesita la sociedad es que ejercitemos el liderazgo de servicio, de compasión y de misericordia. Feliz verano, monseñor.
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