
Hay personas que mueren a los 116 años. Así la religiosa brasileña Inah Canabarro Lucas, de la comunidad de las hermanas teresianas de Brasil; murió el miércoles 30 de abril de 2025, según el grupo investigador. Pero, podemos afirmar que son poquísimas las personas, hoy en día, que pasan de los cien años. Sí, en cambio las que viven hasta los cien. Y en esa última década hay muchos más. Sea lo que sea, la longevidad es un factor totalmente nuevo en el Horizonte de la Humanidad.
Y cada ser humano es único con su propia biografía, vivida a niveles diferentes de consciencia. Y aquí yace la sabiduría de saber escucharse y aprender a gestionarse en el momento adecuado. Para ello, recuerdo el pensamiento de Niebuhr: Primer elemento, coraje para cambiar; el segundo, serenidad para aceptar. Y entonces, el silencio interior para el tercer elemento, fruto del trabajo en el proceso de madurez integral: Sabiduría para distinguir.
Considero esta década con una mirada y en sentido constructivo, optimista y realista porque en ella hay muchas personas, llenas de vida, espíritu abierto, activos en lo que pueden y gozando de vivir. La mente muy clara. Indico esas cualidades porque los que pueden hablar de cómo vivirla no son los anteriores a esa década, como se suele hacer, sino los que la viven. Así tenemos que la pareja Erikson, en su libro: Los ciclos de la vida (1983) habla de ocho etapas; y completado posteriormente por su esposa, que murió a los 95 años, con la novena etapa. Ambos habían nacido el 1902. Él había muerto a los 91 años.
Ahora bien, hablan de su experiencia, que es totalmente intransferible. Y aquí viene la importancia: cada persona tiene su propia respuesta y no se encuentra en ningún libro, aunque no significa que no se deba leer para aprender del prójimo.
Hay preguntas, a mi entender, que son las mismas a lo largo de la vida, pero las respuestas difieren según las décadas, probablemente: ¿Qué es la vida? ¿Qué sentido le has dado? ¿Cuáles son tus sueños o proyectos? ¿Cuáles cumplidos o frustrados o fracasados? ¿Cómo has amado y relacionado con los demás? Solo, y únicamente, la propia sinceridad interior facilita el proceso de madurez integral. Y según esas respuestas, ni buenas ni malas, ¿qué puedo hacer en esa nueva década? Y aquí solo hay la respuesta personal interior. La salud física decae; la emocional madura; la interioridad es básica; se abre más, porque permite contemplar el Horizonte y ser más profunda o alta. Entramos en el ámbito de la fe o confianza básica, que son humanas, inherentes a la estructura psíquica; y que puede tener, tal vez, un matiz religioso, pero no necesario. ¿Cómo miro la vida? ¿Solo “con” los ojos, o también “a través de” los ojos, que es contemplar? O también en otras palabras: ¿Qué es morir, si existe la muerte? Sí, y sin ninguna duda, porque se sabe que hay la muerte biológica por la necesidad de sobrevivir la especie humana. Pero ¿por qué vivo esa década? O mejor, ¿para qué la vivo? Preguntas razonables, y respuestas personales.
Todo va a depender de la mirada Humana al Horizonte. Personalmente, es sentir (de sensitivar) ese alto y profundo nivel de consciencia que mi vida ES. Cuando uno deja de respirar, y acaece la muerte biológica, la Vida (en mayúscula), que se sentía en la vida, (en minúscula) continúa. ¿Seguridad? Ninguna en absoluto; ¿Certeza? No, ya que no es creencia o apuesta. Sentirla, sí, ya que da la vida en su corporeidad gracias al lenguaje que nos remite a sentir la realidad de dos formas necesarias para la integralidad de la vida: una cubriendo las necesidades de ese mundo para sobrevivir, vivir, totalmente relativo; y la otra, tan necesaria y profundamente humana, de contemplar sensitiva y gratuitamente el Misterio de los mundos o la Realidad Invisible o la dimensión absoluta. Y ese talante, que es un regalo de la Vida, pide sus momentos de silencio y gratitud, fundamentos de la vida; nos lo muestra la sabiduría de los maestros o de esas personas que lo han mostrado, muestran y mostrarán como faros o brújulas. Y el ego, como jinete o amazona, debe aprender a silenciarse o reposarse para orientarse.
Y así ir entrando en esa década noventena. El mundo de placer que es gozar, sin graves perturbaciones físicas ni mentales, con la compañía de mi esposa, la presencia de mis hijos; las relaciones amicales, que se comparten el final de un trayecto o una misión; actividades, como escribir, leer, caminar. Siempre con la sonrisa, paz y tranquilidad para saber escuchar las personas que nos encontramos. Es lo que he intentado siempre con el eslogan: Primero la salud mental personal y luego realizarla en un proceso madurativo integral. El esfuerzo vital de vivir esta vida en la Vida que abraza, impregna el ego, que conduce, pero no guía. Guía este Horizonte del macro-micro.kosmos, esa gran Luz del misterio de los mundos o la Realidad Invisible, que es desde el origen. Y para ser realista, que nunca hay que perder la equilibración con los pies al suelo, mis fallos, errores, limitaciones…. Las dos caras de la misma moneda, cuyo valor no lo dan esas caras separadas ni una sola, sino el valor de ser consciente de ese pluriverso monetario que la moneda no es más que la forma o un marco del fondo o lienzo. ¿Cómo he jugado con la moneda o qué lienzos he pintado? La respuesta total, no la conozco, pero siento que es parte de un Todo o Misterio sin lenguaje sin forma; una Realidad Invisible.
Esta es la riqueza, regalo, don, gracia, dharma, tao, que siento en la entrada a esa etapa noventena, que espero y confío poder decidir mi momento de finalizarla si las circunstancias son adecuadas.
Deseo a la persona lectora, esté en la década que esté, que sea consciente de su vivir en la Vida para llegar siempre, si la corporeidad nos permita gozar del mundo del placer, es decir, ausencia de dolor físico y de perturbación interior. Consciencia de este Kosmos. Sintiendo el final como la máxima libertad del don de la gracia, del regalo de la Vida. Y luego pulular como polvo de estrellas o humus de la tierra con la canción: Gracias a la vida. Esa es la gran lección que los sabios nos muestran.
Jaume Patuel Puig (1935)
Pedapsicogogo
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