fe adulta
El Evangelio de este domingo es uno de los relatos que más perplejidad nos deja por su claridad y pragmatismo. Jesús pretende que sus discípulos vuelen solos, sean continuadores de su misión y les da unos últimos consejos para ser coherentes con el proyecto de Dios; una nueva manera de vivir como personas y creyentes con autoridad, austeridad y audacia.
Lo primero que pide Jesús a sus discípulos, a cada persona que hemos decidido vivir conectados a su proyecto, no es el reconocimiento de las miserias, la culpa, las carencias, las debilidades; no parece ser el primer paso; lo primero, según este texto, es el regalo de la AUTORIDAD sobre los espíritus impuros y un poder sanador. Supongo que no hay que explicar mucho que esta autoridad para sanar a la que se refiere Jesús trasciende la dimensión biológica. Una vez más, usando este lenguaje metafórico, nos recuerda que todos poseemos una fuerza sanadora que nace de nuestra naturaleza esencial.
Casi diríamos que lo natural en el ser humano no es hacer daño sino sanar, liberar, una potencia que nos hace vivir con fuerza, luz, empoderad@s, escuchados, con significado y con sentido. Una autoridad que pueda doblegar los espíritus impuros, es decir, la insolidaridad, el autoritarismo, la manipulación de las conciencias, la compraventa de dignidad. Jesús quiere que sanemos y dejemos que lo esencial que somos se encarne en cada ser y en nuestra comunidad humana.
Jesús parece hacer referencia a otro valor profundamente evangélico: AUSTERIDAD. Aconseja no llevar más que un bastón y sandalias, lo demás parece considerarlo innecesario. Realmente es lo que necesitamos para caminar por la vida: sandalias que nos ayuden a dar pasos con firmeza, frescura, agilidad, y un bastón para apoyarnos en los tramos más complejos y donde la ruta es imposible seguirla en soledad. Así es nuestra vida, somos seres interdependientes, aunque el paso posible nadie lo va a dar por nosotros.
Es lo ideal, lograr un equilibrio entre la consciencia de nuestra vulnerabilidad que necesita un bastón y la sana autonomía para tomar las mejores decisiones y avanzar en sandalias por la vida. Y para dar coherencia evangélica a nuestro camino creyente, también es necesaria la austeridad que va más allá de la pobreza; la austeridad nos introduce en la búsqueda de una vida con dignidad, con lo necesario para vivir y con la mirada puesta en que todos también lo tengan. Si la austeridad no va acompañada de generosidad, solidaridad, es tacañería y poco o nada constructiva.
Y, por último, Jesús nos pide AUDACIA, valentía para vivir en coherencia e irnos con determinación de aquellos lugares, espacios, situaciones, estructuras, donde no somos bien recibidos por nuestras opciones personales y creyentes. Valentía para denunciar aquello que no está alineado con lo esencial del evangelio; y no arrugarse ante las personas que no aceptan nuestra forma de vivir nuestra dimensión espiritual.
Ser creyentes, tomarse en serio el camino del discipulado no es un camino de buenismo, silencio, resignación, sometimiento, en absoluto, se trata de avanzar en una autenticidad personal, empoderamiento, libertad, como reza el título de este comentario: con audacia, autoridad y austeridad.
FELIZ DOMINGO
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