Cuando creíamos que después de la Segunda Guerra Mundial ya no habría más guerras con la creación de Naciones Unidas y la Declaración Universal de Derechos Humanos y sus múltiples Tratados en orden a humanizar este mundo, hemos sido testigos de horrorosos genocidios en diferentes regiones de África, la invasión de Ucrania y el criminal genocidio israelí en Palestina.
Netanyahu, después de bombardear y destruir casi el 90 % de las viviendas de Gaza y de masacrar a más de 34.000 personas entre las que 15.000 son niños y niñas, forzó a la población para que se desplace al sur de la Franja. Ahí infravive millón y medio de hombres, mujeres y niños en condiciones inhumanas. Yacen a la intemperie, pasan hambre, sed y frío, duermen hacinados, muchos heridos entre lodazales de barro, excrementos y sangre. Multitud de gente está al borde de la muerte bajo los constantes bombardeos de Israel, el hambre y la amenaza de ser expulsados al desierto. Una catástrofe humanitaria. Nos encontramos ante una barbarie genocida contra el pueblo gazatí por parte de Israel.
Ante esta realidad duele que mucha gente permanezca indiferente. En Occidente la vida continúa como si no pasara nada, se compra, se consume y se celebran fiestas. ¿Dónde ha quedado el sentido de humanidad que debe identificar a todo ser humano? Siento que el mundo se ha quedado sin corazón. Ha perdido la conciencia y la sensibilidad.
El terrorismo de Hamás, condenable a todas luces, pero que fue forzado por la desesperación de más de 70 años de represión sionista, no se combate con más terrorismo hasta alcanzar el límite de un genocidio herodiano. Se asesina a gente inocente. Se ametralla a niños, incluidos bebés. Los hospitales han sido bombardeados y destruidos. No hay medicinas. No hay comida. Las imágenes están dando la vuelta al mundo. ¿Hay consciencia en el planeta sobre este macabro genocidio? Un día la Humanidad despertará horrorizada de lo cometido ante sus ojos.
Algunos dicen que Israel tiene derecho a defenderse ¿defenderse de los 15.000 niños y niñas masacrados? Este mundo parece que está anestesiado. Si no despierta no hay futuro. La esperanza está en la juventud de todos los pueblos de la tierra, que cada vez se indigna más y se levanta contra este sistema de muerte que hoy impera en el mundo. Urge un cambio radical que implica la reinvención de Naciones Unidas, el abandono total de las armas nucleares y de la carrera armamentista, la desaparición de los colonialismos, el paso del mundo unipolar a otro multipolar, la asunción del diálogo y la negociación diplomática como única vía de resolución de conflictos y el respeto sagrado a la dignidad humana, a los derechos humanos y derechos de la naturaleza. La paz en Oriente Medio está exigiendo el reconocimiento de la soberanía de Palestina como Estado independiente y la salida de los colonos judíos de las tierras invadidas. El Papa Francisco no cesa de llamar a un diálogo para lograr la paz. La justicia y la fraternidad universal son la única salida que tiene la humanidad. No hay otra si queremos vivir en un mundo de paz.
Fernando Bermúdez, teólogo misionero
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