Todos los años ocurre en época de verano algún acontecimiento que absorbe la atención y es el centro de la información superficial. El resto no suele ser noticia. Este verano no ha sido así. Se han multiplicado y se han intensificado esas serpientes, esos relámpagos, de forma que casi ha sido una constante tormenta. Algunas han sido incluso tormentas con pedrisco más que solo de agua.
Vamos viviendo un verano con hechos muy trascendentes y que nos han tocado muy fuertemente. He aquí un pequeño recuento:
1. Nuevo gobierno-elecciones en España
2. Fuego, arrasando miles de hectáreas
3. Guerra en Ucrania-Rusia
4. Otras guerras África
5. Ataques con muerte en las maras y los gobiernos de Sudamérica
6. Accidentes con muertos y muerte de varias personas por ataques personales
7. Sequía pertinaz
8. Turismo muy numeroso
9. Celebración del fútbol femenino con victoria (y polémica)
10. Encuentro de las JMJ, con el revuelo que hay en la Iglesia
Da la impresión de que no hemos vivido a fondo esas realidades sociales, humanas, físicas… Me da miedo si vamos a saber y poder reaccionar cuando empecemos el curso: ¿cómo reaccionar ante estas situaciones?
Se requiere (necesitamos) solidez, valentía, colaboración, implicación muy fuerte para saber enfrentarnos a la situación. ¿Seremos capaces de resolver estas serpientes sin que las tormentas correspondientes nos dominen?
Pienso que en medio de todas esas serpientes, ha habido también muchas personas que con serenidad, silencio, colaboración… HAN TRABAJADO POR UN MUNDO EN JUSTICIA Y PAZ. Por un mundo y una ciudad en la que quepamos TODOS, TODOS.
Esos trabajadores son como aguaceros que han mojado el suelo con paz y armonía. Todos los días hemos visto relucir las estrellas del cielo y no han faltado las canciones del verano. Pero sobre todo, no faltan personas dispuestas a enfocar el mundo, a despejar las tormentas.
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